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Danvila y la grada

23/11/2023 - 

VALÈNCIA. Desde el gol de rebote de Berenguer en la prórroga, que impidió su pase a la final de Copa, el Llevant no levanta cabeza. Ni deportivamente ni, en consecuencia, económicamente. Se antoja milagroso que, 33 meses después de aquello, un frío y brumoso lunes de noviembre hubiese en el Ciutat 13.000 almas para ver al Racing humillar a su equipo, que no juega a nada. No porque no sepa ni quiera, sino porque está dirigido por un entrenador que quiere, pero no sabe. 13.000, con un club, de nuevo, al borde del abismo. La afición granota es la mejor del mundo, en estoicismo. Ya saben, no lo digo yo. Enric González dixit. Lo cierto es que es más que un eslogan. Nuestros dirigentes deberían saber que es el principal activo de este club. Y si no lo saben, es que no saben nada del Llevant, de su identidad y su historia. Y sería para ponerse a temblar.

Los sentimientos y las emociones son el valor real del fútbol, aunque no contabilicen en los balances. Una entidad deportiva que no respeta ni cuida a su hinchada está condenada a la irrelevancia más absoluta. Todo debe cambiar de abajo arriba en Orriols o la inversión de Danvila será una ruina para él y para todos. Y de Boluda, si entra. No descarto que se me escape algo, pero quien se juega su patrimonio y asume un agujero de 100 millones para solventar la situación del Llevant, me merece todo el respeto. Si es inteligente, audaz y tiene suerte, y lo consigue, tendrá toda nuestra admiración. Pese a todos los pesares. Aunque, lógicamente, fiscalizaremos que cumpla sus promesas, sobre todo las relacionadas con los equilibrios en la propiedad del club.

En todo caso, todo debe cambiar: el Llevant es de los levantinos y quienes lo gestionan deben conocer y respetar ese sentimiento y esa emoción. Durante años, el nepotismo se instauró en el club, de forma vergonzosa. El nepotismo nunca funciona. Y además, en este mundo del fútbol, genera abismos entre las oficinas y la grada, a menudo insalvables; otras veces, es el germen de crisis profundas. El nepotismo es una lacra. Danvila se define como un hombre de empresa. Debe saberlo mejor que nadie. Buenos profesionales y no la novia del primo de mi amigo.

En un club de fútbol, el fútbol es lo primero. Parece una obviedad, pero no está de más recordarlo. Nada del club es posible, si el primer equipo no funciona. Todo el edificio se desmorona, si el primer equipo no funciona. Para Danvila (y Sánchez y todo el levantinismo) no puede haber otra prioridad, por tanto, que el ascenso. Es la inversión más rentable para salvar la situación económica. De poco servirán la ingeniería financiera y los esfuerzos ímprobos, si el primer equipo no funciona, si la grada se vacía, si la ilusión se desvanece.

La prioridad, en consecuencia, debe ser, en este orden: echar a Calleja y a Miñambres, y traer a un gran entrenador; refundar el club para recuperar la conexión con la grada, y hacerlo viable y sostenible a nivel económico y societario. Con transparencia absoluta, que quien más y quien menos tiene algún euro invertido aquí, además de su corazoncito. Hay miles de levantinos que merecen explicaciones. Actúe con firmeza y salga a explicar los porqués, señor Danvila. Usted en persona. Con luz y taquígrafos. Antes de que sea tarde, se desconecten los lazos que quedan, ya débiles, y no haya marcha atrás.


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