VALÈNCIA. La industria del fútbol vive el momento más extraño de su existencia. No ya por un parón que zanja las competiciones, sino sobre todo por el vacío de perspectivas, la imposibilidad de planificar cómo y cuándo volver. La extrañeza de ocupar un rol completamente subsidiario. Entre tanto, algunas anotaciones.
1. Visto que un estadio -ese patio de juegos donde la vida tiene lugar- puede llegar a ser foco de contagio, ¿tendrá esta pandemia efectos sobre cómo se imaginarán los estadios?, ¿influirá en la disposición del público? Quedan por llegar muchas incógnitas que todavía ni tan siquiera podemos imaginar. Pero los estadios, como tantos otros ámbitos, replantearán parte del funcionamiento que tenían hasta ahora. La seguridad en un partido ya no dependerá, únicamente, del control de algunos vándalos.
2. Si el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes, deberá esperar a que lo relevante vaya menguando, y entre tanto, contribuir a la calma. No hay más fecha que el cese del vendaval. Enfrentados a la realidad, por fin se ha interrumpido el baile de conjeturas sobre cuándo volver. La vida comunitaria llegará primero, el fútbol después.
3. El Valencia y el Atalanta, por su casual encrucijada en mitad de esta crisis, deben ser símbolo de la recuperación. Los dos clubes son armas benéficas que entrecruzadas pueden mejorar a sus respectivos entornos. La visita del Valencia a Bérgamo aportaría una nueva mirada tras tanto infortunio. Para que celebrar goles solo suponga eso: celebrar.
4. La crisis va a poner a prueba la resistencia de todas las costuras de los clubes. Ya toca a lo más hondo: la viabilidad de los salarios de los jugadores. Evidentemente los transatlánticos soportarán mejor el vendaval, pero también deben ser ellos los que, con un mínimo de generosidad, contribuyan a no estrangular al resto con su habitual usura.
5. No, no es buena idea exhibir -como hizo la Liga en sus canales- el insoportable sufrimiento de las estrellas de la competición en sus confinamientos privados.
6. Ibai es una de las novedades más sanas acabadas de aterrizar al fútbol mediático -incluyendo cómo se aventó el oportunismo de las casas de apuestas-. Él es el propio medio. Su experimento cruzado con los futbolistas de la Liga es el inicio de una nueva relación entre jugadores y público. También, quizá, la señal de una hornada saciada de tanta sofisticación. Todo es más sencillo.
7. Y no, los futbolistas no son solo esa gente frívola y dislocada a la que muchas veces se reduce esta movida. Jugadores, entrenadores, propietarios, contribuyen estos días. Algunos, incluso, de manera silenciosa, sin pretender ningún tipo de retorno. Es momento, también, de superar reduccionismos.
8. Deberemos ser capaces de imaginar más allá de lo que ven nuestros ojos. ¿Quién ahora lanzaría soflamas para que el Valencia-Atalanta no se jugara a puerta cerrada? Posiblemente sabiendo lo que sabemos pediríamos que no se hubiera disputado. En fin, no hay que confiar demasiado de las reclamaciones a gritos. A veces estamos equivocados.