Hoy es 15 de octubre
VALÈNCIA. Otro batacazo más en el Mundial, fracaso sin paliativos. España se la volvió a pegar y hay un nombre en el centro de todas las miradas, Luís Enrique Martínez.
El seleccionador es el gran responsable de este equipo para lo bueno y para lo malo. Y servidor, que siempre ha apoyado públicamente la figura del asturiano, no le otorga el don de la infalibilidad. Lo de las trincheras se lo dejo a los soldados de uno y otro bando. Unos, dispuestos a justificarlo todo, y otros con la escopeta cargada incluso desde antes de que Luís Enrique fuera nombrado oficialmente como seleccionador.
Creo -como he dicho más de una vez- que seguimos viviendo del recuerdo del 2010. O sea, seguimos viviendo engañados porque la etapa 2008-2012 ha sido la excepción de la selección española. Lo habitual es lo de ahora. España es el ligón de discoteca trasnochado que vuelve sistemáticamente al mismo garito en el que triunfaba en 2008 aunque haya cerrado, vistiendo igual aunque la calva y los kilos de más le hagan ir hecho un Cristo y usando las mismas frases hechas que hace 12 años. Resultado: si alguna incauta se acerca por error sale huyendo a los pocos minutos. Además de que los rivales no son tontos y te pillan la matrícula (Chile en 2014, Italia en 2016 y 2021, Rusia en 2018 y Marruecos en 2022), el fútbol evoluciona. Si tras tres mundiales llegando, como mucho, a octavos de final pensamos que la culpa es sólo del seleccionador, tenemos un problema.
El entorno mediático de la selección le otorga una cartel de favorita que es falso. El martes no hubo sorpresa en el cruce, el PRIMERO del grupo F se impuso al SEGUNDO del grupo E. España empezó a quedar eliminada en el partido ante Japón. Ahí los jugadores se bloquearon ante la primera dificultad que tuvieron que afrontar, perdieron confianza y se transformaron en un equipo timorato. Y tocarla con miedo a perderla te convierte en un equipo plano.
Por más que se empeñaran algunos durante años (precisamente los que ahora cuestionan el estilo para arrearle a Luís Enrique), no hay un estilo inamovible, ni un estilo que no se pueda cuestionar. El estilo de Luis Aragonés era defender y salir en contras rápidas pero se dio cuenta que tenía jugadores para jugar a otra cosa. El estilo lo marcan los jugadores que tienes.
Para jugar a tocarla necesitas a los mejores en el mejor momento de su carrera. Además una defensa rápida que complete los repliegues con orden y rapidez cuando hay una pérdida en el centro del campo (quita miedo a arriesgar y a perder la pelota cuando la tienes) y dos delanteros de talla mundial (como Villa y Torres) que ahora no tienes.
El fútbol español se está quedando atrás en cuanto a nivel (ahí está el papelón del nuestra liga este año en competiciones europeas). Una liga a la escocesa da a la larga un fútbol de nivel como el escocés. ¿Dónde está el Richarlison, el Bellingham, el Messi, el Gonçalo Ramos o el M´Bappé de España? No existen, y eso es lo que marca la diferencia en un Mundial. Por más que duela esta reflexión, de nada sirve mirar hacia otro lado.
Luís Enrique estuvo mal ante Japón y Marruecos, ha fracasado en un mundial y debería de irse, no hay más. Aún así, arrearle por cambiar el color del pantalón, por hacer Twitch o por ser más o menos simpático en las ruedas de prensa (cuando hubo periodistas que aún no había sido nombrado y ya le estaban arreando) o decir que se puede hablar de su hija fallecida porque mostró en un Twitch fotos de un viaje en las que salía la chica, son pasar facturas personales y el periodista no está para eso. Está para otro tipo de análisis. Es decir, al seleccionador se le debe criticar por lo futbolístico (por cierto, como me conozco la demagogia de los clásicos, por lo de Gayà se le puede arrear porque es una decisión futbolística y los hechos no le han dado la razón con Balde).
Que algunos estén hablando de la vuelta de Ramos si se marcha Luís Enrique demuestra cuál es el entorno de la selección. Los mismos que lo mataron cuando convocó a Pedri y a Gavi. Los mismos que fueron a por Clemente cuando borró a la Quinta del Buitre de la selección, o los que fueron a por Luis Aragonés cuando extirpó a Raúl para reconstruir el mejor equipo que jamás tuvimos. Los mismos que llevan año y medio con la escopeta cargada desde que el tiempo les dejó con el culo al aire cuando montaron una cacería por la no convocatoria de Ramos para la Euro de 2021 cuando se demostró (jugó 13 partidos en todo el año y 4 de ellos no los jugó completos) que no estaba para ir, ni para volver. Lucho nunca iba a salir con vida de esa emboscada que le montaron porque la sentencia estaba firmada antes del juicio. Poco más que añadir. Si además su apuesta ha resultado fallida (si hubiera resultado ganadora se le hubieran restado méritos), los francotiradores han encontrado su parque de bolas.
Pese a sus errores a Luís Enrique hay que reconocerle la valentía de llevar a cabo un cambio generacional que nadie se atrevía a hacer (se le contrató entre otras cosas para eso) y dejar un legado para el siguiente que llegue y ese legado se llaman Pedri y Gavi. De la lista dije (cuando salió, que es cuando había que decirlo), que me faltaba un nueve de área precisamente para partidos como el del martes. Tener un solo registro y no tener plan B es peligroso porque te convierte en fundamentalista de una idea y a la vez prisionero de sus defectos.
Desconozco si habrá cambio al frente del banquillo de la selección (creo que debería ser así), si se produce el relevo le deseo suerte al próximo seleccionador. Con los resultados y con los francotiradores (aunque esta sea una batalla perdida). Falta le va a hacer en ambos casos.