Hoy es 7 de octubre
Al fin uno tranquilo. Sin dramas por la pérdida de Balones de Oro, Maradonas en ciernes, y Messis en potencia. Ni por la no llegada de Götzes o Reus. Porque como somos un entorno maduro y sensato, ya no estamos para repetir los mismos pecados de este curso
VALENCIA. Dilin-dilong, el año más caótico, y desquiciante, de cuantos recuerdo llega a su final. Emborrachémonos para celebrarlo. Bebamos para olvidar el desfile de payasadas que partió desde la grada, la prensa, el palco y el campo y demos la bienvenida al caloret.
Brindemos compañeros, brindemos porque finalmente, según leemos en las crónicas, el Valencia encontró a un titán para el banquillo. Al fin se prestigió el cargo de entrenador en Mestalla y ya no hay absurdos tales como llegar habiendo entrenado sólo dos años en el Río Ave. Ahora basta con 26 partidos en la segunda división mexicana o 34 en la Premier israelí para hacer campaña por ganarle al Eibar.
Qué megaexigentes somos, colegui.
Empinemos los codos ante el inminente fin del Parejato, y preparémonos para alucinar con los cantos de sirena que nos traerán sus haters, tipos de un brío, un nervio, y una intensidad descomunal, como las de Halilovic, Sarabia o Ben Arfa...
Las guindas a la anunciada intención de contratar a Cheryshev, que está sanísimo. Apenas sufre una tendinopatía crónica que le ha permitido con 25 años y medio jugar la friolera de 39 encuentros en Primera División. Y además, mostró en 4 meses más compromiso que muchos que llevan aquí años: Asistió a todos y cada uno de los entrenamientos. Se nota que no le representa Mendes.
Un partidito queda, uno, para liberarnos de este año y poder descansar. Una fiesta ante la Real para celebrar que el señor que puso a un comentarista de televisión a dirigir un proyecto de 150 millones, sin que se le moviera un músculo de la cara, haya aprendido, y aplaudirle su gestión al frente de la entidad. Me desborda tanta modernidad y acciones de prestigio que no hicieron más que hacer crecer al club.
Lejos quedó el circo que parecía antaño. No cabe un ejecutivo preparado más en la entidad, ni uno, hay tantas ideas y proyectos en ciernes que cuelgan de las ventanas.
Mira como estará la cosa, que el día que le imponen la insignia de oro y brillantes a un presidente borrado por la dictadura, lejos de no acudir ningún alto cargo del Valencia, se presentó al mismo la plana mayor; acto que en lugar de celebrarse de forma semiclandestina en el sótano de un museo, se llevó al palco de Mestalla para darle visibilidad y honor al mismo.
Alegría por el veranet que nos espera. Al fin uno tranquilo. Sin dramas por la pérdida de Balones de Oro, Maradonas en ciernes, y Messis en potencia. Ni por la no llegada de Götzes o Reus. Porque como somos un entorno maduro y sensato, ya no estamos para repetir los mismos pecados de este curso. Ni para movernos por intereses personales que nos lleven a defender o criticar el mismo hecho sólo dependiendo de si quien lo hace es de los nuestros o de los otros.
Dilin-dilong, el año más asqueante y deprimente de cuantos recuerdo llega a su fin. Emborrachémonos. No sea cosa que empiece el siguiente y haya que echar en falta a este.