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VALÈNCIA. El Circuito Ricardo Tormo cumple 25 años el próximo 19 de septiembre. Un cuarto de siglo. Algunos pilotos del momento no habían nacido cuando se inauguró con un Gran Premio que fue una locura, bajo la lluvia, y que se coronó con el triunfo en 500cc -la categoría reina, lo que ahora sería MotoGP- del francés Regis Laconi. La historia del autódromo la viví muy de cerca en mis primeros años de profesión. Un poco antes de empezar a trabajar se puso la primera piedra y, años después, se produjo la esperada inauguración.
Hablo de esperada porque no fue una conquista sencilla. El hostelero Salvador Gascó, que era el presidente de la federación valenciana de motociclismo, y el periodista Paco Desamparados fueron sus principales impulsores. Los líderes de la nutrida afición valenciana a las motos. Hubo muchas manifestaciones reclamando la construcción de un circuito y se llenó València de carteles que decían ‘Cervera, cumple’, en alusión a José Emilio Cervera, la máxima autoridad deportiva de la Comunitat Valenciana. Se hacían bocetos nuevos. Se cambiaba el terreno elegido: Cullera, Guadassuar, Gandia, Sueca, L'Alcúdia, Oliva, Llaurí, Benidorm… Y el tiempo pasaba.
La Comunitat tenía una tradición con campeones del mundo como Ricardo Tormo, Jorge Martínez ‘Aspar’ o ‘Champi’ Herreros. Y ya se habían construido otros circuitos por España: Jerez, Albacete y Montmeló, además del mítico Jarama.
Después de la primera piedra vinieron varios años de parón porque el gobierno de Eduardo Zaplana se veía incapaz de financiarlo. Hasta que en 1997 se reanudan las obras, que finalizan en 1999, hace 25 años. Una de las noticias más tristes fue que Ricardo Tormo, Ricardet, no pudo verlo. El 1 de diciembre de 1998 se celebró un acto de presentación en el Velódromo Luis Puig, con presencia del mismísimo Mike Doohan, y se proyectó una vídeo con unas declaraciones del piloto valenciano, que falleció seis semanas después por una leucemia.
Es el primero de los grandes nombres que la vida se ha ido llevando. Como los periodistas Julián Company -la sala de prensa del circuito lleva su nombre- y Paco Desamparados, una persona providencial, Gascó y el expiloto de Fórmula 1 Adrián Campos.
A mí me gustó el motociclismo desde niño, desde Ángel Nieto y Tormo. Recuerdo muchas carreras en blanco y negro. Luego vinieron Aspar, Champi, Miralles.. Y ya como periodista, Héctor Barberá, Álex Debón, Héctor Faubel, Sergio Gadea, Nico Terol… Chavales muy jóvenes con entornos a veces complejos. Pero fue un shock, después de tantos años como espectador, poder vivir los primeros grandes premios desde dentro.
A lo largo de todos estos años viví experiencias que no olvido. Como una reunión con Michael Schumacher durante unas pruebas de Ferrari en Cheste. O una entrevista con Valentino Rossi en su ‘motorhome’ mientras comía regaliz. O el día que Pablo Pernía, su eterno jefe de prensa, que ha sobrevivido a los seis directores que ha tenido el circuito, nos animó a los periodistas a subir como copiloto en un camión de competición. Salí con las piernas temblando.
El fin de semana del Gran Premio de la Comunitat Valenciana motociclismo siempre fue muy especial. Las fiestas en Cheste, un pueblo tomado por los moteros. Los monumentales atascos. Las gradas y la ‘pelouse’ atiborradas de público. Carreras memorables. Enfados tremendos en los boxes. Cotilleos que corrían como la pólvora por el ‘paddock’. Famosos como Michael Jordan dejándose ver. El día que Rossi declaró que el circuito de Cheste le daba ganas de vomitar.
Han sido 25 años donde ha pasado de todo. Porque también recuerdo los conciertos multitudinarios y la noche que apareció mi amigo Álex Pla escandalizado porque Madonna había cantado en ‘playback’.
Pero no ha habido nada que pudiera superar la sensación de salir a la grada que había junto a la sala de prensa y escuchar el rugido de la afición valenciana cuando Héctor Barberá, o quien fuera, adelantaba a un rival y se colocaba primero. Más de 100.000 personas vibrando con el deporte que aman. Ahora ya lo vivo con cierta distancia, pero cada mes de noviembre me sonrío cuando voy andando un sábado por las calles de València y escucho el estrépito de unas motos acelerando bruscamente. Tras unos segundos de duda, tu cerebro de recuerda que es el fin de semana del Gran Premio. Y entonces sonrío. Bonitos recuerdos.