CASTELLÓ. El Castellón ha encontrado la forma de mantener la portería a cero en esta segunda vuelta después de una primera mitad de campeonato en la que los rivales aprovechaban la persistente inseguridad que mostraban los albinegros atrás. La historia ha cambiado en el momento justo, cuando empiezan a resolverse las plazas de descenso.
Así las cosas, el conjunto de la Plana se está acostumbrando a cerrar su marco con asiduidad gracias a la intensidad con que defiende y a la brillantez que exhibe su portero, Óscar Whalley, que empezó la temporada como suplente y que en las últimas jornadas se ha asentado en una titularidad que difícilmente va a perder hasta el final del curso.
Y es que el zaragozano se ha convertido en una de las grandes razones por las que el Castellón es un muro para los adversarios, sobre todo desde finales de febrero. Whalley disputó sus primeros minutos con Garrido por obligación, después de que el entonces titular, Álvaro Campos, se lesionara frente al Fuenlabrada. En aquel partido, celebrado en Castalia, el aragonés jugó la última media hora. Después ha enlazado ocho titularidades en las que solo ha encajado seis tantos, parando además dos penaltis.
El guardameta ha sido decisivo en algunos de esos partidos, sobre todo frente a Sabadell y Albacete, siendo el mejor de su equipo y evitando que dos rivales directos se llevaran puntos importantes con sus brillantes intervenciones. Su promedio de goles encajados está entre los más bajos de la Liga, con un tanto cada 88 minutos en los 16 partidos que ha totalizado hasta ahora.
Whalley lleva 221 minutos sin recibir ningún tanto después de que frente al Oviedo también mantuviera la portería a cero. El aragonés, cuyo fichaje no levantó grandes pasiones cuando se hizo oficial, el pasado verano, es, ahora mismo, un futbolista determinante para el Castellón.