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opinión pd / OPINIÓN

Agravios comparativos

21/12/2021 - 

VALÈNCIA. En esta Liga brilla la igualdad de condiciones por su ausencia: existen clubes y jugadores que van campando tranquilamente por el campeonato, sabiendo que existe algo que les da ventaja frente a los demás. Y ese algo puede llamarse estatus del club, prestigio entre los medios, prepotencia garantista y un montón de conceptos que se me vienen a la cabeza. La cuestión es que a unos les cae la etiqueta de duros a la luz crítica de todo el mundo y a otros le cae beneficiarse en la sombra de serlo.

Lo de Casemiro contra el Cádiz me recuerda a que el propio jugador brasileño hizo contra el Valencia CF en una jugada con Maxi Gómez. En cualquier otro club, en cualquier otro campo o si lo hubiera hecho Guillamón, por ejemplo, la entrada de Casemiro, en los dos casos, era de tarjeta roja directa. Pero juega en el Real Madrid y a veces se queda en amarilla y otras, en cambio, ni eso. Se trata de un auténtico carnicero, como en su día era Pepe, que goza de la paciencia y complacencia de los árbitros, que no se ven capaces (sí, hay que decirlo así) de expulsarlo día sí y día también, porque se lo gana él solito. Da miedo hacer algo así sin que salte la legión mediática madridista.

Me parece que resulta muy fácil amonestar, por cualquier cosa, a un jugador del Valencia CF: ya veíamos, no hace tanto, cómo Sergio Ramos protestaba a grito pelado a tres centímetros de la cara de un árbitro y no pasaba nada. O cómo un jugador del Barcelona, por ponerles también aquí, despreciaba una decisión dando un grito y moviendo el brazo con desprecio. Si esto lo hiciese un jugador valencianista estaría amonestado al segundo de haber abierto la boca y con chulería se le hubiese advertido de que, a la próxima, se iría a la calle. Y te digo más: recuerdo la lamentable expulsión que tuvo que sufrir Quique Sánchez Flores en el Getafe, por no decir nada. No tienen narices a expulsar a Xavi Hernández por algo así, estoy seguro. Y si lo hiciese Ancelotti, tampoco. Esto funciona así y me parece lamentable. Por tanto, no es que no se permita la protesta en un momento dado, o la queja, sino que no se permite a algunos, pero a otros sí.

Me produce una extraña sensación que valga lo mismo aventar una entrada como la que Casemiro hizo a Alejo (por detrás, con los tacos por delante sin intención de jugar el balón, a la altura de la tibia y bajando hasta la articulación del tobillo) que, por ejemplo, dentro del mismo partido, el agarrón de la camiseta que hizo Juan Cala a Hazard. No lo comprendo, lo digo de verdad.  Quiero decir, la primera tuvo un riesgo evidente de dañar la integridad física de un compañero de profesión (bueno, eso al brasileño le importa poco en todos los partidos), la segunda no. Y valió lo mismo: exactamente lo mismo, así que….¡chicos y chicas, procedan de igual modo! Menuda barbaridad, lo digo en serio: qué lectura y ejemplo más paradójico y nocivo. Tampoco comprendo lo de las manos o lo de los posibles empujones y agarrones en los córners, según quién los haga.

Luego, saldrán los puristas de los buenos hábitos futbolísticos, como aquellos que atacan a Bordalás, incluso aunque sea con una expulsión de un jugador de otro equipo y el técnico alicantino no tenga nada que ver. Ahí está la fama, pero también la mirada deformada y deformadora de la realidad, porque el show debe continuar. También hay que proteger al fútbol, dicen, cuando se pone el nombre de Vinicius sobre la mesa, pero no cuando es Guedes la víctima, o Jorge Molina o Lucas Boyé, por poner otros ejemplos. Ahí, entonces, vale todo. Hay que ser torticero para darle la vuelta a todo esto y querer justificar lo de Casemiro en cada partido o si a Vinicius le paran con dos faltas ponerse rápido a llorar porque, claro, no podemos ver la maravilla del extremo madridista y el mundo pierde brillo y en algún sitio muere un gatito. Y no me creo que, por dentro, no sean conscientes de que defender que esa tarjeta (como casi todas las que hace en todos los partidos) no merece algo más.

Muchos se han convertido en apóstoles de un deporte que, como tal, ya no existe, porque el fanatismo, el populismo, el espectáculo y su personaje han devorado cualquier atisbo de valor profesional, cualquier resquicio de objetividad. Yo no pido que se encierre en una cárcel a Casemiro por su entradas, pero sí que exista un trato justo con él y contra él, es decir, que o todos pueden hacer lo mismo, o nadie. No creo que sea tan difícil de aceptar ni de aplicar, pero me pregunto ¿a quién beneficia, en verdad, el hecho de que esto no se aplique entre quienes están velando por la igualdad en este campeonato? No lo sé, pero inquieta pensarlo.
Tampoco se trata de darle palos al Real Madrid: yo no soy antimadridista. 

De hecho, en Europa quiero que llegue lo más lejos posible, porque esa puntuación beneficia a los equipos españoles y el cupo, y porque así se desgasta más y en la Liga seguro que no da su mejor rendimiento, porque, cuanto más bajo acabe, mejor. Y que bajen seis categorías si puede ser. Pero no soy antimadridista, que conste. Y tal es así que te digo que su técnico es un señor de los pies a la cabeza: ante la defensa férrea del Cádiz, lejos de hacer un Emery llorón (y otros tantos que hemos oído este año), alabó a su rival, aplaudiendo el hecho de haber cumplido de maravilla con su plan de partido: tenían sus armas y las han aprovechado de excelente manera. Me encantó esta intervención, porque es lo más sensato que he oído desde hace tiempo en ciertas casas. Así sí da gusto competir con lo que uno tiene o sabe o puede hacer. 

Bravo por Ancelotti que, muy lejos de ocultar la inoperancia (o no) de su planteamiento, alabó el buen trabajo rival. Algunos podrían tomar nota antes de lanzar sus absurdas saetas contra Bordalás o el Valencia CF. Eso sí es señorío y no lo de Casemiro, que va con el hacha, tan tranquilo, por los campos de España, sin que pase nada. Ojo, pero al Barcelona también le toca: Gavi es un jugadorazo, sí, me encanta, pero ese chico hace de siete a ocho faltas por partido y no recibe ni amarilla aunque fuera por reiteración. En fin, si fuera Alderete o Diakhaby ya estarían en el tercer ciclo de amonestaciones, y eso que están ya cerquita de ello.
Moraleja: esta liga tiene demasiadas sombras y muchos agravios comparativos. Dime con quién juegas y te diré todo lo que se te permite.

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