Mal aconsejados, mal enfocados, mal errados y mal rectificados, Meriton Holdings ha demostrado que de cuentas de resultados no hay discusión posible. O por lo menos, sin decir sandeces. Pero, de cuestiones de pelota van justos...
VALENCIA. "Apenas son suficientes mil años para formar un Estado, pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo."
Esta cita me dice mi flamante agenda de 2017 que pertenece a Lord Byron. Pero si tunean un poco la cita para que en vez de hablar del Estado, hable del Valencia, estoy seguro que le encuentran sentido y les pega un bofetón en toda la cara como me ha pasado a mí.
Porque este camino marcado parece que va a tomar este Valencia nuestro, si no se cambian hasta los percheros, que dijo aquel. Porque una cosa que hizo bien en estos casi dos años de suplicio singapurense (obvio la primera temporada de Nuno, y no toda) fue contratar a un técnico contrastado, con un curriculum correcto y con el culo pelado. Pero se marchó. O lo hicieron marchar. Y los que mandan, así en general, como un ente, decidieron que iba a ser Voro. De interino, al principio. Pero es que ahora, parece ser que el nuevo director deportivo interino ha decidido, consensuado, supongo, que va a acabar la temporada en el banquillo el que, cuando era jugador, Di Stefano lo definía como comedor de tornillos.
Es un poco esperpéntico todo. Y resultaría hasta berlanguianamente gracioso, si no fuera porque estamos hablando de una entidad de cerca de cien años de historia. Que, a este paso, no se si los cumplirá. Y todo porque la gestión deportiva, pata clave en las sociedades anónimas deportivas, esta siendo un verdadero desastre. Mal aconsejados, mal enfocados, mal errados y mal rectificados, Meriton Holdings ha demostrado que de cuentas de resultados no hay discusión posible. O por lo menos, sin decir sandeces. Pero, de cuestiones de pelota van justos. Van tan justos que, si la motivación era armar un proyecto deportivo serio, ni con el superagente juanpalomo han podido, ni podrán. Es por eso que me toca sacar la pluma, epistolar, para lanzar al aire, aprovechando esta tribuna, la que espero sea, mi última carta en este sentido.
Carta abierta a Meriton Holdings.
Querido Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, (o Lim, Chan y Murthy),
No sé si se están dando cuenta del ridículo que hacen a cada paso que dan por Valencia. Alguien les tenía que decir que hay dos cosas que en esta ciudad -permítanme la localización literaria, pero que sepan que esto llega a pueblos de los que no han oído ni hablar-, no se toca, las Fallas y el Valencia. Son las dos, cosas altamente populistas y que llenan de alegría a todos los que, de una manera u otra, les toca de cerca. Sí, podrán decirle los asesores que hay antifalleros y gentes de otros equipos en la misma ciudad pero, para estos, ambas cosas son 'enemigos necesarios'. Puede ser excesivo o barroca la afirmación, pero por estas cosas se mueve la gente. No aquí, en España entera. Pregunten en Vigo o Sevilla y verán. Que allí aún se acuerdan.
Pero centrémonos en su ridículo, que hemos venido a hablar de mi libro. Están consiguiendo cargarse una gallina con los huevos de oro. Sí. De oro. Pero no miren al campo, que ahí los actores son temporeros y caducos. Miren al asfalto de alrededor de Mestalla en las horas previas de cada partido, miren a las gradas en noches con aroma a magia. Ahí. Ahí es donde tienen el oro. Esa gente son, somos, el principal activo del club. Y somos nosotros hoy. Pero gritamos y sufrimos por nuestros padres, nuestros tíos o nuestros abuelos que, en espíritu siempre animan. Los antepasados, que hablan en sus culturas orientales, si no estoy mal informado. Ese pasado es el presente y será el futuro. Y esta gente es capaz de dormir en la acera cuatro noches seguidas para conseguir una entrada. Y calzarse 12 horas en coche o en bicicleta si hace falta por ver a su equipo. Y compran lo que sea tatuado con el escudo. Y defienden a muerte eso. Y esa gente, encumbra o tumba dirigentes. Sí. Ha sido así y así siempre será.
Deberían mirar al Cardiff. Seguro que hay más ejemplos, pero tomen ese como bueno. Comprado por un millonario, le cambiaron hasta la equipación. Y llegaron a fichar a Medel, justo lo que nos hace falta ahora en el centro del campo. Pero bajaron. Y el dueño, que sonreía en el palco y saludaba a su afición, se metió leñazo. Esta claro que ustedes han venido a sacar dinero de esto, bien con los jugadores, bien con otras cosas. Aquí, por si no se lo han dicho, las otras cosas importan bien poco. Y vuelvo a escribir en trazo gordo. Aquí queremos sentimiento, pasión, galopadas y demostraciones de sentir el escudo regadas con sudor y sangre. Y mientras eso fluya, la gallina, nosotros, seguiremos dando huevos de oro. Pero si matan la gallina, se acabó el cuento. Pregunten a sus asesores por los cuentos populares de este país.
Es preciso proponerles un pacto. Está claro, por lo que nos llega, que usted, Dios Limchanmurthy no va a invertir más dinero en jugadores. Y parece ser que en buscar un sponsor tampoco. Que nos venderán a Cancelo, a Gayá o a alguno más con mercado y volverá la rueda a girar con números verdes para Meriton. Que no dudo que serán beneficiosos, pero así matan a la gallina y se tendrán que comprar otro corral. El pacto: sencillo. Pongan de ejecutivos a jugadores que han vestido este escudo y que estén preparados. No por compadreo, sino por solvencia. Les propongo nombres, que igual les suenan de las lonas. Fernando, Sánchez, Mendieta, Albelda, Carboni, César, Ayala y Rufete. No hagan bandos. Júntenlos a todos y pongan al mayor al frente de todos con un presupuesto cerrado y que cada tres meses les presenten balance de resultados. Por si andan despistados, una pista. El mayor era apodado Maestro o Catedrático. Y miren. Ya puestos, a su derecha, colocan a Subirats que, a pesar de sus amistades catódicas, es respetado y recordado con cariño y tildado de trabajador. Estos si van a defender con uñas y dientes este escudo y, por ende su potencial gallina de los huevos de oro.
Más mal que ustedes no lo van a hacer. Se lo aseguro. Y además, tienen sus palabras, escritas y habladas, en las hemerotecas para tener, sin estar trazada, la hoja de ruta clara. La misma que desde fuera, dentro. Y si no lo hacen, nos cargaremos las lonas por mentirosos y fariseos, por muchos goles y muchos partidos que hayan jugado.
Es su última bala. No dejen en mal lugar a la sabiduría oriental.
Un valencianista cualquiera. Con su padre, su abuelo y sus tíos detrás.
(De García Pitarch, nada que decir que no haya dicho ya en estas páginas servidor. Repetirlo sería aburrirles. Y les tengo en alta estima.)