VALÈNCIA. Se acuerdan cuando los aficionados valencianistas se relamían los labios al escuchar las grandezas económicas, que prometían Amadeo Salvo y Aurelio Martínez, si Peter Lim y su corte desembarcaban en el Valencia club de fútbol. Nuestro gozo en un pozo. De lo que prometieron, poco cumplieron.
Iba a ser un club que siguiendo los modelos de los clubs importantes volvería a la élite futbolística de Europa. Íbamos a revivir aquellos episodios de finales de Champions y de conquistas liguera, coperas y europeas que hace unos veinte años hicieron que nuestro Valencia fuera considerado como uno de los mejores clubs europeos. Íbamos a tener un merchandising imponente con el que lograr unos ingresos atípicos mayores. Conseguiríamos hacer de nuestro fútbol base un vivero del que surtirse tanto deportiva como económicamente. La realidad es que el Valencia B, enhorabuena a Miguel Ángel Ángulo y sus chicos por la temporada y el ascenso, está en la cuarta categoría del fútbol español.
Hacíamos previsiones de estar en Champions todos los años y así tener un margen económico amplio para abastecernos de los mejores jugadores y para no tener que vender a nuestras estrellas y así ir consolidando un equipo potente. La realidad es que bajo la gestión de Peter Lim hemos podido disfrutar pocas temporadas en Europa. Y, lo que es peor, vemos como equipos históricamente en eslabones más bajos nos van sobrepasando en la clasificación de largo. No es que nos hayan pasado por centímetros. La diferencia de puntos es abismal y no se atisba en el horizonte un cambio que permita ser optimista al respecto.
Una pequeña luz de esperanza apareció con la final de Copa, pero pronto se apagó al volver a la triste realidad de una trayectoria liguera mediocre. Nos vendieron que el dueño era un enamorado del fútbol, que veía miles de partidos y que estaba entusiasmado de venir al Valencia CF. Se le fue pronto el enamoramiento porque sus visitas a Mestalla se pueden contar con los dedos de una mano y su desafección con los aficionados es evidente. Redes sociales inactivas y choque con la agrupación de peñas valencianistas. Un cúmulo de muestras de cariño que producen desasosiego en los aficionados.
Pese a ello, el sentimiento valencianista transmitido de padres y abuelos a hijos y nietos, es indudable y perdurará en el tiempo a pesar de todos estos avatares. Se comprometieron a finalizar el estadio de Cortes Valencianas. Han pasado muchos años y aún están haciendo bocetos para ver si pueden encajar y mantener los beneficios de la ATE. Patada adelante y más tiempo para alargar la situación. Eso con la lluvia de millones que parece que tendrá el Club con el préstamo de CVC. Figúrense si no hubieran aparecido del cielo esos millones y aún así aún no están claras las garantías que presentan para finiquitar la total construcción del nuevo estadio.
De pequeños casi todos hemos jugado al "Veo veo". Y lo que yo veo es un equipo que transita por la liga con más pena que gloria, un equipo con una deuda preocupante que va impedir reforzar convenientemente al equipo y que se va a ver debilitado por la venta de sus activos más importantes; un equipo que mira como el Villarreal pelea con dignidad el estar en una final de Champions con cuatro a cinco jugadores que han estado en Valencia CF, algunos casi regalados, y con un entrenador que también dirigió dignamente a la entidad. Encomiable lo que están haciendo los gestores del Villarreal.
Sólo tienen que intentar copiar lo que hace un equipo que está a 60 km de Valencia. No es tan difícil, pero para ello se tienen que involucrar cien por cien en querer hacerlo y en amar los colores valencianistas. Y lo que veo también cada vez que paso por Cortes Valencianas es un monstruo de piedra que demuestra la dejadez de sus dirigentes para finalizar aquello a lo que se comprometieron y la pétrea frialdad con la que tratan a los aficionados valencianistas.