VALÈNCIA. El Llevant no opuso resistencia. Saltó a Ca’n Barça como quien va al matadero, a esperar resignado que le dieran la puntilla. Se presentó al choque derrotado, sin fe en sus posibilidades de pasar la eliminatoria. No hizo su fútbol, no tuvo intensidad y ni siquiera mostró un espíritu competitivo, durante algunas fases. Sólo Aitor y Boateng decidieron, al menos, reivindicarse.
VALVERDE, CON TODO. El Barça, a lo suyo, se dio cuenta de lo que había y decantó el partido, lentamente. El Llevant no era rival: al ritmo de Messi y Dembelé los goles llegarían más pronto que tarde. Lo vio Valverde y todo el mundo. Pese a ello el técnico vasco no se atrevió a retirar al argentino del campo, por si acaso y aún dio entrada a Suárez para conseguir el cuarto. Fue cauto e hizo bien. Porque los culés se confiaron, aminoraron el ritmo y el Llevant tuvo sus opciones en el tramo final, aunque con escasa convicción.
UN LLEVANT SIN FE. Bardhi tuvo una falta perfecta en el 80’. La barrera se adelantó clamorosamente pero ningún granota insistió al árbitro. El macedonio tiró sin confianza y el rechace de un defensor culé fue con el brazo desplegado, pero nadie pidió penalti. Y al fin el árbitro dio puerta aunque era córner. Todos callaron. Quedaban 13 minutos y un gol metía de lleno a la escuadra valenciana en la eliminatoria, independientemente de todo lo que sucedió antes, pero el Llevant tenía nula intensidad competitiva. Hubo incluso un palo de Boateng en el 90’ que, de entrar, podía haber provocado unos minutos finales ilusionantes.
EL LLEVANT NO COMPITIÓ. ¿Qué mensaje había lanzado López unos minutos antes? Al lesionarse Postigo en el 70’ el míster renunció a sacar a Morales y apurar las opciones de remontada. De hecho el Barça no es infalible: Valverde se equivocó en la ida, cuando la fortuna le permitió no salir esquilmado de Orriols. Esta vez no se confió pero con el 3-0 el Barça volvió a jugar con fuego, dejando el partido abierto. El inesperado regalo es que el Llevant se había borrado de competir.
IMPRECISIONES CONSTANTES. A los diez minutos quedó al descubierto qué partido se iba a ver. Moses ya fue un coladero en la ida, en defensa, aunque aportó en ataque. Aquí ni eso. No se marchó ni una vez en el uno contra uno. No centro ni un balón. Y sus lagunas desajustaron el centro de la zaga, más teniendo en cuenta que Coke sigue sin ser el del curso pasado (aunque Cabaco le cubría bien las espaldas), que Pier estuvo desastroso en los dos primeros tantos del Barça y que Postigo, el mejor central, acusó la falta de ritmo. Por si todo esto junto, frente al Barça, era poco, el Llevant falló una cantidad inverosímil de pases fáciles de forma constante, algunos en posiciones de alto riesgo. Y la medular, con Campaña, Prcic y Bardhi fue incapaz de trenzar jugadas, de atesorar el balón y apenas de conectar con los puntas.
AITOR SOBERBIO. Si el Barça lo hacía todo bien y el Llevant presentaba sus peores credenciales, el partido no tenía color. Sólo un Aitor soberbio mantuvo la incertidumbre en el marcador. El Llevant pudo incluso irse al descanso con la eliminatoria empatada, pese a no merecerlo. Un barullo dentro del área estuvo a punto de acabar en la red. La
goleada, sin embargo, podía haber sido de escándalo. Lo mejor, sin duda, era el marcador que mantenía a los granotes vivos en la eliminatoria.
PÉRDIDAS CONSTANTES. Sin embargo el Llevant salió tras el descanso aún peor. Se empecinó en triangular en defensa, pasándose el marrón de unos a otros ante la presión barcelonista, que acaba provocando una y otra vez, pérdidas y balones rifados, un auténtico filón para el contragolpe culé. Ni López ni los líderes del equipo corrigieron este clamoroso error, ni en el descanso, ni sobre la marcha.
LA BALA DE LA JUSTICIA. El Llevant se aferrará a ella, lícitamente, como haría cualquier club en su situación. Lo anunció Quico Catalán antes de iniciarse el partido. Y por momentos pareció que el equipo lo fió todo a Chumi. Porque cuesta entender tanta displicencia en un partido a priori ilusionante y bonito de disputar para cualquier futbolista. Sobre el terreno de juego el Llevant mereció mucho más en Orriols, pero le faltó fortuna. De la vuelta queda poco qué decir. Si acaso que Aitor debe estar preguntándose a estas horas que más debe hacer para ser el titular de este equipo.
LAS CLAVES, por Borja Bens.
••• Más allá de sus goles, ambos con cierta fortuna, Dembelé fue el mayor dolor de cabeza para el Llevant. Su velocidad y habilidad en carrera dejó en evidencia una y otra vez a los carrileros (sobre todo Moses) y a Pier.
••• Messi supo encontrar espacios entre líneas para llegar a las inmediaciones de Aitor y para asistir. El portero granota y la falta de acierto del astro mantuvieron al Llevant con vida durante muchos minutos.
••• La escuadra granota no supo aprovechar el buen juego de espaldas de Mayoral y sobre todo de Boateng, con más pases largos.
••• Tal vez, al margen del partidazo de Aitor, la mejor noticia es que el Llevant ya nota la ausencia de Vukcevic.
••• Los levantinos fallaron innumerables pases (muchos de ellos sencillos) que permitieron al Barça percutir en ataque una y otra vez, en muchas fases del partido.
UNO A UNO: Aitor (9); Cabaco (7), Postigo (4) (Jason (5) 70’), Pier (3); Coke (5), Campaña (4) (Doukoure (5) 67’), Prcic (4), Bardhi (5), Moses (3); Boateng (7), Mayoral (4) (Dwamena (5) 60’).
Paco López (4)
GOLES: 1-0 Dembélé (30’); 2-0 Dembélé (31’); 3-0 Messi (54’).