VALÈNCIA. Desde que nació House of Chappaz hasta la actualidad muchas cosas han cambiado, el mundo que nos rodea no es el mismo tras la pandemia pero para Ismael Chappaz, director de la galería, cabe siempre recordar y reivindicar los mismos motivos: reivindicación queer, comprender la nostalgia, poner en el punto de miro cuestiones de raza y género, y ante todo hablar de una revolución política: “Es totalmente una parte clave del statement de la galería, con todo lo que tiene que ver con las estéticas de la modernidad, lo queer, lo decolonial y todo lo que entra dentro de ello”, asegura el galerista.
Es por ello que su enlace directo con la obra del mexicano Andrew Roberts anexiona todo esto gracias a Necromancer, que da forma al concepto de la lucha poscolonial por las materias dentro de un universo inventado en el que los humanos tendrían que manejarse a través de una “estrategia” digna de videojuego. Tal y como lo contempla Roberts el mundo de ahora se rige mucho por todos esos elementos no renovables que va empleando el jugador (el ser humano) en su día a día. Estos pueden ser tanto petróleo como los materiales que se ven en una tablet o la base gráfica de un ordenador. En el texto de la sala, compuesto por Víctor G. García Castañeda, se describe esta idea a lo largo de la muestra como un paralelismo en el que se ve como la Tierra “produce distintos tipos de mana (recursos no renovables) que son usados para costear las acciones del jugador”. Es por ello que House of Chappaz se llena de libros, gemas y monstruos para hablar de este tipo de historia poshumana, que a su vez habla de razas, clases, habilidades y herramientas.