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Cartulinas verdes en el Nou Mestalla

5/10/2023 - 

VALÈNCIA. Está cerca el momento en que concederle un nuevo convenio urbanístico a la propiedad del Valencia -por club interpuesto- se convierta en lo inevitable. La opción que impediría quebraderos de cabeza. La vía sencilla. Si no, el caos. 

Como tantas veces, Tebas adelantó la disyuntiva y, ante la duda, eligió Lim. Si se le facilitan las cosas a Lim con el estadio, será más fácil que Lim esté cómodo y pueda vender. Su posición negociadora aumentaría porque su propiedad tendría más valor. Esa es la teoría. Cómodo, que esté cómodo. 

Todo parecería de una lógica aplastante si no fuera porque conocemos la práctica con demasiada crudeza. ¿No tuvo Lim repetidas ocasiones en las que pudo hacer que el club valiera más en el mercado de las propiedades? En la práctica, cada vez que pudo revalorizarlo, aprovechando episodios de crecimiento deportivo, decidió devaluarlo. ¿Es que no era más sencillo aprovechar un Valencia de Champions para sacar más rédito en una posible venta?

Solo el obstáculo de que el Nou Mestalla se parezca más a unas ruinas descuidadas que a un estadio impiden la imagen pornográfica de hacer elegir, entre cartulinas verdes o rojas, si conviene ponérselo fácil a Lim con el estadio. 

En todo este marco prefabricado se está pensando más en una solución conveniente -cómoda- para Lim que en un estadio para el Valencia. Que Tebas intervenga, posicionándose, es la prueba de cargo. Qué perversión que el baile empiece con la música que pone el propietario negligente. ¿Tiene más peso un arreglo pactado con Lim o un estadio para el Valencia? ¿Apañar una vía de escape para quien no ha cumplido con ninguna garantía es preferible a replantearse un proyecto de estadio que, en el mejor de los casos, nacería con 25 años de desfase? Sería como prorrogar la pesada herencia de Lim al menos medio siglo más (el tiempo mínimo que los estadios suelen  perdurar). 

La ciudad de València, mientras tanto, no tiene demasiados motivos para andarse con prisas: el sarcófago de Corts Valencianes no ha afectado de ninguna manera a su reputación: de hecho ha vivido en estos años coincidentes el mejor momento turístico de su historia. Tampoco un par de partidos en un Mundial por llegar parecen limosna suficiente para un municipio cuyo estatus tiene poco que ver con el de 1982. Ni su modelo de urbe responde al de 2004. 

Confiemos, al menos, que en este nuevo intento por sacarle las cartulinas verdes a Lim, se le pida que deje algo firmado por escrito. Aunque sea un autógrafo con el que sus confiados negociantes tengan motivos para creer que, ahora ya sí, Lim (en teoría) cumplirá con lo pactado, cómodamente. 

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