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13 de noviembre / OPINIÓN

Demasiadas piezas por encajar

15/06/2021 - 

VALÈNCIA. Han pasado ya unos cuantos días de la comparecencia pública de Quico Catalán y su mensaje sigue vivo. Casi dos horas sin esconderse ante las cuestiones que inquietan al levantinismo. Un discurso que me generó sensaciones de todo tipo, con una perspectiva más analítica con el paso de las horas y tras intercambiar conclusiones con un montón de gente. Una mezcla entre una calma relativa, un ganar tiempo, una patada hacia delante con respecto al ‘marrón’ del desfase financiero (que no es pequeño), junto a una dosis de autocrítica y exigencia que se echó en falta durante la temporada, sobre todo desde la Copa. Guste o no, lo compartas o no, te lo creas o no, el presidente, señalándose como el principal culpable, asumió errores como admitir que no fue suficiente con lo que ocurrió tras la permanencia virtual porque que el equipo mostró nivel de sobra para estar por encima de la decimocuarta posición. Que no se libraba nadie del estropicio final. Que aunque el objetivo es la permanencia, como el de una docena de equipos o más, eso no es excusa para no ser más constantes, equilibrados y competitivos. El fútbol brindó una oportunidad de estar más arriba y ese tren pasó de largo.

Era necesario que Quico saliera públicamente. Muchísimos lo echábamos en falta. Que sí, que la pandemia ha condicionado absolutamente todo, pero seguro que existían vías para subsanar ese silencio y reducir el desgaste al que se exponía telemáticamente Paco López cada semana y en más de una ocasión. Además es que el presidente se mueve como pez en el agua delante de un micrófono y no sufre (o por lo menos lo aparenta fenomenal). Era obligado dar la cara ante un presente con demasiados frentes abiertos y unos cuantos interrogantes que habían generado un clima enrarecido en un entorno necesitado de respuestas, al que no hay que dejar al margen, al que hay que escuchar, entender, evaluar, tener en cuenta… siempre que sea con un espíritu constructivo por las dos partes. Lo del ejercicio pedagógico y explicar mejor las cosas, siempre con la mente fría, una mentalidad crítica y sin posicionamientos pasionales ni extremistas.

La valoración de la temporada la compro, lo de que hay que aumentar el nivel de exigencia porque el equipo demostró que es capaz de todo, pero sin vender humos. Creo (y si no es así me refrescáis la memoria) que jamás he exigido Europa en estas líneas ni en las tertulias radiofónicas en las que tengo el privilegio de participar. Fue una sensación de alivio escuchar que no estábamos locos los que insistíamos en que había mimbres para no acabar la temporada de esta manera, encadenando cabreos, decepciones e indiferencia hasta cerrar el curso con ocho jornadas sin sumar de tres. Lo de terminar por detrás del Valencia quedó como un borrón más. La lástima es que no acabó sorprendiendo a casi nadie ya que la caída libre del equipo no tenia freno. Por esa decadencia final, lo que no comparto de Quico es que dijera que no estaba de acuerdo con que los activos del equipo valgan menos por esa depresión de sensaciones y resultados en los últimos tres meses de competición, que “otra cosa es que ofrezcan menos dinero por la pandemia”. Algo tendrá que ver para esa devaluación el desastre desde la dolorosa eliminación en la vuelta de las semifinales de Copa del 4 de marzo: 9 puntos de 39, con dos victorias (Valencia y Eibar), tres empates (Alavés, Barcelona y Cádiz) y ocho derrotas (Real Sociedad, Betis, Huesca, Villarreal, Sevilla, Elche, Celta y Getafe). Hay que trabajar, corregir y mejorar para recuperar el terreno perdido.

Lo que me inquieta es asumir que el Levante puede cerrar el ejercicio económico con déficit. El escenario invita a un verano complicado, el que más, aunque la verdad es que esta cantinela ya la decíamos hace un año. Ahora es un paso más. Una hoja de ruta sin una presión excesiva de puertas para dentro (o por lo menos es lo que intentó transmitir Quico) por tener que llegar al próximo 30 de junio con el presupuesto cuadrado debido a esa necesidad de vender por 16,5 millones de euros. Es evidente que para que los números encajen (de ahora en adelante) todo depende de que el área deportiva atine. A eso hay que aferrarse y rezar todo lo que se sepa. Una gestión económica que más que nunca recae en el acierto o no de Manolo Salvador, David Navarro y el resto de su equipo de trabajo, al margen de otros factores clave como la vuelta del público, la explotación del estadio y la búsqueda del main sponsor ante el problemón de no poder seguir con ‘Betway’. Vamos a ver qué pasa y si se certifica que no quede otra que compensar en el ejercicio siguiente si las cuentas no salen antes de que concluya este mes.

Por supuesto que tocará vender (y no poco) sin malvender (como así prometió el presidente en su intervención con presencia de periodistas) y habrá que jugar bien la partida de ajedrez que ya ha comenzado “con las armas con las que puede salir el Levante al mercado” para complementar con nivel a esos mimbres que resistan tras la ‘operación salida’. Hay una ‘pelea’ condicionada antes del 30 de junio, pero esa primera etapa solamente es el principio. Cada uno tiene su lista de activos con mejor valor deportivo y económico. Sigo creyendo que en el Top 1 está Melero y que por Vezo se hará caja. Se habló de Aitor Fernández, De Frutos, Bardhi, Campaña, además de las renovaciones de Postigo (oficializada un día después) y Duarte, pero el presidente Catalán aseguró que no había llegado nada en firme todavía por ninguno de ellos. El cerco es amplio. Todos están en el mercado.

Como es normal, las vinculaciones (tanto de entradas como de salidas) son constantes. Una de las últimas es la de Clerc con la Real Sociedad. En el lateral izquierdo, a la espera de que el club ejecute la opción para finiquitar el contrato de Toño, el de Badalona es indiscutible y del mercado de plata saldrá su competencia. El rastreo está siendo extenso. De todos, el que más me gusta es Fran García, que está disputando la final del ‘play-off’ por el ascenso con el Rayo Vallecano ante el Girona. Imprescindible en el esquema de Iraola, técnico franjirrojo, aterrizó el pasado verano cedido por el Real Madrid y con una opción de compra que ronda los dos millones de euros que en Vallecas están pesando seriamente ejecutar y no repetir otro ‘caso De Frutos’ ya que también tuvieron esa posibilidad cuando contaron con él en la segunda parte del ejercicio 2019-20. Se lo pensaron, pero no dieron el paso y aún se estiran de los pelos tras su temporadón como granota.   

Y de los mensajes de futuro, sin duda que el más autocrítico, incluso más que el de la valoración de la temporada recién concluida, fue el de la cantera. «Es un debe importante que tiene el Levante. Tenemos que cambiar y reconducir. Este club debe apostar más por esos activos que se han formado en la escuela, pero no por necesidades económicas sino por la realidad del fútbol», destacó Quico. Ojalá que estas palabras no se queden en un brindis al sol. Hay que apostar y creer más. El escenario futbolístico que ha provocado la pandemia ‘ayuda’ a dar este paso. Otros clubes lo han hecho y con minutos de relevancia. Y una vez más diferenciaría entre canterano y jugador del filial. Más Cárdenas y Canteros por favor. Más identidad. Sería además un impulso para los que vienen desde atrás pisando fuerte. Veremos lo que sucede con Blesa, con contrato de primer equipo, sube Ferni, y con Arturo Molina, que ha estado a préstamo en el Castellón, hay una opción en su contrato para resolverlo. Pablo Martínez volverá de su cesión del Mirandés para quedarse, para tener dorsal de la primera plantilla. Y con Pepelu, la solución que se adopte (sea la que sea) dará mucho que hablar. En estos momentos hay más de una treintena de jugadores. Hay muchísima tela que cortar todavía.

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