ALICANTE. No obstante encajar su segunda derrota del curso ante el Betis este domingo, el Elche cerrará la jornada 8 clasificado en la mitad de tabla y con colchón sobre la zona de descenso: cinco puntos de ventaja sobre el tercero por la cola que en el peor de los casos, si la noche de este lunes al Valladolid se le ocurre ganar en La Cerámica al Villarreal, pueden ser cuatro.
Pese a que es un escenario que tradicionalmente se le ha dado bien, el perder en el Benito Villamarín entraba en todos las quinielas (incluso en las selladas tras la victoria sobre el Valencia) lo que unido a que tendrá pocas consecuencias clasificatorias debe invitar a no sacar las cosas de madre.
Ahora bien, es cierto que la imagen ofrecida por el equipo de Jorge Almirón fue bastante decepcionante. A diferencia de encuentros precedentes, el equipo no es que llegase tarde a la cita en el barrio de Heliópolis, es que nunca llegó a estar en el partido y en gran medida por las facilidades que dio en defensa, sobre todo por los costados.
Mal por las bandas
Encajó un gol ya a los seis minutos y otro en el 28, en dos acciones por la banda derecha (la izquierda del ataque verdiblanco), pero es que estuvo muy cerca de recibir otros dos antes del descanso, en sendas jugadas por el flanco izquierdo de la zaga (el costado derecho del ataque local) que no le pasaron factura gracias a Édgar Badía: el portero barcelonés no solo evitó el tercero del Betis con una magnífica intervención en un mano a mano a con Tonny Sanabria cuando se cumplía la media hora de juego, es que superado el minuto 45 le detuvo Fekir una pena máxima cometida sobre el mediocentro francés por Marcone.
El preparador franjiverde volvió a apostar por los tres centrales, dos carrileros, un pivote defensivo y dos interiores: Barragán, Gonzalo Verdú y Josema conformando el eje de la zaga; Josan y Fidel en los costados pero unos metros por delante y con recorrido, abriendo el campo; y Marcone de 'stopper' con Sánchez Miño y Raúl 'Guti' de interiores. El Betis supo en todo momento atacar esa disposición táctica, con Tello y Joaquín, cuando no directamente Álex Blanco y Emerson, haciendo mucho daño por las bandas, especialmente los primeros ganando la espalda de Josan y Fidel: por ejemplo, Tello le come la tostada en el primer tanto al crevillentino, algo que aprovecha Álex Moreno con un magnífico pase interior y en la acción de la mano salvadora de Badía ante Sanabria, es Joaquín el que hace lo propio con el onubense, corriendo al espacio en un pase largo de Guido Rodríguez al que tampoco llega a tapar Sánchez Miño que en ese momento todavía no contaba con la tarjeta amarilla que cinco minutos después le mostraría el árbitro por una falta sin balón (llegó tarde) sobre Emerson.
En el descanso Almirón sentó precisamente a Sánchez Miño, dando entrada a Cifu (baja por lesión desde la primera jornada) y adelantando la posición de Josan, pero eso tampoco sirvió para cerrar la herida y es que a los 11 minutos de la reanudación el Elche encajaban el tercer gol de la tarde por esa banda derecha (izquierda del ataque verdiblanco).
Reacción tan pobre como tardía
Además, aunque en la segunda mitad el Elche logró equilibrar el juego e incluso ver puerta, lo hizo tras encajar el tercero y a la hora de partido, en su primer disparo sobre la meta de Claudio Bravo al que solo probaría en los minutos finales Nino, en una jugada en la que estuvo muy bien asistido por Víctor Rodríguez que al fin contó con minutos en lo que llevamos de curso liguero.