Hoy es 4 de octubre
VALÈNCIA. Al Consejo Superior de Deportes le entraron las prisas para que el fútbol reanudara la competición, en plena crisis del Coronavirus. Tras la reunión de hace una semana con la Liga y la Federación, el organismo que preside Irene Lozano elaboró un informe positivo para que el balón volviera a rodar. En ese documento interno, el CSD esgrimía argumentos políticos y económicos, a la vez que consideraba que “sería positivo para nuestra reputación”. Con esa declaración de intenciones, el CSD se ponía a rebufo de una LFP que ya había pisado el acelerador a fondo para volver a jugar. Tebas tenía preparados test masivos, guantes, mascarillas y hasta cabinas de desinfección para poner en marcha el asunto a partir de la próxima semana.
Sin embargo, la coherencia y el sentido común lo puso de manifiesto Sanidad el pasado viernes a mediodía. El Ministerio forzó a la LFP a aplazar los test masivos a los futbolistas, y Tebas comunicó a los clubes el frenazo en seco pese a que ya se había establecido la fecha del 28 de abril como punto de partida. Todo quedaba paralizado. Sanidad necesita más tiempo para analizar con detenimiento el protocolo. Además, se ha generado un debate ético y moral en la calle. El hecho de que los futbolistas puedan tener acceso a unos test de los que adolecen en primera línea de la batalla hospitalizaría genera controversia. De hecho, incluso algunos clubes, como el Racing, se han negado a pasar las pruebas médicas porque hay grupos de riesgo más necesitados.
Sanidad también ha escuchado las quejas de la Asociación española de médicos de equipos de fútbol. Me cuentan que en la reunión de la LaLiga con los médicos de los clubes, quedaron algo más que dudas al respecto. Los profesionales de la medicina no se dejaron convencer por los argumentos de Tebas. Es más, la LFP no supo qué responder a la gran pregunta del millón: ¿Qué pasa si se da un positivo?. “Se le aísla”, respondieron. Pues no señor. Si se volviera a dar un nuevo positivo habría que mandar a todos los jugadores a casa. Es una cuarentena como un piano. Ese equipo debería parar de competir por el riesgo para la salud de los jugadores y de sus familias. Adiós al castillo de naipes. Para los médicos de los clubes, el protocolo está completamente marcado por la improvisación y su velocidad de ejecución es temeraria.
Tampoco los futbolistas están por la labor de volver a jugar a toda costa. Los jugadores son conscientes de que el riesgo cero no existe. Ni en el fútbol ni en ningún orden de la vida. Pero sí que exigen unas mínimas garantías para ellos y los suyos. Es cierto que, como empleados, tendrán que acatar lo que decidan sus clubes. Pero más cierto es todavía que el riesgo en un deporte de contacto es muy elevado. Porque hasta incluso el balón es un elemento de contagio. Tras escuchar a la LFP y al CSD, los futbolistas se sienten utilizados. Como un paracaidista en la playa de Omaha.
¿Qué prisa hay por volver a jugar?. Creo que ninguna. Sigo pensando que lo más importante es la salud para todos. Seguridad y unas mínimas garantías para cuando los futbolistas se puedan volver a vestir de corto. No veo que exista necesidad de asumir ningún riesgo. Por eso, si por fechas no se pueden disputar los once partidos que restan de Liga, no veo otra que poner punto final desde ya a la competición. Por mucho que no nos guste la idea de que el Valencia pueda quedar fuera de Europa por capricho de Rubiales. Y que los clubes puedan comenzar a trabajar en la planificación de una temporada 2020-2021 que, ojalá, pueda comenzar en septiembre. Sería una magnífica noticia.