ALICANTE. Desde la 2016/17, la temporada del descenso a Segunda B, no se vivía en el estadio Martínez Valero un ambiente tan enrarecido, con críticas abiertas hacia los jugadores, como este domingo durante el choque contra el Athletic de Bilbao.
Es verdad que en estos últimos cinco años, durante la etapa de 16 jornadas sin ganar que desembocó en la 'dimisión' de Jorge Almirón y en la derrota (0-3) de la jornada 14 del curso pasado ante el Real Betis tras la que Christian Bragarnik despidió a Fran Escribá, bien pudo suceder lo mismo, pero lo evitaron el jugar a puerta cerrada en el caso del técnico argentino y la entonces relativamente reciente permanencia sobre la bocina conseguida con el valenciano en el banquillo.
Sigue siendo pronto para dar por amortizado a Francisco Rodríguez o por condenado al descenso al Elche, pero la imagen de este dista mucho de ser mínimamente aceptable: el curso pasado, si algo caracterizaba al equipo de Francisco es que siempre vendía cara la derrota, pero eso no solo no está sucediendo en el presente, es que por momentos los franjiverdes parecen dejarse ir (o su físico no les permite hacer otra cosa) en los encuentros.
Los errores groseros en defensa, la falta de intensidad también en otras líneas como el centro del campo... la grada no lo perdonó este domingo: además de las dos pitadas con las que fueron despedidos los jugadores (especialmente la del final del primer tiempo, ya que muchos aficionados locales habían abandonado su localidad antes de que finalizara el partido), estos pudieron escuchar gritos de "fuera, fuera", "seguís de vacaciones" o "el Elche somos nosotros". Por si había alguna duda, tras el choque Fidel Chaves demostró que los mismos no habían pasado desapercibidos para el vestuario: "Es de las pocas veces que me han increpado en mi campo [...] estaba sufriendo por mí y mis compañeros", confesaba el onubense.