VALÈNCIA. El poso que Javi Calleja dejó en Álava es bueno. La imagen que guardan en Mendizorroza del paso del técnico madrileño por su banquillo es positiva a pesar de que, tras salvar al equipo del descenso en la primera temporada en que aterrizó, no pudo sortear el destino en la segunda. Llegó en abril de 2021 y no se comió el turrón en las Navidades de ese año. Cuentan en Vitoria que ya fue algo cercano al milagro lo que logró el hoy preparador del Levante cuando sacó a los babazorros del agujero en primera instancia. También que, cuando inició el proyecto desde cero completando toda una pretemporada, el ambiente entre el vestuario y el seno del club por los ERTE derivados de la pandemia, así como el titubeo deportivo que el técnico no solventó sobre el césped, le llevaron a un despido inevitable. Le relevó en el cargo un Mendilibar que tampoco levantó al equipo y Julio Velázquez acabó consumando el descenso el curso pasado precisamente en el Ciutat.
Calleja cogió el volante del Alavés, colista, en la 20/21. Corría el mes de abril y el cuadro vitoriano clasificaba a tres puntos de la salvación, en aquel momento marcada por el Elche. Sucedió a Pablo Machín y firmó una cláusula de renovación en caso de permanencia que acabó haciendo efectiva mes y medio más tarde. Entonces a Calleja no le fue posible llevarse a todo su cuerpo técnico a Vitoria: Jesús Unanua, hoy entrenador de porteros a su vera en el Levante, no pudo aterrizar en Mendi aquel abril, pues en el Alavés ya figuraba Javier Barbero como preparador de metas de club. Eso sí, Unanua acabó uniéndose de nuevo a Calleja en el diseño de la 21/22 como ayudante técnico.
El comienzo de la etapa fue óptimo. De ahí, el dulce sabor que quedó en el paladar de la entidad vitoriana en su recuerdo. Consiguió 15 puntos de los últimos 24 del campeonato y terminó ubicado cuatro puntos por encima de las posiciones de descenso. Se pudo permitir, de hecho, caer en el cierre de campaña en Sevilla. La última victoria del Calleja alavesista fue precisamente... ante el Levante, en aquel 2-1 con remontaza incluida babazorra a un primer gol de De Frutos.
No obstante, el inicio de la 21/22 fue tan amargo como que se consecharon cinco derrotas consecutivas y en diciembre Calleja dijo adiós con el Alavés 18º clasificado en Liga y habiendo sumado un único punto en los últimos cinco partidos, además de una pronta eliminación de la Copa del Rey.
Y en su vuelta a Mendizorroza, Calleja se enfrentará a uno de los ídolos del levantinismo, uno de los mejores entrenadores que recuerdan las retinas granotas. Luis García Plaza logró un ascenso cuando nadie lo esperaba y, de hecho, fue uno de los entrenadores que, antes de prescindir de Alessio Lisci, pasaron por la libreta de Felipe Miñambres. Javi Calleja no conoce personalmente a 'Luisgar' a pesar de que, indirectamente, trabajaron muy cerca. Al menos, ambos recogieron el legado de uno y otro en el mismo club. Fue en el famoso 'hecho y deshecho' del Villarreal, tras despedir a Calleja, contratar a Luis García y volver al primero un mes después, cuando al exlevantinista no le acompañaron sus primeros resultados al frente del Submarino.
Roig Negueroles apostó por Luis García para reflotar la nave, medio hundida, de un Villarreal que peleaba peligrosamente contra sus propios fantasmas camino de las posiciones traseras de la clasificación. Más tarde, Manuel Llaneza apostó por el regreso del de Alcalá de Henares para levantar un rumbo que, finalmente, sí logró enderezar. De hecho, continuó la siguiente temporada, aquella que precedió al relevo final por Unai Emery, que no sentó bien al propio Calleja después de hacer revivir al equipo tras el parón por la explosión de la crisis sanitaria.