VALÈNCIA. Es inexplicable la oportunidad que ha perdido el Levante para crecer y lo fácil que está siendo generar un socavón cada vez más profundo con decisiones muy poco inteligentes que son imposibles de ocultar. Semana tras semana, sin remisión y ahora sin Paco López, se siguen acumulando los disgustos, los despropósitos, la falta de empatía y las constantes muestras de maltrato a los que más sufren y encajan reacciones inapropiadas que pisotean el escudo. Ojalá hubiese el mismo control de puertas para dentro que se tiene a ese entorno que tanto parece que molesta. Como si todo valiera para los mismos. Y pese a tanta bofetada, crispación, desencanto y un sinfín de argumentos para arrear con la mano abierta, Orriols volverá a responder a la llamada, a esos tuits oficiales que pretenden subsanar el malestar, y el jueves echará el resto porque el sentimiento granota está por encima de cualquier profesional o familiar que se columpia en redes sociales como la pareja de Campaña, provocando que el andaluz tuviera que salir a pedir perdón para apagar el fuego. Una más en el expediente de borrones del ‘24’, aunque ahora de manera indirecta. Cada uno es libre para aceptar o no sus disculpas.
Deportivamente, el Levante no levanta cabeza y está a punto de completar una vuelta entera sin sumar de tres. Esta plantilla, cuyo coste se dispara a más de 50 millones de euros, lleva 18 partidos sin ganar (desde el 10 de abril en casa del Eibar) y el próximo rival no es el más indicado para cortar la hemorragia. Pero a estas alturas de la película da igual el adversario, el cómo y el cuándo. Son cinco puntos de 30 posibles y aún los hay que no son conscientes de esta crítica situación. Ahí está el verdadero problema, pero por supuesto que lo externo tampoco ayuda. La salvación pasa por volver a competir y coger oxígeno antes del parón internacional de noviembre, con Atlético, Granada y Alavés en el inminente calendario. Hay que reaccionar en consonancia a una idea. Después de aferrarse a la apuesta de construir un equipo desde atrás y dejar la portería a cero ante el Getafe, el Sevilla apareció e hizo cinco en 64 minutos, destapando esas mismas vergüenzas de antaño que se pretenden atajar. Y eso que Manolo Salvador dijo que Javi Pereira había venido al Levante para que el equipo jugara más ordenado.
Que sí, que delante irrumpió un equipazo que se colocaba provisionalmente líder, pero el primer mandamiento del nuevo entrenador se deshizo como un azucarillo, con la sensación de conocer esta película de sobra y querer apagar la televisión. Un engranaje que en su debut se cimentó en tres piezas (Vezo, Mustafi y Radoja) y dos de ellas se resquebrajaron: el central alemán pidió el cambio por lesión (estará tres semanas de baja según el enésimo parte médico), obligando a Róber Pier a entrar sin calentar, y el centrocampista serbio fue uno de los señalados tras una primera parte horrorosa y ya no arrancó tras el descanso junto a Pablo Martínez, desorientado como improvisado extremo (zurdo), una posición que ya está señalada en rojo a reforzar en invierno ante la escasez de jugadores naturales (únicamente Morales y De Frutos) y el excedente en otras posiciones. Una demostración más de la deficitaria confección deportiva.
En 45 minutos (o menos) se vino abajo el propósito de consolidar un once que se repetía. Algo que parecía un imposible con Paco López (por un motivo u otro) y que con Pereira se dio a la primera. Su idea es encontrar un núcleo duro y que cueste entrar entre los elegidos. Un mensaje que ha calado en el vestuario (con adeptos y críticos), pero que ni mucho menos debe justificar al futbolista menos habitual a que se relaje porque sea consciente durante la semana que no va a ser protagonista. En una situación de urgencia no creo que trasladar desde el banquillo esos imputs sea lo más adecuado. Hay que abrir el abanico y que esos hombres de absoluta confianza sean los máximos posibles porque nadie puede descolgarse. Y también hay que saber elegir los momentos.
Me sorprende y no entiendo que haya desaparecido Pepelu del primer plano. Tampoco comprendo que Malsa, que es una moneda al aire, fuera la segunda opción como pivote defensivo por detrás de Radoja porque no es un centrocampista posicional y es un chorreo constante de pérdidas de balón que cuestan disgustos. Con Melero se jugó al límite y no estamos para perder más jugadores por el camino. Clerc acabó retratado y peligra su sitio de indiscutible ante el Atlético en el lateral zurdo. Con cinco goles en el zurrón, y alguno evitable, el debate en la portería se ha reabierto, aunque el preparador extremeño dejó claro antes de llegar que su idea era dar continuidad entre palos y su elegido en ambos partidos ha sido Aitor Fernández por delante de Dani Cárdenas. Y ante la ausencia de Roger Martí, los minutos de Dani Gómez, que se paseó en el césped del Sánchez Pizjuán tras suplir a Soldado, deben ser sí o sí para Cantero.
Me encantaría equivocarme, pero creo que vamos a tener que esperar para que “el debe importante de la cantera” se refleje con minutos de importancia y más en una situación de necesidad como la de ahora. ¿Una cuestión de experiencia y que los que han metido al equipo en este marrón reviertan la dinámica? ¿De no querer exponer a los más jóvenes y acaben devorados por la situación? Y temo que a medida que la enfermería se vaya vaciando, los canteranos tengan menos presencia todavía. Me resisto a pensar que esto no cambiará y confío en que, aunque cueste, ese grado de identificación de los que vienen desde atrás se pueda ver tarde o temprano en el Ciutat por creencia. No me llaméis iluso porque tenga una ilusión. Esa debería ser una de las señas de identidad de esa reforma profunda que necesita el Levante para consolidar lo obtenido y crecer. Que no se produzca porque se haya tocado fondo y no se consiga el objetivo de la permanencia, pero ahora la realidad es que no se puede mirar más allá del presente, del día a día, de salvar la papeleta y resistir una temporada más entre los mejores.
El Levante se ha desbaratado en sus argumentos más reconocibles y requiere tiempo para tener una idea clara bajo el nuevo capitán de un barco con demasiadas fugas. Pereira lo necesita para lograr lo que pretende, pero el fútbol no espera a nadie. Esperemos que le llegue. En Sevilla se dio un paso atrás tras haberlo dado al frente contra el Getafe, aunque de aquella manera. Podíamos quedarnos con ese final en el que se rozó la remontada, gracias a los regalos andaluces, o cabrearnos por haber dilapidado lo conseguido como estructura defensiva en un abrir y cerrar de ojos. Que cada uno se quede con lo que desee. Yo sigo preocupado y bastante porque me cuesta ser positivo. La clave está (y es una cantinela que llevó Paco en la mochila) en alcanzar el dichoso equilibrio porque fiarlo todo a la defensa, y además con los mimbres que hay, es una temeridad. El Levante es el equipo con más goles encajados (18) y al que más ocasiones le generan (más de una decena).