Hoy es 22 de noviembre
GRUPO PLAZA

opinión

VCF: A golpes contra el calendario

21/03/2019 - 

VALÈNCIA. Seis puntos y diez jornadas para el final. Ese es el panorama en Liga. En Europa, un enfrentamiento durísimo, a cara de perro, ante un enemigo íntimo. Caer sería doloroso, pero pasar colocará al club en un escaparate de lujo: estaría entre los cuatro mejores de una competición digna de hijos de un Dios menor, pero que prestigiaría a la institución, que estaría a dos partidos de otra final. Y de propina, en la recámara, el club tendrá una bala de cañón, la final de Copa frente al Barcelona. Nada que perder y mucho por ganar. Haber llegado tiene mérito, ganar sería poner un broche de oro a la temporada del Centenario. Eso es lo que está en juego. Y el Valencia CF, a golpes con el calendario, va a tener que fajarse si quiere taparle la boca definitivamente a la ingente legión de profetas que le siguen diciendo al valencianismo qué tiene que jugar, qué tiene que celebrar y qué debe sentir. 

De entrada, el desafío será toda una etapa alpina. Nueve partidos en un mes, con visitas exigentes que pueden impulsar la ilusión de la afición o arrancársela de cuajo. Marcelino sabe lo que está en juego y ante quién se tendrá que jugar las castañas: a domicilio, Atlético de Madrid, Sevilla, Betis y Rayo. Un hueso duro de roer, dos rivales directos y un equipo que se juega la vida. Fácil no será. Y en casa, ración doble de Pirineos: Real Madrid, Levante y Eibar; una superpotencia, un derbi y un equipo que juega con tanto descaro en casa como fuera. El listón de dificultad se elevará en el doble enfrentamiento con el “submarino amarillo” por un puesto en las semifinales europeas. Uno que va a implicar desgaste, físico y sobre todo, emocional. Básicamente un calendario para tener respeto, que no miedo, por la dificultad extrema de la carrera de obstáculos a superar.

A Dios rogando pero con Marcelino dando, el VCF va a jugarse toda la temporada en una serie de partidos que van a significar el veredicto final de un proyecto que comenzó desatando la euforia, que después cayó en la depresión y que, finalmente, ha recobrado el rumbo y se ha rehabilitado. El valencianismo de a pie, ciclotímico y experto en pasar de cero a cien en un minuto, sabe lo que está en juego. El pesimista atávico ve la Champions a años luz, cree que un título europeo es una quimera y piensa que el Barça es mega-favorito para levantar la Copa del Rey. Los del lado más soleado de la realidad creen que la Champions – el pan nuestro de cada día para el club en materia económica- está a tiro de piedra, que están a cuatro partidos de disputar una final europea que sería la leche y que, a un solo partido, el equipo puede sorprender a cualquier equipo, Messi incluido. En el término medio está la virtud.

Llegar a Champions es complicado – no imposible-, Europa es una vía que se puede y debe pelear con uñas y dientes y la Copa, se mire con el cariz que se mire, es un premio que se debe saborear en toda la extensión de la palabra, se gane o se pierda. En cualquier caso, aquí y ahora, es donde cuerpo técnico, jugadores y aficionados deben ir de la mano, porque la cuesta va a ser empinada y escarpada. Dicho eso, el valencianismo tiene licencia para soñar. Ganas sobran. Y motivos para la esperanza, también. El fútbol es ilusión. Y ahora el equipo debe alimentarla. Si no cae un título, nadie podría sentirse decepcionado. En cambio, si el Centenario tiene un final feliz, como en los cuentos, los valencianistas serán felices y comerán perdices. Entre ustedes y yo, nada sería más placentero que ver cómo los que le dicen al Valencia qué debe hacer, celebrar y hasta sentir, acaben la temporada poniendo la cara que ponen las vacas cuando ven pasar el tren. 

Noticias relacionadas

next

Conecta con nosotros

Valencia Plaza, desde cualquier medio

Suscríbete al boletín VP

Todos los días a primera hora en tu email