Hoy es 14 de octubre
VALÈNCIA. Una vez más y… ojalá vengan muchas otras, la romería de valencianistas camino de Sevilla, supone el pitido inicial de la liturgia propia de una Final. El ‘santuario’ de la Cartuja es la meta y el momento en el que -quiera Dios- José Luís Gayá levante el preciado trofeo al cielo hispalense, desencadenará el éxtasis de una devoción compartida. Pero antes, dicha liturgia debe cumplir sus pasos. Pasos que marcan la peregrinación hacia el Sur y que no son sino la reafirmación de un sentimiento de pertenencia y, a la vez, la espita necesaria por la que expiar los sinsabores que viene padeciendo la sufrida afición valencianista. Sevilla siempre fue una anfitriona excelente.
Sus calles, sus tabernas y su simpática hospitalidad han sido escenario, en diversas ocasiones, de momentos muy felices para aquellos que compartimos la emoción por los colores heredados de nuestros mayores y… las horas previas a una final como la de esta noche son parte imprescindible de la propia final y carrete donde quedarán las imágenes de una jornada para el recuerdo. Cuando, a las 10 de la noche, arranque el partido, sucederá lo que tenga que suceder porque la grandeza del fútbol reside en su imprevisibilidad. Tendrá que ver con las tácticas, con las estrategias, con el momento de inspiración de los futbolistas y con la mentalidad que cada entrenador haya sido capaz de inculcar en su equipo pero el partido del aficionado se juega desde horas antes y esos partidos siempre los gana él aficionado valencianista.
La liturgia de quienes, por haber entrado en los criterios marcados por el club o por pertenecer al círculo de ‘amiguetes’ de Murthy, han conseguido la entrada para La Cartuja acabará coleccionando un mayor número de recuerdos que quedarán indeleblemente tatuados en la memoria pero no es menos importante la liturgia de quienes no la han conseguido porque el aliento que se condensa en cada Peña valencianista , en cada Casal Fallero o en cada reunión de amigos que se junten para comer el ‘bocata’ y ver la final, llegará a La Cartuja con la fuerza del viento que va camino del Sur.
Lo de esta noche nada tiene que ver con los patéticos dirigentes que está sufriendo el Valencia, del máximo accionista nada se sabe, ni siquiera es seguro que sepa que el Valencia vive hoy una cita histórica y… Anil Murthy, como cabeza visible del ‘ejército de okupación’, ya recibió ayer en el aeropuerto de Manises las bendiciones que se ha ganado a pulso desde que se instaló en Valencia para vivir la vida loca y para someter al valencianismo.
Tienen muchos muertos en el armario y no van a dejar de tenerlos por cosechar un título más. El aficionado sabe, perfectamente, que el hedor que sale del armario no se dispersa en partido de fútbol y que, a la vuelta de Sevilla, habrá que seguir reclamando que respondan por todos aquellos agravios que han infringido al valencianismo. La afición es sabia y distingue, si el menor atisbo de duda, la importancia de apoyar hasta el último resquicio de aliento al equipo que saltará esta noche al verde de La Cartuja de la necesidad de quitarse de encima a tan nocivos personajes. Si me permiten un humilde consejo…: Disfruten del día, aguarden la noche, miren el escudo que sus mayores cincelaron en su corazón, acuérdense de quienes se marcharon sin poder vivir un día como este y siéntanse orgullosos de pertenecer a esta ‘horda del murciélago’ porque eso es algo que ni el más ruin de los integrantes del ‘ejército de okupación’ podrá arrebatarles jamás. Amunt València!