Entrevista

CASTELLÓN

Francisco Michavila: "Las universidades públicas destinan un mayor porcentaje de su tiempo a crear conocimiento, las privadas a ocupar a sus titulados"

El rector fundador de la UJI aborda junto a Plaza algunas de sus inquietudes y analiza el futuro de la Unión Europea

Francisco Michavila siempre ha sido un hombre inquieto. Lo era en 1991, cuando fue el rector fundador de la Universitat Jaume I, y lo es a día de hoy. Es un hombre, que además, no duda en reflexionar y compartir dichas inquietudes con los demás. Así lo hace en su libro, Inquietudes de un europeo, en el que aborda, entre muchos otros temas, el ideal del europeísmo, los populismos, las relaciones con Norteamérica o el auge de China.

Michavila tiene muchas cosas claras. Una de ellas es que el modelo de la Unión Europea "merece la pena y está muy vivo" y que el progreso del continente debe pasar por la construcción de "la Europa del conocimiento, de la educación y de la ciencia". Otra es que a Europa le lastra "la búsqueda de la unanimidad en la toma de decisiones importantes" y que "la actitud de la Unión frente al conflicto en Gaza ha dejado mucho que desear".

El de Castelló, como buen hijo predilecto, también ha dedicado unas palabras a su querida ciudad. Michavila augura un buen futuro a la capital de la Plana, pues le ve "muchas posibilidades de crecer y avanzar", aunque antes cree que debe "creer en sus posibilidades y no verse como una sucursal de nadie". El futuro de Europa protagoniza la charla, aunque también deja durante su transcurso algún recado a Trump, a la clase política actual y a la forma de proceder de las universidades privadas. 

-Hace unos días presentó en Castelló su nuevo libro, 'Inquietudes de un europeo', en el que reflexiona sobre el futuro del continente. ¿Hacia dónde cree que vamos?

-A veces, la observación de un acontecimiento o época requiere un poco de distancia, más que nada, para realizar un juicio lo más certero posible. En este momento, cabe plantearse si es oportuno hablar de la unificación de Europa o de si hay que tener confianza en Europa. A mi me parece que sí, que hay que afirmarse y reafirmarse en ello. Personas que han visto de forma negativa la unificación ha habido muchas, pero lo cierto es que, centrándonos en el tiempo actual y, salvo lo que ocurrió con el Brexit, ninguno de los que están dentro quiere salir y hay bastantes países en cola para entrar. Eso quiere decir algo. 

También creo que pocas veces ha habido un momento más oportuno para plantear inquietudes como cuáles son los caminos que hay que recorrer para unir Europa, cuál es la velocidad, cuáles son los peligros, qué cambios conviene hacer dentro de la Unión, en su gobernanza, en su integración y cómo conviene responder hacia el exterior en diferentes aspectos. Al final, el tema es si, a pesar de las dificultades, de las certezas y dudas que puedan salir, si la Unión Europea merece la pena. Yo creo que sí, que Europa está muy viva. 

-¿Qué cosas cree que se están haciendo bien y cuáles piensa que deberían corregirse cuanto antes?

-Si cogemos como referencia los últimos cinco años, creo que la respuesta de la Unión Europea al Brexit fue muy acertada. Es más, ahora son los propios ingleses los que lamentan no estar dentro. Otro tema que fue ejemplar en todo el mundo fue la gestión de la pandemia y todas las vacunas que se desarrollaron para frenar la COVID-19. También se resolvió muy bien algo que nos tenía a todos muy asustados, como es el tema de la dependencia energética de Rusia y otros países. 

Esto no quiere decir que cada cosa que toca Europa la haga bien. La actitud de la Unión frente al conflicto en Gaza ha dejado mucho que desear. También, creo que debería actuarse de forma mucho más decidida en lo que a las políticas de defensa se refiere. Otra cosa que creo que lastra mucho a Europa es la búsqueda constante de la unanimidad en todas las decisiones importantes que toma. 

-En torno a la Unión Europea siembre ha habido dos corrientes, una claramente a favor y otra mucho más escéptica. Entiendo alguien como usted, que en la sinopsis de su libro deja claro que sus textos "son artículos de unión, no de enfrentamiento", habrá estado siempre a favor, ¿no?

-Sí, sin duda. Creo que el optimismo ha sido la base de las políticas que más beneficiosas han resultado para Europa. Por ejemplo, el decenio entre 1985 y 1995, cuando Jacques Delors presidía la Comisión Europea, fue el periodo durante el cual la Unión Europea avanzó de una forma más convencida y decidida. Delors defendía que la política del optimismo era muy importante. Solo en esos diez años se diseñó el euro, se hizo el Tratado de Maastricht, el Tratado de Schengen o se aprobó el proyecto Erasmus. Todo esto fue cuando Europa estuvo en manos de optimistas. 

-Históricamente, Europa ha sido un continente que ha estado más enfrentado que otra cosa. Esto se revirtió con la creación de la Unión Europea, pero mucha gente piensa todavía que la unión que ahora hay la sustenta el euro y poco más. ¿Cómo lo ve usted?

-Es cierto que Europa ha sido, durante el siglo XIX y XX, un territorio de guerras y conflictos entre unos y otros. Llegado el momento, se decidió luchar por la paz entre los europeos, y de ahí surgió la construcción de la Unión Europea. Sin embargo, ahora que ya llevamos casi 70 años de paz, la paz ha dejado de ser suficiente. Debemos dar pasos firmes y construir la Europa del conocimiento, de la educación y de la ciencia. Esto quiere decir que construyamos Europa sobre grandes proyectos de avance e investigación en salud, en medioambiente o en defensa, todos ellos apoyados en la Red de Universidades Europeas. En torno a todos estos proyectos hay que unir a Europa. 

-Cada vez son más los partidos de extrema derecha que van cobrando fuerza tanto en Europa como a nivel global. ¿Cuánto peligroso considera esto? ¿A qué cree que se debe este auge?

-Sin duda, es un peligro. Esto hay que dejarlo claro y no hay que poner matiz alguno. Los males de la democracia se arreglan con más democracia, es decir, con más fe en ella y defendiendo las libertades públicas y compartidas por todos. Este auge lo ha propiciado la política de austeridad económica que se impuso cuando llegó la crisis financiera de 2008. Tras aquello, la gente en busca de una esperanza, se acoge al primero que con demagogia, bulos y mentiras le promete un horizonte feliz y que luego no es. Estamos pagando los errores de la política económica que en aquel momento se llevó a cabo con los colaboradores de Angela Merkel. Se empobreció a los más pobres y se dio una puerta de entrada a los enemigos de la democracia y de la libertad. 

-Este auge puede afectar también a las políticas migratorias. Le he podido leer alguna que otra vez decir que la inmigración en Europa es necesaria. ¿Por qué?

-Hay un informe de la Comisión Europea que dice que, para que Europa desarrolle todo su potencial intelectual y de creación de conocimiento, harían falta 24 millones de habitantes más. Europa, por el propio envejecimiento, necesita una incorporación de personas capaces que vengan de fuera. La cuestión es cómo hacerlo. Está claro que hacen falta inmigrantes, el problema es qué perfil y cómo llegar a ellos. 

-A raíz de todo esto, le pregunto por Trump. ¿Qué efectos puede tener para Europa su regreso a la Casa Blanca? 

-Lo primero es pedir a los europeos precaución y unidad. A su vez, veo esto como una oportunidad para que Europa deje a un lado tanta sensibilidad a la hora de ceder soberanía y acelere la integración de otros países. Tenemos el enorme privilegio de vivir donde lo importante es la democracia, la libertad y donde los poderes públicos intentan basar toda la acción política en la razón.  

-Y de su equipo de gobierno, ¿qué opina? Se ha rodeado de gente tan poderosa como polémica. Le hablo, por ejemplo, de Elon Musk, Pete Hegseth (Secretario de Defensa y envuelto en un escándalo de abuso sexual) o Robert F. Kennedy Jr. (al frente del Departamento de Salud y abiertamente declarado antivacunas). 

-Bueno, como dice el dicho popular, "Dios los cría y ellos se juntan". Pienso que, hay tantos egos ahí, que hay que tener un poquito de paciencia, porque veremos pronto como unos salen y a otros los echan. Cuando Trump vea que alguno le hace sombra, pienso que lo apartará a un lado o que, al menos, provocará que su equipo se divida. Aunque no sé si es que quizá me puedan las ganas. 

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-¿Cómo ve el panorama político actual? Tanto a nivel estatal como autonómico. 

-Verás, yo actualmente vivo en Madrid y debo ser un tanto prudente a la hora de hacer ciertas afirmaciones, pero lo que sí puedo decirte es que creo que la política que hay que hacer es de respeto de unos con otros, de respeto a las ideas de los demás y de respeto al que es diferente. Entonces, me parece que, viendo las noticias, esto no siempre se cumple. 

-¿Y a Castelló como ciudad? ¿Cree que la ciudad progresa y con ella su sociedad?

-He tenido siempre mucha fe en Castelló y siempre me ha podido la pasión por mi ciudad. Esa pasión, a mí personalmente, me ha valido mucho, porque Castelló me ha dado mucho más de lo que yo le he dado. He tenido la oportunidad de ser el rector con el que se inició la Universitat Jaume I y eso es algo grandioso. También he tenido la suerte de ser nombrado hijo predilecto. Castelló siempre ha sido generosa y entregada conmigo, por lo tanto, siempre la veo bien. Castelló es una ciudad en la que existe un respeto colectivo, gente laboriosa, a que le gusta viajar y conocer otros sitios y que, como todas las ciudades, tiene sus defectos. Creo que el balance es positivo y que tiene muchas posibilidades de crecer y avanzar. Solo le falta creer en ella misma y no verse como una sucursal de nadie. 

-Le hago una última. El informe de 2024 de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD) muestra el auge de las universidades privadas y como, principalmente en estudios de máster, están ganando terreno a las públicas hasta situarse por encima. ¿Qué opinión le merece esto?

-Vamos a ver. Universidad quiere decir dos cosas: creación de conocimiento y transmisión de conocimiento. La cuestión es cuál es el peso que hay que dar a una y a otra. Las grandes universidades del mundo son aquellas que el peso principal se la dan a la creación del conocimiento. En una universidad se le debe dar prioridad a crear conocimiento y ya, después, a transmitirlo. Aquí es donde surge una separación clara entre las universidades públicas y las privadas en España. 

Si comparamos las universidades públicas con las privadas, en las públicas se destina un mayor porcentaje de tiempo a la creación de conocimiento mientras que en las privadas se preocupan más por la ocupación de los titulados, es decir, ponen el foco en que encuentren trabajo al salir. Esto es también muy importante, pero si te solo quedas en eso, al cabo de unos años, esa formación que ofreces se queda obsoleta y más aún teniendo en cuenta lo rápido que avanza el mundo hoy en día. 

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