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opinión

Del Parejismo y el antiparejismo

3/11/2018 - 

VALÈNCIA. Uno de los muchos detalles que dejó la comparecencia de prensa protagonizada por Mateu Alemany esta semana tuvo que ver con la vinculación de Dani Parejo con el Valencia CF. No pudo el Director General desmarcarse da una realidad que, más pronto o más tarde, será oficializada y si no lo ha sido hasta el momento es porque el nivel de popularidad del jugador no vive su punto más álgido. El Capitán está virtualmente renovado como avanzó Alberto Santamaría en “SillasGol” a principios del mes de Septiembre y, simplemente, se está esperando el ‘momento procesal oportuno’ para hacerlo público. Y no deja de ser curioso que un personaje tan poco explosivo genere el nivel de debate y crispación que genera Dani Parejo. No es el madrileño ningún histrión ni alguien que se caracterice por sus declaraciones altisonantes más allá del absurdo de calificar como ‘gran partido’ lo perpetrado ante el Leganés y..., sin embargo, levanta pasiones y odios difíciles de conciliar en el seno del valencianismo hasta el extremo de haber generado dos bandos abiertamente antagónicos: los “parejistas” y los “anitiparejistas”.

Los que nos sentimos algo desubicados somos los que no nos encontramos identificados con ninguno de los dos bandos. En lo que a mi respecta, ni Parejo me parece un futbolista irrepetible, insustituible e imprescindible ni, por supuesto se merece la retahíla de calificativos cargados de odio que circulan en torno a su persona. Parejo es un muy buen futbolista que ha gozado de la confianza de todos los entrenadores que lo han dirigido pero tampoco es ese ‘crack mundial’ que algunos pintan. Vamos... que ni está para ser titular indiscutible hoy en día ni merece ser ejecutado en plaza pública. Pero es una evidencia que cuenta con un buen número de abogados defensores y, a la vez con una legión de ‘odiadores’ que siempre eligen para el de Coslada en centro de la Diana a la que lanzar sus dardos. Exasperan sus formas sobre el terreno de juego porque exhibe una estética cansina que encarna justo lo contrario del estereotipo de ‘guerrero’ que tanto gusta en la grada. A veces parece que corre a cámara lenta y su rostro, huérfano de picardía, comunica menos que un tetrabrik de leche desnatada pero... nunca se esconde en el campo. Ni cuando vienen mal dadas. 

La temporada pasada Marcelino lo cobijó bajo su manto y la popularidad del entrenador hizo que el manto abrigase lo suficiente y el futbolista ofreció su mejor versión. Vivió un dulce tregua en la complicada relación que mantiene con ciertos sectores de la grada pero hoy el manto de Marcelino ya no abriga tanto y su fútbol, al igual del de una gran mayoría de sus compañeros, ha caído muchos enteros. Sinceramente pienso que la sobreprotección que está recibiendo por parte del entrenador no le está ayudando mucho porque cuando un futbolista está “de banquilo” lo mejor es que esté en el banquillo hasta que que se reencuentre con su mejor forma. En las próximas semanas queda desactivado el debate o... no. Porque si el equipo remonta, los ‘anti’ dirán que es porque Parejo no juega y si el equipo -Dios no lo quiera- no consigue remontar serán los ‘pro’ quienes elevarán la voz argumentando que sin él el equipo tampoco funciona.

En cualquiera de los casos me sigue llamando poderosamente la atención cómo un chaval tan sencillo despierta tal odio: el propio jugador contó hace dos temporadas cómo le habían llamado ‘perro’ por la calle delante de su familia y no hace falta bucear demasiado en las redes sociales para encontrar quien le adjudique el apelativo de ‘cancer’, quien lo insulte de la manera más grosera por el simple hecho de felicitar a su hijo por su cumpleaños en Instagram o quienes, rizando el rizo, han celebrado su lesión como si fuera un triunfo para el Valencia CF. A mi me sigue pareciendo asombroso y algo inexplicable aunque pienso que no está para jugar, que el Valencia debe plantearse -si no confía en Carlos Soler para su demarcación- buscar una alternativa de futuro y que no es momento de renovación porque como siempre recuerdo: a un futbolista no se le debe renovar como premio a lo que hizo sino por la expectativa de lo que pueda hacer en un futuro.

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