VALÈNCIA. Hay entornos que descentran por encima de todo. Otros, en cambio, suelen devolver al futbolista a su auténtica realidad: es una persona, con los límites de una persona y con las virtudes y carencias de una persona. El futbolista parece vivir asentado en su confianza firme, pero esto no es verdad: detrás de esa máscara de aparente fortaleza se esconde alguien muy joven, al que a veces le cuesta quedarse al margen de las cosas que pasan a su alrededor. Eso es normal y hasta digno de aplaudir, porque no son superhéroes, ni seres divinos ni nada por el estilo. Si los chavales rascasen un poco verían mucha más miseria de la que creen.
La cuestión es que esos chicos jóvenes a veces se ven metidos en ciertos zarzales por quienes, en verdad, deberían velar por su equilibrio: un ejemplo notorio (y que a Florentino Pérez le trae maravillosos recuerdos) es el de la madre de Mbappé, que lo estuvo metiendo en mil trampas. Aquí tenemos un caso similar en la torpeza, aunque distinto en las formas: el padre de Guedes.
Guedes es un chico que juega muy bien al fútbol. Tiene cara evidente de ser buena gente, aunque con una personalidad un tanto compleja, sobre todo dentro del campo. Por supuesto tiene todo lo que hay que tener para conseguir grandes metas en este mundillo del balompié, pero necesita otras dos cosas: regularidad y consistencia. Las dos son su punto débil, pero las puede conseguir, con tiempo, serenidad y equilibrio a su alrededor. Su padre, torpemente, pone zanjas a todo esto.
Ya es la segunda vez que el padre de Guedes hace unas declaraciones despectivas con respecto al Valencia CF, su historia y su grandeza, que olvida sistemáticamente. O ningunea, que es peor. No creo que haya buena voluntad en las palabras de alguien que cree estar velando por su hijo pero que, sin embargo, lo está poniendo contra las cuerdas, sobre todo porque parece muy probable que el jugador luso salga, sí o sí, de tal modo que esa doble carga de intenciones que este hombre añade solo llena la espalda del jugador de un peso de opiniones nada deseables. Y el sábado se notó: ese Guedes poco tuvo que ver con el jugador de los dos primeros partidos del verano. Afecta, ya lo creo que afecta.
Yo conozco casos extremadamente tóxicos de padres en escuelas como el Valencia, el Villarreal, el Levante o incluso hasta equipos como el Salgui, el Alboraya o el Don Bosco, entre otras: bastaba que sus hijos no fueran lo suficientemente buenos o que el enchufe se les viera desde google earth, para quitárselos en uno o dos años de en medio, porque cansa eso de que el tuyo lo hace casi todo mal, no la da en condiciones, no se mueve, no vale para nada y el mío nunca falla y mejor rodeado sería la repera. Da igual cuánta cultura tengas en tus bolsillos: lo tóxico te impregna, incluso en lo que más quieres, porque no respetas aquello que tu hijo hace y con quién. Ahí es el padre o la madre el que echa por tierra las pocas (poquísimas) posibilidades que tenía la criatura de hacerse un hueco en el fútbol profesional. Más grave aún es si el chaval ha podido llegar, porque ahí ya no hay una segunda oportunidad.
Que el padre de Guedes hable así solo indica otra cosa: el desgobierno del club, sin parcela deportiva de calidad y con personalidad. De entrada, debió darse un toque de atención privado y público. No niego que, tras el recule del propio padre, algo pudo pasar o quizá fue el propio Guedes quien le dio el toque correspondiente. Luego, alguien debería poner a cada cual en su sitio y recordar qué es el Valencia CF Pues no pasó, así que vino un tipo, desde Portugal y orinó, por segunda vez, en tu escudo, y tu reacción fue (y sigue siendo) el silencio. Mal vamos.
Creo que han cambiado cosas en este Valencia CF y algunas para bien: seguimos nadando en la miseria, pero al menos el viaje nos parece un poco menos doloroso. Es psicología pura, porque los problemas están ahí, no han desaparecido ni se han transformado, ni se han solucionado. La vaciedad es la misma a pesar del maquillaje, y en estas cosas de dar la cara poco se ha cambiado: no creo que aquí la solución sea guardar silencio y me da lo mismo si es el padre de Guedes, de Guedas o de Guidos.
El Valencia CF está muy por encima de cualquier jugador, y que este hombre no olvide una cosa: su hijo, que es un buen chaval, no ha conseguido ni hecho la mitad de las cosas que hizo un tal Mario Alberto Kempes, que fue capitán de esta nave, por ejemplo; pero tampoco lo que un tal Santiago Cañizares o Miguel Ángel Angulo han ganado con ese escudo o lo que pudieron ganar (dos Champions); no ha conseguido ni la mitad de goles que un tal Fernando Gómez Colomer, que jugaba bastante más retrasado; ni ha formado parte de una defensa maravillosa con Arias y Tendillo, o con Camarasa, Giner y Voro; no ha estado al lado del Lobo Diarte, ni de Felman, ni de Valdés, ni ganó la Recopa junto a Bonhof; ni tuvo la calidad de Puchades o de Claramunt; ni ha sido pichichi como Mista; ni la regularidad y determinación de Vicente Rodríguez; ni la calidad de Baraja, ni la impronta de Albelda, ni el pundonor de Sol; tampoco el dribling de Aimar, ni el salto de Ayala, ni la velocidad del Piojo López, ni la evolución de Mendieta, ni la precisión de Waldo…y así me pasaría todo el día recordando que a Guedes le queda un mundo para parecerse mínimamente a toda esta galería de ilustres jugadores que vistieron esta camiseta y que, según su honorable padre, le viene pequeña. Por desgracia, se sigue demostrando que es todo lo contrario. Cállese de una vez, señor Guedes, si no quiere seguir haciéndole daño a su hijo, porque la ignorancia se lleva muy mal cuando la soberbia se adueña de uno.