LLEIDA. Muy satisfecho con el juego de los suyos, pese a las bajas y tener delante a un muy buen rival, y lógicamente con el resultado. Así manifestaba que se sentía el técnico del Hércules, Lluís Planagumà, tras la séptima victoria en diez jornadas de su equipo esta en el Camp d'Esports de Lleida.
El entrenador barcelonés insistía una vez más en la "competitividad" de la que había hecho gala el Hércules "todo y las lesiones" y que ese era el "valor real", lo que había que destacar principalmente de un partido que pedía que nadie olvidase que se correspondía con la jornada diez.
Planagumà no se escondía e identificaba dos partes claramente diferenciadas en el choque de este sábado: un primer tiempo en el que tuvieron más el balón y el encuentro se desarrolló de acuerdo al guión que había previsto, marcando en una acción a balón parado pero disfrutando también en jugada de ocasiones de peligro; y una segunda mitad en la que sus hombres supieron sufrir "muy organizados y concentrados" pese al empuje de "un Lleida que les había sometido (...) presionado muy bien, sin permitirles enlazar más de dos pases".
El técnico blanquiazul reconocía que le hubiese gustado "tener más balón, estar cerca de área rival", pero también insistía en que "hay momento de los partidos en los que tienes que defender" y que, en cualquier caso, su equipo había hecho méritos ya antes del descanso para ganar. Por cierto, recordaba que el tanto era el primero de los suyos en una jugada a balón parado y dejaba entrever que el error del rival había sido ser ambicioso, dejar "dos o tres jugadores descolgados" en esas acciones, algo que finalmente habían sabido aprovechar.
También detsacaba Planagumà el partido de Álvaro Pérez y José Fran, aclarando que al central lo había tenido que sustituir por el desgaste y la falta de minutos, poco después de hacer lo propio con Juli "por un corte" tras un choque con el meta rival. Eran cambios que no estaban en el guión inicial del técnico y que aseguraba que le habían condicionado, pero una vez más resaltaba el orden y concierto del que había hecho gala su equipo sobre un terreno de juego ya "muy blando" en el segundo acto por la incesante lluvia, algo que decía que dificultaba la labor arbitral y podía justificar el error del colegiado del encuentro que se tragó una falta clara y merecedora de tarjeta de Tano que hubiese supuesto su expulsión pues ya tenía una amarilla.