ALICANTE. El Elche encajó este sábado ante el Osasuna su decimonovena derrota del presente curso liguero y la segunda en siete días con Sebastián Beccacece al frente de su banquillo.
En El Sadar, el técnico rosarino volvió a alternar sistemas (defensas de cuatro y de cinco) y a situar a algún futbolista fuera de su posición natural. Eso sí, a diferencia de ante el Barça, esta vez los suyos tuvieron más protagonismo con el balón y, especialmente, en campo contrario. Esto último les permitió adelantarse en el marcador, en una muy buena acción de Omar Mascarell y 'Tete' Morente en el tramo final de un primer acto en el que sufrieron algún sobresalto, primero en la forma de penalti en contra no concedido gracias al videoarbitraje (el pontedeumés Iglesias Villanueva intervino desde Las Rozas para bien, advirtiendo a González Fuertes de que John Donald no había derribado precisamente a Ante Budimir) y, después, en los escarceos de Kike Barja y 'Ez' Abde por ambos costados.
Sin embargo, en la segunda mitad el Elche metió el culo atrás, cedió demasiados metros a un Osasuna que creció de manera paralela y proporcional al decrecimiento de los franjiverdes. Si bien es cierto que respondían a problemas físicos de los futbolistas relevados (Fidel y 'Tete') las primeras dos rotaciones introducidas por Beccacece tuvieron mucho de conservadoras y la tercera y cuarta llegaron tarde, cuando el rival había conseguido darle la vuelta al marcador, espoleado por un público animoso donde los haya y guiado por las diabluras de un extremo que el pasado verano pudo ser franjiverde (en calidad de cedido).
Falta de profundidad de banquillo como consecuencia de la errática planificación deportiva (tanto en verano como en invierno) y un entrenador que, consciente de lo anterior, se resiste a introducir cambios del perfil que demanda el partido (u otro distinto) por falta de confianza en el relevo, la creencia de que la apuesta inicial es la única buena, pero no solo por ser la inicial. Se trata de algo que se le reprochaba a Pablo Machín y en lo que incurrió este sábado un Beccacece que cuenta con la confianza ciega de su agente, el también propietario del club franjiverde Christian Bragarnik, quien (probablemente) tuvo en su mano hace ocho meses el cerrar la cesión de Abde.
