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20 años del Valencia en el congelador

24/11/2022 - 

VALÈNCIA. Si las cuentas del Valencia fueran una nevera, podrían analizarse por detrás -viendo el panelado de sus conductos- o por dentro -atendiendo a cómo de llenos están sus estantes-. Viéndolas por detrás, preocupan: la fragilidad estructural del club roza el colapso. Pero creo que viéndolas por dentro es peor: se ve el estado de una empresa congelada en el tiempo. 

El club estima para este curso unos ingresos de 109,8 millones. Hace casi 20 años, al atravesar 2004, ingresaba 84,6 millones. Deducida la compensación entre décadas, el Valencia no se ha movido en ese tiempo. Ha sido incapaz de aprovechar su prestigio y la notoriedad sellada en 2004 para ensanchar sus ingresos. Se ha quedado empantanado en el limbo de quienes no son capaces de interpretar las nuevas coordenadas del mercado y recurren todo el tiempo a las mismas soluciones: modelos deportivos basados en el cortoplacismo, venta constante de activos, sucursalismo empresarial. 

Evidentemente en este juego si no avanzas, retrocedes. Y es lo que le ha acabado sucediendo al Valencia, convencido todavía de que su mala dicha es producto de malas decisiones puntuales, cuando más bien es un estado estructural que convierte las buenas temporadas en un espejismo. 

El Valencia ha acostumbrado a su propio esqueleto a no avanzar. 

Vamos a entendernos. En 2004 los casi 85 millones de ingresos daban para estar entre los 20 clubes más ricos. La diferencia respecto al Madrid era de ‘solo’ 167 kilos y de 100 respecto al Barça. Ahora, esos casi 110 no le dan ni para estar entre los 30 que más ingresan y la distancia respecto al Madrid viene a ser de 530 y 472 respecto al Barça. Será mejor no compararse con el Atlético: si en 2004 lograba menos ingresos que el Valencia, en este momento está cerca de los 450. 

Si el holding asiático llegaba para profesionalizar e insuflar oxígeno, ya solo se puede concluir que ha criogenizado al Valencia. Lo ha sumido definitivamente en la glaciación. 

Lo peor que transmiten las cuentas es que el club ya solo aspira a sobrevivir a sí mismo, descartando cualquier atisbo de evolución. Y -como ya vimos en estos veinte años- cuando no avanzas, retrocedes.

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