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Diplomacia

29/12/2018 - 

VALÈNCIA. El año pasado por estas fechas y bajo el título: “La ley de Murthy” relataba aquí mismo, en Plaza Deportiva, el cambio de registro que el Presidente valencianista había implementado en el ejercicio de su cargo una vez había dado por concluida la fase de las sonrisas para pasar a hacer visibles los arriesgados cambios que se proponía desde ‘su’ idea de lo que debería ser el Valencia CF. No hacía muchas fechas que habían perpetrado aquel primer engendro de comunicado oficial en el que establecía las distintas categorías de valencianismo. Acababa de alumbrar aquella aberración de ‘falsos valencianistas’ elevándose por encima del bien y del mal en un momento en el que la placidez deportiva no invitaba a una declaración tan ayuna de diplomacia y ausente de razón. Porque el Presidente del Valencia tiene un buen número de atribuciones pero nunca tendrá la potestad para clasificar aficionados como si fueran tornillos o polluelos en una granja y menos si no es capaz -como no lo está siendo- de ganarse el reconocimiento de un aficionado que todavía lo siente muy lejano.

Hasta aquel instante, se había advertido en Murthy cierta mano izquierda, alejado de manera inteligente de la ‘cuestión deportiva’ -distancia que sigue manteniendo hoy y es digno de elogio- y cierto interés por inmiscuirse poco a poco en la realidad del valencianista hasta el punto -yo lo creí en un principio- de dudar de su autoría en el mezquino comunicado y atribuirlo a un arranque de Peter Lim pasando factura desde Singapur a las críticas recibidas en un momento en el que los resultados deportivos le podrían haber animado a sacar pecho. Pero el Presidente tardó muy poco en ponerse al frente y abanderar tan disparatada política acometiendo su particular cruzada contra aquellos ‘poderes externos’ que él, vara de mando en mano, se disponía a reclamar para sí mismo y para su amo.

A día de hoy, transcurrido un año, el Presidente se ufana con luz y taquígrafos de una relación amistosa con entes a los que hace un año quería neutralizar e incluso rozando la humillación en alguna ocasión y no tengo muy claro si es que se ha dado cuenta que estaba equivocado planteándose en su día el desmantelamiento de la Agrupación de Peñas o la Asociación de Futbolistas - ojalá así fuera- y ha asumido que debe entenderlas como entidades satélites del Valencia con gran capacidad para aportar un valor añadido al propio Club o que ha conseguirlo su objetivo de ‘domesticarlos’. Ellos sabrán. En cuanto a los medios de comunicación mantiene la estrategia del ‘palo y la zanahoria’ intentando dominar la situación con suerte muy diversa, pero en lo concerniente a la Curva Nord sigue sin coger el toro por los cuernos. Creo no equivocarme demasiado al pensar que la gran mayoría del valencianismo convive feliz con un grupo de animación activo siempre que este se encuentre libre de ‘elementos indeseables’, pero desde el Valencia CF sólo se ponen en práctica medidas carentes de toda lógica con el único objetivo de desactivar la CN10 sin ‘arremangarse’ para solucionar el problema, si es que existe problema. Si entienden que la Curva alberga grupos propensos a la violencia no deberían perder ni un minuto para denunciarlos y alejarlos de Mestalla para una vez hecha la ‘limpia’ apoyar sin vacilaciones a un colectivo capaz de ‘poner música’ al fútbol. Si lo que quiere el Presidente es tener una ‘guardia pretoriana’ que agache la cabeza a su paso y levante la copita de Cava cuando suene el silbato del amo, tendrá que desplegar con mayor destreza sus capacidades diplomáticas porque de momento... no le está funcionando.

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