VALÈNCIA. Hay que decirlo de una vez: hemos descubierto los papeles secretos de Marcelino y hemos podido leer lo que pone y a algunos les va a parecer extraño, vistos los resultados que el equipo está obteniendo en la mayoría de partidos. En esos papeles secretos dice, para sí mismo, en el encabezamiento: “mantente tranquilo, pero muestra que estás sorprendido por cómo están saliendo las cosas este año. Por si acaso, di siempre que has dominado el partido y que se trata de una simple cuestión de mala suerte y de falta de acierto”. Pero como el técnico sabe que esta excusa ya nos la esperamos, pone un poco más abajo: “por una extraña combinación de los astros, entendiendo que Júpiter y Urano se alinean escorando sus ejes hacia la derecha y que esa irradiación magnética afecta notablemente a la polinización de los almendros en flor y que estos, a su vez, ejercen una escasa resistencia, con sus ramas, a los cambios bruscos del aire que generan las velas de los barcos que están navegando por la parte más occidental del mar Mediterráneo, donde, precisamente, los delfines trazan un arco que, en su conjunto, hacen, al saltar, se provocan oleadas de una incontenible mala suerte que envuelve todo aquello que parece un balón cerca de una camiseta blanca (centenaria, para más señas), con ribetes dorados. Y contando que los números primos se unen, de un modo azaroso pero combinatorio a un mismo tiempo, y con su suma aleatoria me salen decimales por culpa de esa misma oleada que el aire ha provocado sobre los balones y las camisetas, por motivo, también, de la alineación de los planetas y de los astros (que son los máximos culpables de esto, aunque no son solo los responsables) pero sin contar, tampoco, con ese factor tan impredecible que tiene el fútbol actual, sobre todo cuando te enfrentas a equipos con presupuestos tres veces inferiores al tuyo, pero que hacen muy bien tu trabajo (lo cual, dicho sea de paso, no significa que yo no haga bien el mío si no les puedo ganar) y si a esto le sumamos que en esta tierra hace más calor que en el resto de la península, salvo si los delfines saltan más alto, entonces, comprenderemos que esto que le ocurre al equipo es solo fruto de una conspiración de los hados, que, por lo que sea, le han dado la espalda a un equipo de futbolistas extraordinarios, que cobran, sí, pero que luchan, en muchos casos, contra una horda de malditos seres de ultratumba cuyos poderes consisten en acertar cuando te chutan a ti, etc”. Y así hasta que te dan las diez y te vas.
Por si acaso, abajo, escrito en lápiz, pone en mayúsculas: “solo digo esto si no ven que muchas veces soy incapaz de hacer variaciones tácticas que desestabilicen al rival y que me encomiendo al acierto de unos futbolistas a los que defiendo, como debe ser, pero al mismo tiempo les sigo creando inseguridad por mis constantes alusiones a la mala suerte, sin darme cuenta de que el victimismo solo lleva a más victimismo, igual que el conformismo o la complacencia (por ejemplo, cuando tenemos un gol a favor y con eso nos basta) nos lleva a más conformismo. Pero la realidad es que, de los quince empates en liga, en cuatro de ellos ha sido el Valencia el que ha remotando (Atlético, Levante, Leganés y Sevilla), mientras que en seis de ellos ha sido al revés (Barcelona, dos veces y Eibar) unido a que en tres de esos seis me han remontado en los minutos finales (Celta, en el minuto 82; Valladolid, también en el 82; y Leganés en el 89) y que un total de ocho partidos de liga no has podido marcar ni un gol. Y que en tus derrotas, cuando pierdes, se te apagan las luces cara a puerta, excepto el día del Alavés, que marcaste tú primero y te remontaron. Ya no hablemos de la Champios. Pero por si acaso la excusa de la mala suerte se nos cae por el camino, intentaré no decir que estoy en semifinales de la Copa del Rey porque he tenido que enfrentarme ante los todopoderosos: CD Ebro, Sporting de Gijón, Getafe y Betis, que, como sabemos, están al mismo nivel que el Valencia CF, así que, con este calendario, no debería jugar la final, aunque otra cosa fuera ganarla. Y lo mismo ocurre en Europa, en la UEFA League”. Y todo esto estaba escrito con letra clara y bien legible con una apostilla en las líneas finales: “puesto a quejarme de la suerte, tendré que saber que, en este club y con este presupuesto, hacer los números que estoy haciendo no es normal y debería estar en la calle si no fuera porque, por una vez, se ha impuesto la sensatez en la dirección deportiva e institucional”.
Y ahora yo me pregunto: ¿estoy viendo los mismos partidos? ¿es la misma realidad la que veo cuando juega el Valencia CF? Hay muchas cosas que no comprendo y que se me escapan: quizá es que cada día entiendo menos esta paraeta del fútbol actual, en la que caben todas las cosas más vergonzosas y vergonzantes, como la estelar y esperpéntica como, por ejemplo, actuación del VAR en favor del Real Madrid. Así, por lo que se ve, aquí cada cual ve lo que quiere ver y dice lo que quiere decir, pero nunca aquello que realmente debería decir y lo que deberían decir que ven. Mientras, seguiremos haciendo cábalas, adornando las cosas, llamándolas de otro modo para que nos duela menos, ocultando la dura realidad, y es que, en esta liga de la igualdad, tú estás más cerca de parecerte a lo mediocre y no a lo excelente. Y ahora que venga el míster y me diga que no es cierto, porque esto nunca le ha pasado… a ver si lo que ocurre es que el año pasado fue todo cuestión de suerte ¿lo ha pensado usted así?