VALÈNCIA. La campaña de blanqueamiento a Layhoon -merecedora, por lo visto, del Nobel de la Paz mientras un grupúsculo aupado este verano por Meriton entona el ‘Cara al Sol’ en la Plaça de l’Afició y la señora mira para otro lado- perpetrada por la prensa de esta ciudad, salvo honrosas excepciones, surtió efecto. Y la ola benefactora del 'gattusismo', pese a que la tozuda realidad deportiva se empeñe en discutirla, mantiene adormecida a una masa social que ha pasado del hedonismo a la necrofilia.
En los últimos años hemos visto destaparse un tipo de aficionado hedonista en el sentido más peyorativo de la palabra. Es aquel que mientras pueda disfrutar, si es que se le puede llamar así, a mí me cuesta, de ver al Valencia en Mestalla con sus hijos o sus amigos, le trae sin cuidado todo lo que suceda con la entidad. Aunque la afición sea continuamente faltada al respeto por los dirigentes, aunque el club sea saqueado y el proyecto deportivo brille por su ausencia, aunque la protesta sea silenciada y se nos haya impedido hasta acudir a las juntas de accionistas. Todo eso no importa; un par de frases de Mr. Wonderful, un bocata de tortilla reseca y a Mestalla a ver, oír y callar.
Ya ni siquiera importa que la pelotita entre o no. A ellos les da igual. Su único propósito es ‘gozar’ -de verdad, no me cabe en la cabeza- de un club muerto -asesinado, realmente-. Necrofilia con disfunción eréctil.
Y, para más inri, llevan meses ridiculizando, insultando y persiguiendo por redes sociales a quienes se desviven por intentar reanimar el cuerpo inerte en que han convertido al centenario club de Mestalla.
Quizás sea el momento de que cada uno se mire en el espejo y se pregunte si está muerto por dentro o le queda algo de orgullo dentro. ¿Vais a seguir yendo a Mestalla como zombies o, por el contrario, os vais a levantar contra el tirano? Cada cual elegirá el lado de la historia en el que quiere estar: frontalmente contra Meriton y con el Valencia o de perfil y contra el Valencia. Tú mismo.