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VCF: Ya no se ríe nadie

Este Valencia CF ha dado un paso al frente. Ha recuperado estructura, ética de trabajo, orgullo y estatus. Compite, gana casi siempre y cumple su objetivo. Está cerca de los grandes, pero aún no a su altura...

18/04/2018 - 

VALÈNCIA. Barça, Real Madrid y Atlético. Esa es la terna de gigantes que, por ese orden, gobierna el fútbol español. Y ese es el triunvirato que, de manera acentuada, evita que el crecimiento milagroso, casi instantáneo, del Valencia, impulsado por Marcelino, siga expandiéndose. Este Valencia CF ha dado un paso al frente. Ha recuperado estructura, ética de trabajo, orgullo y estatus. Compite, gana casi siempre y cumple su objetivo. Está cerca de los grandes, pero aún no a su altura. Números cantan: compitió de igual a igual ante los tres, pero no ha sido capaz de ganar a Barça (ni en Copa, ni en Liga), ni al Madrid, ni al Atleti. En cambio, sí ha sido suficientemente regular como para abrir un boquete tremendo frente a sus perseguidores (13 puntos respecto al Betis, 17 sobre el Villarreal y nada más y nada menos que 18 al Sevilla), siendo equipo virtual de Champions a mediados de abril. Repito, a mediados de abril. Fácil de decir, difícil de hacer. Se venía de donde se venía: del caos, los líos, la decepción y la nada más absoluta. Se está donde se debía: en plaza europea, compitiendo con ferocidad y con unas señas de identidad reconocibles. Y se quiere estar más arriba, donde la afición exige, en ese lugar privilegiado que el Valencia nunca debió de haber abandonado, en la lucha por los títulos. Si hablarle de exigencia a Simeone es como hablarle de la lluvia a Noé, hacer lo propio con Marcelino es como darle lecciones gastronómicas a Ferrán Adriá. El asturiano sabe qué ambiciona, qué pasos debe dar para crecer y qué modelo de club persigue. Nadie mejor que él para saber que este VCF aún no está para ganar títulos, pero que está en el camino correcto para, con tiempo, poder pelearlos. 

El actual VCF es sideralmente superior a 16 equipos de la Liga e inferior a otros tres. Eso en lo deportivo. En lo económico, es aún más complicado. Está lejos de las superpotencias Madrid y Barça – derechos de televisión, marketing, recursos propios, giras y activos les convierten en mastodontes casi inabordables- y también algo lejos del Atlético de Madrid, que aprovecha el factor Simeone hasta límites insospechados, habiéndose instalado en la elite deportiva a base de competir en el campo para poder cuadrar su todavía maltrecha economía. ¿Cómo crecer aún más para acercarse a los clubes que ahora dominan el escenario? ¿Cómo consolidar este equipo y hacerlo evolucionar para que la alternativa de poder sea real y palpable? ¿Cómo seguir creciendo dentro y fuera del campo para amenazar a las potencias que aún están lejos del alcance de los méritos del Valencia CF? Asumiendo e interiorizando un reto descomunal. Exigiendo a un equipo que ha firmado una temporada sobresaliente que procese que su gran aspiración está en la matrícula de honor. No temporal, sino diaria. Sólo cultivando la cultura del esfuerzo diario, del rendimiento máximo y de la autoexigencia salvaje se podrá conseguir el grado de excelencia necesario para competir con menos dinero, pero más ilusión.

Partido a partido, el Atleti construyó su nuevo estatus y enterró la prótesis del Pupas a base de trabajo, intensidad y superación colectiva. Ese debe ser el espejo del Valencia. Tiene menos dinero, menos prensa, menos prebendas y menos capacidad para endeudarse que otros, pero debe demostrar que tiene más hambre que todos. Y esa voracidad, canalizarla en pequeños objetivos. Ya tiene un equipo, una personalidad y un proyecto. Ahora tiene que mejorar ese equipo, darle más armas al entrenador y encontrar fórmulas para reinventarse sin dejar de sostener su economía. Si no puede hacer dispendios, tendrá que tirar de imaginación y buena vista. Habrá que mirar donde otros no miran, seguir generando diamantes en Paterna, buscar jugadores que otros desechan, buscar algún referente mundial de precio asequible y sobre todo, seguir primando que esta sea una plantilla de hombres y no de nombres. En caso de duda sobre la confección del plantel, regla número uno: Keep Calm & Marcelino. Si alguna vez hubo un VCF de Singapur y otro VCF autóctono, esa distancia debe estrecharse para crecer en una sola dirección. 

Hay dos maneras de construir un club campeón: a base de dinero o a base de sentido común. La primera es instantánea, pero tiene pies de barro. La segunda es menos efectista, pero más efectiva. Crecer desde el talonario es pan para hoy y hambre para mañana. Crecer desde la exigencia y el sentido común no asegura éxitos, pero sí garantiza estabilidad. El objetivo es seguir ganando. Llegar es difícil. Mantenerse, aún más. El fútbol profesional, ya lo dijo Luis, es ganar, ganar, ganar y volver a ganar. Y la única vía para crecer consiste en eso, en ganar. En seguir ganando. Cuanto más gane el VCF, más crecerá el club en los despachos. Cuanto más gane, más crecerá su economía. Cuanto más gane, más se revalorizarán sus jugadores. Cuanto más gane, más y mejores jugadores querrán fichar por el VCF. Y cuanto más gane, más cerca estará de poder ser una amenaza real para Barça, Madrid y Atleti. El VCF no está preparado todavía para el gran salto, pero está en el camino de poder darlo. El verano pasado muchos se reían del Valencia CF. Ahora no se ríe nadie. Será por algo.

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