VALÈNCIA. Hace bien Pepe Bordalás en realizar toda clase de pruebas durante estos primeros amistosos de pretemporada, en los que lo que menos importa es el resultado. El entrenador del Valencia está analizando a todos sus futbolistas y realizando múltiples combinaciones en el once. En su particular laboratorio de ensayo, por ejemplo, ubica a Yunus de segundo punta o en el medio campo. Lo mismo hace con Hugo Guillamón, al que ha utilizado de seis distribuyendo el juego con criterio. También se muestra atrevido a la hora de confiar en prometedores chavales recién llegados al club como Diego López. Bordalás agita un vestuario en el que cada futbolista disfruta de oportunidades para demostrar si es válido de cara a este nuevo proyecto futbolístico que ahora comienza.
El hecho de tener cintura y mover las fichas de las que uno dispone es algo plausible. Es hasta lógico conocer a la perfección todas las opciones que te pueden dar tus futbolistas antes del inicio de la Liga, conocer sus virtudes y defectos, para explotarlas posteriormente. En este fútbol super profesional se cuidan y analizan hasta los mínimos detalles. Quizás esa falta de reflejos es algo que penalizó mucho a Javi Gracia la pasada temporada. Cuando las cosas vinieron mal dadas, no hubo atisbos de reacción en el equipo. Sobre todo desde el banquillo. Ese inmovilismo del técnico navarro, ese no saber qué hacer, unido al riesgo real de un posible descenso a Segunda división acabó pasándole una grave factura.
Sin embargo, y volviendo al presente, insisto en que el hecho de realizar pruebas con los jugadores es lo que toca. Pero también es cierto que ese plan de Pepe Bordalás evidencia una elevada dosis de previsión por lo que pueda (o no) suceder. Vamos a llamarlo así por decirlo de alguna manera. Me explico. Bordalás es un tipo listo, curtido ya en mil batallas en esto del fútbol, y va por delante. A lo largo de su dilatada trayectoria por las distintas categorías del fútbol español se las ha visto de todos los colores. Con presidentes de lo más particulares. Y aquí no le van a pillar por sorpresa. Por eso, consciente de la dificultad del mercado, y que los gestores del Valencia de Lim no se caracterizan por su fiabilidad, quiere tener trabajado un plan B (y hasta un plan C) por si los fichajes que le han prometido no llegan. O por si traspasan a alguno de los intocables, que también puede pasar. Es cierto que el técnico espera a sus primeras opciones del mercado, pero si éstas se resisten, tendrá mucho avanzado para comenzar la Liga con garantías.
Él no lo dirá. Y menos públicamente. Está feliz en el Valencia y entrenar en Mestalla era uno de sus sueños desde años ha. Pero estoy convencido de que Bordalás, en su fuero interno, no acaba de fiarse al cien por cien de lo que pueda hacer Meriton. Ni Bordalás, ni la totalidad de la afición de Mestalla. Ya está/estamos avisados. Sobre todo después de ver el currículum de esta gente de Singapur y su larga lista de dislates. Por eso, y lejos de entrar en cualquier polémica antes de hora, lo que hace el entrenador del Valencia es trabajar en silencio y tener previstas las soluciones para los problemas que puedan surgir más adelante. Que no le agarren con el paso cambiado. Por ejemplo, si no llega un seis de garantías, sabrá a ciencia cierta lo que le puede aportar al equipo Guillamón o Yunus en esa posición. O si le vale o no Esquerdo para disfrutar de minutos como medio centro a lo largo de la temporada. Bordalás va por delante. Y hace bien.