Se disfruta a Guedes como los placeres que tienen una fecha de caducidad pero que uno los imagina prolongados. Las suposiciones sobre una compra son apenas la garantía de un bocado más. Advertimos que la gloria de Guedes es efímera aunque fuera jugador en propiedad...
VALÈNCIA. Ocurre en Mestalla un hecho con precedentes, aunque no demasiado cercanos. El militante acude al campo con una doble actitud. Va a ver a su equipo, de corajuda rutina y tardes mejores que peores. También va como el que hace cola para acercarse a Cabo Cañaveral y asistir a un lanzamiento espacial. Cuando Guedes toma la palabra, Mestalla calla. Deja de escuchar el ruido. Si está consultando Twitter (muchos seguimos los partidos más por el timeline que en vivo), cesa la actividad. Si está abriendo una pipa, la interrumpe entre diente y diente. Si está fumando el puro, contiene el humo hasta lo inevitable. Mestalla cuando la toma Guedes, es el silencio de la expectación. Cómo describirlo sin ser cursi. Pero sucede algo en el ambiente cuando el balón pasa a él. Y arranca, mirando al frente como quien no ve más adversario que a uno mismo.
Sospecho que Mestalla y Guedes se están preparando para el gol perfecto: aquella tarde en la que Guedes arrample un balón aleatorio en su propio campo, recorra furioso hasta la portería contraria y al borde del área propulse un balón con la ira de una catacumba, colocándolo entre la escuadra adversaria. Deben faltar pocas semanas.
Se disfruta a Guedes como los placeres que tienen una fecha de caducidad pero que uno los imagina prolongados. Las suposiciones sobre una compra son apenas la garantía de un bocado más. Advertimos que la gloria de Guedes es efímera aunque fuera jugador en propiedad.
Si Guedes acaba firmando por más temporadas sería una operación de beneficio a muchas bandas, y al tiempo una advertencia de la limitación del acuerdo. El PSG tiene la mayoría de posiciones de banda bloqueadas, necesita compensar el reglamento financiero y sin embargo no se intuye temor en asegurarse una recompra millonaria. El Benfica puede perdonar su porcentaje cobrándoselo sustanciosamente con otros negociados. Mendes conservaría entre sus manos a una joya revalorizada en curso, aumentando las probabilidades de una venta mucho más sustanciosa a medio plazo. Guedes se garantizaría un entorno proclive en el que seguir creciendo, la probabilidad al alza de poder mostrar su juego en Champions sin tener que probar en un nuevo contexto desconocido. El Valencia oficializaría a su jugador franquicia, sacaría partido de su juego, podría elevar pronto su precio, incrementaría su reputación. Lim, ya sin apenas discusión (los goles son un insuperable antídoto) sellaría definitivamente una nueva alianza con la grada, con la ciudad y el entorno tras pasar por momentos muy precarios.
Parece una operación de beneficio múltiple y con una señal a pie de página. Avisó el padre de Guedes en RTP: “En Valencia a Gonçalo sólo le falta jugar la Liga de Campeones, pero se siente bien. Adora la ciudad y el club, tal vez pueda quedarse un año más”. El diagnóstico.
Lo normal es que si su progreso sigue la senda prevista el Valencia sea un trampolín que reactivó y propagó por Europa su condición de jugador decisivo. ¿Qué podría hacer el club para retener a Guedes más allá de una temporada con traspaso-cesión? No parece (solo) una cuestión de dinero. Se trata de aspiraciones. Si el Valencia es capaz de seguir avanzando, se consolida como un entorno seguro para jugadores talentosos que han salido escaldados de otros equipos, podrá aspirar a mantener durante un ciclo a los Guedes del futuro, al propio portugués. Se requiere una apuesta firme del propietario y una gestión tranquila, como en estos meses. De lo contrario el de Guedes solo podrá ser un paso fugaz con el que deleitarse por unos meses.