VALÈNCIA. El holandés Max Verstappen (Red Bull) ganó este domingo el lluvioso y esperpéntico Gran Premio de Bélgica, el duodécimo del Mundial de F1 y el más corto de su historia; que, tras varias interrupciones y aplazamientos, se disputó, más de tres horas después del horario previsto a sólo dos vueltas -en lugar de a 44- y detrás del coche de seguridad, valorándose la mitad de los puntos.
En lugar de 25, Verstappen sumó doce puntos y medio, tras "ganar" una carrera que no se disputó por delante de los ingleses George Russell (Williams, que se llevó nueve unidades) y Lewis Hamilton (Mercedes), siete veces campeón mundial, que fue tercero y sigue líder, tras sumar siete puntos y medio: ahora con 202,5, tres más que el neerlandés de Red Bull. El español Carlos Sainz (Ferrari), que se benefició de la avería del mexicano Sergio Pérez (Red Bull) -vigésimo en Spa-, fue décimo y sumó medio punto, mientras que su compatriota el doble campeón mundial Fernando Alonso acabó undécimo.
La jornada fue sencillamente esperpéntica y lo único a celebrar fue el segundo puesto de Russell, un piloto de 23 años que optimiza cada fin de semana las prestaciones de un Williams y que subió por primera vez a un podio en la categoría reina; gracias a su brillante actuación en la calificación del sábado. Verstappen admitió que "es una pena ganar así, sin dar vueltas" y Hamilton no tuvo reparos en indicar que espera que "al público se le devuelva el dinero".
La intensa lluvia, protagonista en la calificación, en la que se accidentó -afortunadamente sin mayores consecuencias- el inglés Lando Norris (McLaren), ya estuvo presente durante toda la mañana en el mítico circuito de las Árdenas. Y se había cobrado una nueva víctima justo antes de la prueba: 'Checo', que en la vuelta de instalación perdió el control y chocó con su Red Bull.
El mexicano -recién renovado con su escudería, en la que seguirá formando pareja el año próximo con Verstappen- chocó contra las barreras de protección sin demasiada fuerza, pero con la suficiente para dañar la suspensión delantera de su coche; por lo que, inicialmente -si se hubiera salido a la hora prevista- no hubiese podido tomar la salida en la duodécima carrera del año. Algo que pudo hacer más adelante, gracias al retraso; y que sólo le valió para inscribirse el último en la clasificación.
El incidente del tapatío alteró de nuevo una parrilla en la que el finlandés Valtteri Bottas (Mercedes) y el canadiense Lance Stroll (Aston Martin) ya habían perdido cinco puestos por provocar el caos inicial en Hungría; y que se había modificado de nuevo con las cinco plazas de sanción a Norris, que tuvo que cambiar caja de cambios; y con la noticia de que el otro finés, Kimi Raikkonen (Alfa Romeo) saldría desde el pasillo de entrada a garajes.
Gracias a ello, Sainz, que hubiese salido duodécimo, fue décimo, admitió que no se merecía ese medio punto "sin haber corrido" y señaló, no obstante, que la decisión de no rodar era la buena.
La salida, prevista inicialmente a las tres de la tarde (13:00 horas GMT), se retrasó primero diez minutos; y otros quince más, hasta que, a las tres y 25, los monoplazas empezaron a rodar detrás del coche de seguridad, sin saber si se daría la salida desde parrilla o detrás del 'safety car'.
Bastó una sola vuelta a la pista más larga del Mundial (7.004 metros) para que la organización decretase, por motivos obvios refrendados por las advertencias de la gran mayoría de los pilotos -salvo el Verstappen, que el sábado firmó su novena 'pole' en F1, la sexta del año-, bandera roja e interrupción de la carrera
Al rodar primero, justo detrás del 'safety car', la visibilidad para el holandés era menos mala que para el resto, que apuntaba que no se veía nada y que era peligroso rodar en esas condiciones. Entre los que así se expresaron estaba Russell, que el sábado brilló al acabar segundo la calificación; y Hamilton -al que matemáticamente tampoco le venía mal del todo una cancelación-, que indicaba que no podía "ver la luz del coche que" llevaba "delante".
Entretanto, Red Bull se puso a toda velocidad a arreglar el coche de 'Checo' y, tras solicitarlo, recibió el visto bueno por parte del director de carrera, el australiano Michael Masi, para tomar la salida desde el 'pit lane'. Algo que no le sirvió para nada
Posteriormente se sacó a pista al coche médico, que dio unas cuantas vueltas antes de que su piloto aclarase que, después de rodar en solitario tenía claro que el problema principal no era el estado de la pista, sino la falta de visibilidad que derivaría de la gran cantidad de agua que escupen los neumáticos de lluvia extrema.
Mientras todos los coches estaban situados bajo unas carpas en el 'pit lane', el esperpento se agrandó cuando alguien decidió parar el reloj -la duración máxima de una carrera es de tres horas- para intentar mantener sesenta minutos con los cuáles intentar salvar, al menos, parte de la carrera y que se repartieran puntos; toda vez que aplazar la prueba al lunes era, desde el punto de vista logístico, imposible, dado que la próxima carrera, el Gran Premio de Holanda, en Zandvoort, se disputará el próximo fin de semana.
Se comenzó a intentar retirar agua la pista, con camiones de limpieza e incluso a mano, con escobas. Y pasadas las cinco y media se repitieron kafkianos anuncios de que algo se anunciaría diez minutos más tarde, sin especificar qué. Hasta que, finalmente, se produjo un anuncio con cierta sustancia: a las 18:17 se arrancaría la teórica carrera, por detrás del 'safety car'. Y en ese momento comenzó a moverse el reloj que se había parado anteriormente en una hora.
Con el sufrido público bailando empapado, intentado no morirse de frío en la mítica pista de las Árdenas, todos salieron a pista y dieron dos vueltas detrás del 'safety', antes de que se decretase otra bandera roja. La organización tuvo, al menos, la decencia de no dejar agotarse todo el tiempo; y al llegar a la media hora se anunció que la carrera no se reanudaría.
El australiano Daniel Ricciardo (McLaren) fue cuarto en su Gran Premio número 200; el mismo día que Alonso mejoraba, de tan peculiar modo, la segunda mejor marca de carreras en F1 del brasileño Rubens Barrichello. El genial piloto asturiano, de 40 años, suma ya 323, 18 menos que las que alcanzó este domingo Kimi, un año mayor que él.
El alemán Sebastian Vettel (Aston Martin) y el francés Pierre Gasly (Alpha Tauri) fueron quinto y sexto, en una carrera que el francés Esteban Ocon (Alpine), acabó séptimo. Y en la que también puntuaron Charles Leclerc (Ferrari) y el canadiense Nicholas Latifi (Williams). Octavo y noveno, sin correr. Al igual que los demás. En una jornada para el olvido en la que que sólo mereció la pena la celebración de Russell.