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bombeja agustinet! / OPINIÓN

110%

6/06/2023 - 

VALÈNCIA. A muchos levantinos no les llega la camisa al cuerpo desde el final del partido en el Belmonte. El equipo se dejó la piel pero no estuvo bien y tuvo un punto de fortuna. Esa es una realidad (bastante) objetiva, por mal que siente a los resultadistas. Y luego están el yunque de la adversidad, el recuerdo del Ecijazo y de Ferrete, unas cuantas supersticiones o la convicción de que “qui és desgraciat en els collons entropessa” y que siempre seremos de ésos. El granota lo pasa mal. No cena. No puede dormir por la excitación y para reducir pulsaciones. Hiperventila. Durante días, hasta que llega el partido, no puede pensar en otra cosa. Es inevitable, supongo. Así es el fútbol. Quizás en Orriols un poco más. A veces me pregunto si nos lo tomamos más a pecho que nunca, en este mundo en que vivimos, cada vez más polarizado. E intento racionalizar las cosas. Vamos allá.

La realidad (bastante) objetiva (como ya dijimos en la previa del 1-3), es que los futbolistas del Llevant, uno a uno, son superiores al rival y que si juegan con un 110% de intensidad es difícil que el Albacete gane. Más aún por una diferencia de tres. Puede suceder: si el equipo se confía, si especula, si no hace valer sus ventajas y si, además, tiene muy mala suerte. Pero sobre todo si no entiende la importancia capital de la intensidad.

Marcó De Frutos: un golazo y otro de pillo. Claro. Eso sucede porque es probablemente el mejor jugador ofensivo de la categoría. Y lo tiene el Llevant. Y aunque esté en mala racha (o estuviera hasta hace poco) mantiene intacta su calidad. Cuando tu equipo es mejor que el rival son muchos los futbolistas que te pueden destrozar, en un momento de inspiración. Aunque no juegues demasiado bien. Por eso la garantía es la intensidad. Con ella te garantizas la posibilidad de que tus mejores futbolistas puedan inclinar la balanza a tu favor con un latigazo de calidad. La intensidad es algo que falló en Tenerife y contra el Ibiza, entre muchos otros. La intensidad es una virtud colectiva. A veces el entrenador no sabe valorarlo en el momento de alinear el once o no acierta a corregirlo durante el partido. Y si la intensidad no la practican uno o dos futbolistas, se resiente toda la falange. Algunos habrán visto 300, de Snyder i Murro, o habrán leído el cómic de Frank Miller o la historia de las Termópilas. Pues es lo mismo. Básicamente como el fútbol: un equipo que garantiza una intensidad regular con la capacidad de dar zarpazos por la calidad de unos cuantos futbolistas son el ejército de Leónidas. Luego están Guardiola, Arteta, Klopp o Ancelotti. Eso es otra cosa. Esos son el ejército de Jerjes. El fútbol normal es de los Leónidas, de los que saben como destacar entre la clase media.

La realidad (bastante) objetiva es que un Orriols hasta las banderas (que por cierto, espero que vuelvan con la segunda fase del estadio, para que la frase recupere el sentido) no puede permitir que, ni por un instante, ninguno de los futbolistas olvide que el pase a la final del play-off depende de su fuerza y su inteligencia, de que sean justo las necesarias para ejercer la intensidad de que hablamos, sin pausa ni descanso. Que no pierdan de vista ni por un instante que esto va de eso. Y que llegue el siguiente.

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