Vosotros con el Schalke, nosotros con España

VALÈNCIA. La primera vez creo que fue cuando el Valencia se enfrentó al Schalke de Raúl. El momento en el que me caí del guindo y me desvirgué en la teoría del tratamiento divergente sobre cómo ser el buen español balompédico. Que ya tenía una edad entonces, que ya podía haberme enterado antes, pero cada cosa a su debido tiempo.

En esa transformación genética de españoles en raulistas, se les vieron las costuras a los ayatolás oficiales que hasta entonces propagaban mensajes de incomprensión cuando, en un grupo europeo, entre el Madrid y el Ludogorets, muchos íbamos con el Ludogorets por pura cuestión tribal. Además de por cierta querencia búlgara. 

Le vimos los bajos a los reyes magos cuando allanaron la morada y en lugar de españoles descubrimos que primero eran fans de Raúl. ¡Dónde había quedado la simbiosis identitaria entre patria y fútbol! ¡Dónde estaban las lecciones sobre la necesidad de apoyar a los equipos españoles aunque no fueran nuestro equipo! 

Desde entonces, esos mismos emisarios han seguido poniendo gran empeño en monopolizar (con éxito rotundo) la españolidad de las cosas. Y usando de palanca a Piqué o cualquier Laporte, según la tarde, han moldeado la manera de envolverse en la bandera futbolera; han definido el código de conducta para ser español y mucho español.

Por casualidad debe ser que en el mismo torneo en el que ningún jugador del Madrid va con España, los raulistas de ayer vuelven a malear sus principios y se vuelven camaleones de Eurocopa. Espontáneos aficionados de Austria por sus simpatías con Alaba o sergiorameros del séptimo día, agarrados a la melancolía del ausente. Objetores de conciencia de la España de la UEFA. 

Aunque a mí plin (como a Paco Roig, me gusta más el Valencia que el fútbol) resulta inevitable suspirar por el éxito de Luis Enrique, el particular Luisvi de la España de periferias. Si Raymond Domenech hacía los seleccionados franceses en base a los consejos del tarot, Luis Enrique parece guiarse por lo contrario de lo que digan los vendepatrias del monopolio.

A los nuevos hinchas de Austria, a los renegados de la España sin el Madrid, se os comprende. Y se os da la bienvenida. Sois como nosotros. Somos como vosotros. Guiamos nuestros sentimientos identitarios por precisos intereses personalistas. Solo que nosotros tenemos ventaja: estamos más acostumbrados a la derrota. 

Ahora que volvéis a ir con el Schalke, nosotros vamos con España.