VALÈNCIA. A veces el apellido supone una pesada y dura carga. Que se lo pregunten a la última incorporación del Valencia en este loco final de mercado: un Justin Kluivert (Zaandam, 1999) que fue una de las perlas más codiciadas del fútbol europeo hace unas temporadas pero que ha perdido cierto cartel durante los últimos años.
Formado en la mítica cantera del Ajax, Kluivert siempre tuvo que lidiar con su apellido. Tanto en las filas del legendario club de Ámsterdam como en las categorías inferiores de la selección holandesa protagonizó una irrupción estelar. Se le llegó a considerar el mejor jugador joven en 2018 cuando solo tenía 18 años, por delante de fenómenos como Phil Foden (Manchester City), Vinicius Junior (Real Madrid), Kai Havertz (Chelsea) o Matthijs de Ligt (Bayern de Múnich).
Cuando media Europa empezaba a suspirar por él, la Roma se movió rápido y pagó por él más de 17 millones de euros en verano de 2018. Fueron dos temporadas en el Calcio en las que el neerlandés acumuló experiencia en una gran liga europea; sin embargo, Paulo Fonseca (actual técnico del Lille) descartó al atacante durante el inicio del curso 2020/2021 y este recaló cedido en el Leipzig. Disputó 19 encuentros en Bundesliga sumando tres tantos y un pase de gol.
El verano siguiente, misma película con diferente protagonista: José Mourinho (todavía técnico de la Roma), al igual que Fonseca, tampoco contó con el joven internacional por Países Bajos. El destino de su cesión iba a estar esta vez en Francia, concretamente en el Niza de Cristophe Galtier (actual técnico del PSG). En la Costa Azul Kluivert gozó de más continuidad y alcanzó las 32 participaciones con una tarjeta de 6 goles y 6 asistencias.
Este verano, la historia se ha vuelto a repetir y buscará reivindicarse y mostrar su potencial a las órdenes de Gennaro Gattuso. El talento de Justin no lo discute nadie, pero es cierto que todavía no ha encontrado la regularidad necesaria para aspirar a ser un gran jugador.
Todavía es muy joven y su apellido pesa, aunque no se parece a su padre mucho más allá de su rostro. Se trata de un atacante cuyo mejor rendimiento ha surgido partiendo desde la banda izquierda, aunque su condición de ambidiestro lo convierte en un futbolista más versátil a la vez que menos especialista, algo que a veces ha jugado en su contra. Con 1,73 metros de altura, es rápido y tiene mucha intuición para encontrar fácilmente los espacios a la espalda de los defensas. Sin ser un extremo desequilibrante, busca muy a menudo el uno contra uno con buenos resultados, aunque no es su principal virtud. En tres cuartos de campo maneja buenos recursos tanto para asociarse como para ser vertical.
Su asignatura pendiente navega entre la regularidad y el gol, ya que sus números nunca han sido la mejor carta de presentación para un chico al que, de manera equivocada, siempre se le comparó con el que fuese uno de los grandes delanteros de la historia del fútbol neerlandés: su padre.