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análisis | la cantina

Agnes Keleti, la campeona olímpica más longeva

Foto: EFE.
3/01/2025 - 

VALÈNCIA. Faltaban solo siete días, una semana, para cumplir los 104 años, cuando Agnes Keleti ha muerto en el hospital de Budapest donde ingresó el día de Navidad por una neumonía. Así acababa la apasionante vida de la campeona olímpica de mayor edad, privilegio que adquirió desde el 7 de septiembre de 2023. Esta gimnasta húngara cerró su singladura deportiva con diez medallas olímpicas, cinco de ellas de oro. Pudieron ser muchas más: Keleti se perdió dos Juegos por la II Guerra Mundial y unos terceros por una lesión en el tobillo. Nadie sabrá jamás cuál podría haber sido su palmarés sin esos contratiempos.

Keleti no fue solo una deportista de éxito. Su vida estuvo llena de adversidades por haber nacido judía y haber tenido que vivir los años del Holocausto. La gimnasta fue expulsada del Atlétikai Clubban de Budapest, donde entrenaba, por ser “no aria”. La misma razón que le impidió matricularse en la universidad. Su padre, Ferenc Klein, un hombre que vivía de la industria de la carne, murió en el campo de concentración de Auswitzch junto a otros familiares. Su madre, Rosza, y su hermana, Vera, sobrevivieron gracias a la intervención de un diplomático sueco llamado Raoul Wallenberg, un hombre bondadoso que salvó a miles de judíos en la Hungría ocupada por los nazis desde 1944. Agnes consiguió unos documentos de identidad de una chica cristiana de su edad y así logró escapar y sobrevivir trabajando como sirvienta.

La II Guerra Mundial arruinó su vida y sus aspiraciones olímpicas. Los Juegos se suspendieron en 1940 y 1944. Quizá ahí se escaparon varias medallas más. Tras el gran conflicto bélico -su marido regresó de Mauthausen muy débil-, Agnes Keleti, que también se ganaba la vida tocando el violonchelo, retomó los entrenamientos, volvió a ser campeona de Hungría y había demostrado estar preparada para debutar en los Juegos Olímpicos, en Londres 1948, cuando una lesión en el tobillo volvió a impedir su inclusión en el equipo olímpico.

Su sueño no se cumplió hasta Helsinki 1952. Ya tenía 31 años, una edad a la que la mayoría de sus rivales ya se habían retirado. Keleti se desquitó en Finlandia con una medalla de oro en suelo, una plata y dos bronces. Tras la siguiente olimpiada, la gimnasta húngara completó en Melbourne la mejor actuación de su vida. En la ciudad australiana se coronó, pese a medirse con la gran gimnasta soviética Larisa Latynina, con cuatro medallas de oro y dos de plata. El equipo húngaro y el soviético habían compartido un barco de Europa a Australia. Durante el viaje, en noviembre, los tanques de la Unión Soviética entraron en Hungría. Días después, en mitad de un partido de waterpolo de cuartos de final, los jugadores de las dos selecciones se enzarzaron en una pelea a puñetazos.

Keleti y muchos otros deportistas húngaros decidieron no regresar a su país. La gran campeona de gimnasia artística, la deportista que más medallas había ganado en Melbourne, decidió marcharse al año siguiente, en 1957, a Israel. Allí se convirtió en la responsable de la selección de gimnasia durante más de 20 años. En Israel también conoció a su segundo marido, un profesor de Educación Física llamado Robert Biro con el que tuvo a sus dos hijos: Daniel y Rafael. “Otras dos medallas de oro”, les calificó años después Keleti, que recibió, como reconocimiento a su labor como entrenadora, el Premio Israel, la más alta distinción civil, que se entrega en Jerusalén el Día de la Independencia.

 Su hogar estuvo en Israel hasta 2015, el año que decidió volver a Hungría, donde permaneció hasta su muerte. Hasta poco antes de cumplir cien años caminaba no menos de una hora al día, nadaba con frecuencia y hacía algo de gimnasia. Aunque ella prefería decir que el secreto de su longevidad era comer mucha fruta, chocolate y… no mirarse nunca al espejo.

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