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plaza redonda / OPINIÓN

Anoche me llegó el mejor regalo del mundo

25/12/2021 - 

VALÈNCIA. Respeto todas las creencias y celebraciones de estos días navideños. E igual que respeto a todo el mundo yo le pido a ese mundo que me respete a mí también, e incluso, si pudiera pedirlo por favor, también me encantaría que se sumaran a mi sueño en una noche tan especial como la de ayer. Ya soy mayorcito y por estas fechas sueño con la familia que de alguna forma yo he perdido y que me encantaría recuperar para vivir estos momentos con una sonrisa permanente. Pero eso es a nivel familiar. A nivel deportivo anoche soñé otra cosa y esa cosa si que merece ser compartido con todos ustedes.

Con una sonrisa

Anoche me acosté como lo suelo hacer todos los días. Con calma, pensando en los míos, con tranquilidad y sin esperar para nada la llegada de un sueño alucinante que fue como mi mejor regalo de Navidad de todas las navidades que recuerdo. Y obviamente ese sueño tuvo mucho que ver con el Valencia y con ese futuro que todos soñamos que se produzca pero que nunca llega a ser realidad.

Adiós Singapur

Y mi regalo de anoche no pudo ser más precioso. Vale, sí, es cierto que solo es un regalo de cariño y que además es escasamente real para los tiempos que corren. Pero les voy a ser sincero. A mí me hizo una ilusión que ya casi ni recordaba. Y el sueño fue muy simple, pero a la vez tremendamente precioso. Fue alucinante. En ese sueño tan especial y de alguna forma tan cariñoso, soñé con mi Valencia y recibí el mejor regalo que ahora mismo puede recibir cualquiera que se sienta valencianista de cune. Fue alucinante. Y fundamentalmente se trató también de soñar con un Valencia donde no existe para nada ese señor de Singapur llamado Peter Lim. Fue un sueño enorme y un regalo precioso. El Valencia, nuestro Valencia, dejó de estar en ese sueño en las manos de un sátrapa de Singapur para regresar a ubicarse en el corazón de todos aquellos que sí sienten de verdad que tienen un murciélago en el corazón.

Una sonrisa

Y pasó lo que tenía que pasar. Me levanté con una sonrisa en la cara y con otra sonrisa, esta vez gigante, acompañándome en el corazón. El Valencia había dejado de estar en manos de Peter Lim y mi sueño de pequeño, ese sueño repleto de cariño y de alegría, había regresado a mi corazón sintiendo que nuestro Valencia, de nuevo, tenía un lugar de privilegio en el corazón de todos los que sentimos de verdad un cariño inmenso hacia este club de fútbol.

Vuelta a la realidad

Pero en verdad solo fue un sueño precioso, pero fue ese sueño repleto de cariño que muchos soñamos por estas fechas tan festivas. La alegría, eso sí, no eclipsó a la triste realidad, pero sí que consiguió que ese sueño tan precioso se quedara para siempre grabado en mi corazón. Y la conclusión es clara y no hay dinero en el mundo que la pueda silenciar. El fútbol moderno, desde la llegada de las sociedades anónimas deportivas, dejó de ser ese fútbol que muchos hemos mamado desde pequeño, para convertirse en un negocio con escaso sentimientos e incapaz de arrebatar ese lugar en el corazón al fútbol de verdad.

La felicidad es eso

Y ya una vez en el mundo, me quedo feliz con el mensaje de ese sueño que en el fondo fue el mejor regalo que nadie puede recibir por estas fechas. Soy del Valencia, me siento del Valencia y sueño con un equipo en manos razonables y con sentimientos. Y salgo de nuevo a la calle y llevo una sonrisa en la cara. Recibí el mejor regalo del mundo, de mi mundo, por estas fechas. Y ese regalo, ese sentimiento, hoy no me lo puede arrebatar nadie. Sueño ya despierto, abro los ojos y no puedo evitar decir lo que más siento. Amunt Valencia! Amunt ahora y siempre.

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