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VALÈNCIA. Por octava vez consecutiva, el Bayern de Múnich se ha proclamado campeón de la Bundesliga. Ocurría el pasado martes, cuando los bávaros vencían a domicilio y por la mínima a un viejo conocido en horas bajas: el Werder Bremen. Otra temporada más, esta vez con parón por COVID19 y relevo en el banquillo incluidos, el gigante alemán supera sus obstáculos y retiene el título. Su título.
El dominio del Bayern sobre sus competidores nunca fue noticia en el país teutón; sin embargo, en la última década, el dominio se ha convertido en dictadura. Dos títulos de liga consecutivos del Borussia de Dortmund en 2011 y 2012 significan el último atisbo de alternativa en el fútbol alemán. A partir de aquel momento, el club más laureado de Alemania se ha impuesto en todas las ediciones, un récord que invita a reflexionar.
Es la prueba del éxito de un modelo, una filosofía y una manera de entender el fútbol. No solo deportivamente, sino también como institución. Es habitual ver a históricos como como Oliver Kahn, Philipp Lahm, Hasan Salihamidzic o el mismo Karl-Heinz Rummenigge, director general de la entidad, en las oficinas del club. Es la manera de asegurar la supervivencia del ADN Bayern en todas las parcelas de la entidad. El mismo Hans-Dieter Flick, el técnico que acaba de guiar al club a su título de Bundesliga número 29, ya vistió la elástica roja allá por el final de los años 80.
El puño de hierro del fútbol alemán es también su principal valedor. Sobre el césped es donde mejor se percibe esta realidad. El club apuesta desde hace años por los mejores jugadores alemanes, a los que suele fichar cuando destacan en la Bundesliga, pero todavía no se han convertido en superestrellas. De este modo, refuerza su plantilla y debilita sus rivales. Es el caso de jugadores como Serge Gnabry, Leon Goretzka, Joshua Kimmich o Niklas Süle, indiscutibles a día de hoy no solo en la primera plantilla, sino también en el combinado nacional.
Otro pilar fundamental sobre el que se sustenta tradicionalmente la estructura del club es la cantera. Una cantera que a lo largo de la historia ha producido grandes nombres, tanto para el primer equipo como para Die Mannschaft. Prueba de ello, la influencia de piezas como Bastian Schweinsteiger, Philipp Lahm o Thomas Müller en la historia reciente del club y la selección alemana campeona del mundo en 2014. El dispositivo de detección de talentos del Bayern goza de la atención y los recursos necesarios como para reclutar a las mejores promesas del país y de otras muchas zonas del planeta.
Además de tratarse del mayor exponente futbolístico local y nacional en Alemania, las arcas del Allianz Arena han facilitado la llegada de jugadores extranjeros ya contrastados, pero afines a la filosofía del club. Jugadores que han llevado al club a lo más alto a partir de integrarse en la cultura Bayern, en el Mia San Mia. Mitos como Robert Lewandowski, Arjen Robben o Frank Ribery ya eran grandes estrellas antes de llegar a Múnich, pero desarrollaron un apego a la ciudad, al club y a la filosofía Bayern, más propio de un jugador autóctono que de un extranjero. Eso les hizo marcar época.
En otras ocasiones, los que llegan son futbolistas de ligas más exóticas para, en un espacio corto de tiempo, revelarse como jugadores verdaderamente extraordinarios. Este año es particularmente sorprendente la aparición de Alphonso Davies, una de las sensaciones de la temporada en Europa. Eso habla del trabajo de una dirección deportiva que tiene ojeadores en los cinco continentes.
Esta identidad tan marcada debe plasmarse dentro y fuera de los terrenos de juego. Al club se le exigen títulos todos los años, y para ello el margen de error es corto. En la conquista de las ocho Bundesligas consecutivas, han participado siete técnicos distintos. Cuando las cosas no marchan, el club tiene la determinación para tomar decisiones y hacer el relevo en el banquillo; y, lo que es más importante, acierta con el cambio. El último ejemplo, esta misma temporada con la destitución de Niko Kovac y la apuesta por Flick.
No puede ignorarse el hecho de que, más allá del Bayern, no existe hoy en Alemania un proyecto futbolístico lo suficientemente asentado como para construir una alternativa a corto plazo. De hecho, durante estas últimas ocho ediciones, el subcampeonato de la Bundesliga se ha repartido entre cuatro equipos. La mitad los ha conseguido el Borussia de Dortmund, pero solo tuvo opciones reales la temporada pasada, cuando se quedó solo a dos puntos del campeón. Las estrellas actuales del conjunto negriamarillo son Jadon Sancho y Erling Haaland, que tienen 20 y 19 años de edad, respectivamente; dato que representa a la perfección la realidad de una plantilla a la que aún le falta rodaje para convertirse en una alternativa real a la dictadura roja.