VALÈNCIA. La Fundación Trinidad Alfonso ha homenajeado este lunes a los seis deportistas adaptados que lograron colgarse medalla en los Juegos Paralímpicos de Tokio hace ahora un mes. Héctor Catalá, Kim López, Ricardo Ten, Miriam Martínez, Héctor Cabrera e Iván Cano, deportistas miembros del Proyecto FER, han visitado la sede de la Fundación para coincidir todos juntos por primera vez con sus metales al cuello y repasar las vivencias de las dos semanas de competición paralímpica. Una ofrenda a la superación en las historias personales de cada uno de ellos y al inconformismo que profesan.
En el acto, que ha contado con la presencia del director de la propia Fundación, Juan Miguel Gómez, así como con Gabriel Melis, director técnico de la Federación d’Esports Adaptas de la Comunitat Valenciana, los protagonistas han compartido sus experiencias y, sobre todo, han puesto el foco en el futuro, tanto a corto plazo como en el próximo ciclo olímpico que llevará a muchos de ellos a París en 2024. El director, de hecho, les ha transmitido el calor del mecenas y presidente de la Fundación, Juan Roig: "Él está muy contento por vuestros éxitos, pero ya piensa en los próximos Juegos y os anima a que no sólo estéis allí, sino que volváis a conseguir medallas", ha trasladado. Juan Miguel Gómez, además, ha entregado a los seis medallistas un obsequio recordatorio de sus hazañas después rememorar su paso por la capital nipona a finales de agosto y principios de septiembre.
El primero en conseguir colgarse metal fue Héctor Català en la madrugada del súper sábado 28 de agosto que concluyó con tres medallas para el Proyecto FER. El de Serra consiguió una plata en paratriatlón en unas condiciones tan duras que le llevaron a desvanecerse una vez pasó la meta: "Tengo un recuerdo difuso de los últimos metros, Gustavo Rodríguez (su guía) aprovechó para apretarme y ese fue el día que más he llegado al límite en mi carrera", ha comentado a los presentes.
El triatleta valenciano, que firmó el bronce hace poco más de una semana en el Europeo de Triatlón en Valencia, es uno de esos inconformistas que, antes del fin de una competición, prácticamente ya está pensando en la siguiente. Catalá asegura que, antes de viajar a Japón, "no firmaba ninguna medalla". Admite que, cuando compite, siempre lo hace para ganar, pero "esta medalla sabe a éxito", tras quedar por detrás del estadounidense Brad Snyder.
Héctor ha hecho auténticas animaladas. Desde buscar piscinas para entrenar entre escalas en aeropuertos a prepararse para Tokio incluso nadando entre calefactores, para adaptarse a las condiciones climatológicas que luego le brindó el circuito japonés: "Llegamos porque somos de los que mejor nos adptamos a las condiciones de Tokio", apunta. Dice que le encanta lo que hace, por eso no para y confiesa que, en las dos semanas de 'vacaciones' que se toma cada año, no es capaz de desconectar. Recién llegado de Pontevedra tras disputar el Campeonato de España, su calendario le prepara el Mundial en el mes de noviembre.
Después de Catalá, la gran alegría de aquel sábado fue la de Kim López, quien no solo se colgó un oro en el lanzamiento de peso de su categoría de discapacidad, sino que también marcó un récord del mundo al lanzar el artefacto hasta los 17,04 metros. Batió un récord mundial que, además, ya estaba en sus manos. Lo consiguió en Polonia, tres meses antes de la cita paralímpica. Antes, en febrero, Kim había lanzado hasta los 17,22 en competición oficial -en Motril, aunque no fue récord homologado por no notificar a tiempo su presencia ante el baile de calendarios por culpa de la pandemia-, pero asegura que en entrenamientos ha llegado hasta los 18 metros.
"No es ningún calentón decir que puedo superar esa marca, sé que puedo hacerlo", ha afirmado el atleta de Silla, que ha explicado su cambio de entrenador para subir su nivel y el coste de cinco años de esfuerzo para lograr "el mayor éxito" de su vida. Kim López llegó a Tokio, además, sin operarse de su maltrecho ligamento cruzado: "He tenido mucho miedo y no quise operarme de la rodilla, no quiero jugármela ni estar parado seis meses ahora que estoy en mi mejor momento", ha dicho antes de asegurar que su idea era operarse una vez aterrizado en Valencia, pero ha cambiado de opinión.
El sábado también llegó el bronce de Ricardo Ten, en ciclismo en pista, en la velocidad por equipos, junto a Pablo Jaramillo y Alberto Cabello, quienes le ayudaron a superar al trío francés para poder entrar en el podio. Ricardo, eso sí, vivió de todo en sus sextos Juegos Paralímpicos, sus primeros subido en la bicicleta. En la prueba que con más mimo había preparado, la persecución individual de 3 kilómetros, tuvo que conformarse con el diploma después de que el Comité Paralímpico Internacional cambiara de categoría de discapacidad al canadiense Chernobet, a quien el vino bien el giro de la situción para poder conquistar medalla de plata.
"Llegué en mi mejor momento, mi estado de forma era el óptimo, esperaba más de la prueba que con más cariño había preparado. En cualquier caso, el bronce por equipos llega con una alegría muy grande, porque no teníamos opciones de plata u oro. Pero pensábamos que era factible el bronce, y siendo honesto sabía que era mi última opción de pelear una medalla en estos Juegos", ha dicho Ricardo Ten, quien todavía no tiene claro si, con 46 años, podrá alcanzar los Juegos de París: "Me ha sobrado incluso este último año, si hubiesen sido los Juegos en 2020 hubiésemos estado más arriba. Lo voy a intentar, conforme pasa el tiempo cada vez es más difíicl pero mi cuerpo me pide competir. No sé si llegaré, pero la intención es seguir", confirma.
Después de las competiciones en el velódromo de Fuji, Ten compitió en ruta, donde cayó de la bici mientras rodaba en tercera posición por un golpe de calor que afortunadamente no fue a mayores. Días después, tuvo que pedalear bajo un diluvio que también le dejño lejos del podio.
El reto de la lanzadora de peso Miriam Martínez también es permanente. Pudo ser subcampeona paralímpica al lanzar hasta los 9,6 metros, pero sus días previos a su aparición ya fueron para ella una competición más. "Mi enfermedad es neurogenerativa. Cuando llegamos a Tokio se me bloquearon las dos piernas y tuve que meterme en una cama. El día antes de lanzar, me aguantaban para poder mantenerme en pie, así que no teníamos expectativas, no pensabamos ni que podíamos lanzar al dia siguiente. Por eso no se me pasaba por la cabeza otra cosa que disfrutar", dice una atleta que, en entrenamientos, su peor lanzamiento no bajaba de los 11 metros.
De hecho, Miriam volvió a ingresar en hospital dos veces después de la conclusión de los Juegos: "Ahora estamos con temas médicos para ver dónde está el límite. Estamos un poco a expensas dequé nos dicem porque ha habido daños neuronales, así que no miro a París, sino al Mundial de Kobe", que es el campeonato más cercano en su calendario.
La plata de Miriam Martínez lleva además grabado el nombre de su padre, tal y como contó en 'A Pie de Podio', el podcast del Proyecto FER. Corredor de mediofondo, fue una de las figuras importantes cuando sufrió con 28 años un derrame cerebral que le cambió la vida. Le ayudó a inicarse en el atletismo, aunque para la alicantina el deporte siempre ha sido una vía de escape: "Tuve el derrame cerebral y el deporte fue lo que me salvó. Ha sido todo un ciclo olímpico desde el accidente, por lo que esta plata es mucho más que una medalla", dice quien fue jugadora de fútbol sala.
Un mes antes de la celebración de los Juegos Paralímpicos, Héctor Cabrera quería dejarlo todo. Su lesión de rodilla -en este casi sí, con operación- le amargó la existencia hasta el punto de, finalmente, llegar a Tokio muy tocado. Antes de saltar a la pista durante aquella tare lluviosa en la que logró la hazaña, su rodilla estaba más vendada que nunca, e incluso su entranador, Juanvi Escolano, aseguraba que llegaba con algún gesto de miedo en el acto de su lanzamiento de jabalina, donde terminó conquistando un bronce "con un significado más que espectacular".
"Solo intentas hacerlo lo mejor que puedes. Hubo un momento de la competición incluso que iba primero, pero no esperaba ni entrar entre los seis mejores. En condiciones normales, antes de la pandemia, había entrenado tirando 66 o 67 metros (61,13 fue su marca en Tokio). Si no me hubiera lesionado, probablemente hablaríamos de que estoy en lo más alto del podio", asegura rotundo. París queda, de momento, lejos para él y para una rodilla que ahora mismo "está de vacaciones".
El penúltimo día de competición albergó la aparición en escena de Iván Cano, el saltador de longitud del Proyecto FER que, con 26 años, debutó en unos Juegos Paralímpicos. El hecho de ser de los últimos en vestirse de corto le hizo "estar todo el día viendo a los compañeros competir" e incluso llegar a la desesperación, según cuenta.
En su caso, con París entre ceja y ceja, logró saltar hasta los 7,04 metros, "más que en toda la temporada". Fue la misma marca que acreditaba desde el Mundial de Dubai, aunque tampoco fue un paseo para él. Su primer intento fue el bueno, el que le llevó a ser subcampeón, pero en el quinto salto -declarado nulo, igual que el cuarto- se lesionó en el tobillo en el gesto de la batida. Eso le hizo renunciar al sexto turno y jugarse ahí sus opciones de medalla. Más tarde, la lesión también pareció afectarle en la rodilla, pero ya está recuperado y se ha metido en la cabeza "traer el oro de París".