VALÈNCIA. Resulta levemente cruel esta diatriba continuada, flagelación ininterrumpida, respecto a las diferencias entre lo de Papu y lo de Cutrone. Que en realidad, es imposible hacer un estudio comparativo. No se puede. ¿Qué vas a comparar? Si la emparejas con la del Sevilla, no hay paralelismo posible: el Sevilla se hace la política deportiva a sí mismo, al Valencia se la hacen. Se la hacen remotamente, como los restaurantes que, en lugar de tener cocina y cocinar sus propias recetas, las subcontratan y una camioneta les trae los platos ya cocinados. Política deportiva de quinta gama.
Por eso, entre otras cosas, tiene poco sentido comparar contrataciones. Por eso, pese a todo, podría ocurrir que Cutrone se hinchara a marcar goles. Podría suceder que el valencianismo inventara su propia canción para el italiano, sin necesidad de plagiar la tonadilla -deplorable- de los hinchas Wolves. Podría darse que celebráramos el aprovechamiento de este neoCorradi llegado como un fruto primaveral que con el paso de las estaciones fue mustiándose.
(Estuvo muy acertado Prandelli al expresar su deseo: "Espero que en el Valencia pueda encontrar la tranquilidad que está buscando". Porque, como todo el mundo sabe, ahora mismo el Valencia es el lugar idóneo para quienes buscan tranquilidad. Fuori!).
Podría suceder que, en paralelo, el rutilante fichaje del Sevilla se la pegara. Que a Papu, empapuzado de Nervión, se le anegara la pólvora. Entonces, esos cínicos de salón que están esperando a la mínima para ensalzar a Lim (solo que jamás les llega el chance), se mofarían de los presagios: Cutrone triunfó, Papu fracasó. Conclusión: el Valencia hizo bien.
Y, en cambio, no. Y no. Lo mínimo que deberíamos pedirle al club es que tenga propósito. Durante años nos perdimos entre conflictos dispares. Pero ahora es sencillo: propósito. ¿Qué política deportiva tiene el club? ¿Qué principios marcan los movimientos deportivos del club? ¿Cómo encajan los nuevos fichajes con la filosofía deportiva del club? Acabamos pronto: no hay política, ni principios, ni filosofía. Pues ya está. Por eso, aunque Papu fracase y Cutrone salga triunfante, quien habrá acertado será el Sevilla. Porque tenía un horizonte. Porque en ese bombo de posibilidades, acotó el riesgo. El Valencia, vaciado de cocineros y cocinas, simplemente pidió platos precongelados a su dark kitchen de confianza. Alguna vez funcionará. Pero el propio proceso ya es el fracaso.