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¿Dónde está el final?

Desde octubre estaban claras las necesidades imperantes de este equipo, las posiciones críticas a reforzar, y también las que airear, para llegar al cierre del mercado invernal sin haber trabajado absolutamente en nada. Más que apuntalar una parcela que siempre funcionó bien: el gol. Y funciona bien porque marcas tanto como los equipos champions; la diferencia radica en encajar los mismos que los del descenso

1/02/2017 - 

VALENCIA. Caralibro se encargó de recordarme a primera hora de hoy una nueva gesta del glorioso Valencia: Está cinco puntos (dos, de ganar al Madrid) por debajo del de Neville en las mismas fechas.

Nos parecía imposible, pero el desnorte es tal que nos propusimos superarnos a nosotros mismos. Sólo así se entiende que con la pachorra que nos caracteriza algunos se pasaran el verano sentenciando que en el cambio Munir-Alcácer el Valencia salía ganando. Pues menos mal, oiga.

O que por la cobardía que impera ahí dentro, a Alves se le pusiera a jugar por decreto tras salir de una lesión imposible porque le tienen miedo, miedo a un jugador que sentado no sabe más que meter bronca como estrategia para ganarse un puesto que en un año largo pocas veces mereció ocupar.

Ocurre algo parecido con Gayà, un tipo con el pubis por operar y al que destrozan sistemáticamente cada vez que le encaran, obligado a iniciar el entrenamiento veinte minutos antes que el resto para aguantar. Físicamente sobreexplotado gracias a la 'magna' planificación realizada en estos doce meses: es él mermado, o un Siqueira que apenas puede jugar tres partidos al año.

En este Valencia, todo va a más. Ahora, profundizando en las contradicciones que nos configuran la realidad, nos entretienen con un tipo innecesario, que a sus 31 años tuvo problemas en todas partes, llegando en todos los casos a enfrentarse con sus entrenadores. Si se la lió a Sampaoli, Luis Enrique, Pizzi o Berizzo ¿qué no hará con los pánfilos que hay aquí?

No me sale hacer sangre de Voro, aun creyendo que aporta algo diferente, más allá del idioma y de la amistad que le une a muchos jugadores, de lo que aportaba el comentarista inglés, es un entrenador que no tiene los recursos ni la personalidad para afrontar las complejidades surgidas de una situación como la actual. Y menos para aplacar caracteres problemáticos a lo Orellana. Todo lo fía a que el guión venga sin giros inesperados. Y puede bastar, pero no me gustaría que acabe siendo otra víctima asesinada, sin piedad, por la situación.

Porque aquello que es esta entidad te lo muestra el calendario. Desde octubre estaban claras las necesidades imperantes de este equipo, las posiciones críticas a reforzar, y también las que airear, para llegar al cierre del mercado invernal sin haber trabajado absolutamente en nada. Más que apuntalar una parcela que siempre funcionó bien: el gol. Y funciona bien porque marcas tanto como los equipos champions; la diferencia radica en encajar los mismos que los del descenso. Para encontrar ese equilibrio, además de trabajo en Paterna, se antoja más prioritario un centrocampista defensivo de gran despliegue y presencia. Los 18 millones gastaors eran ahí.

De todas formas, qué más da. La temporada ya es un fracaso en sí misma. ¿Que se perdió en Las Palmas? Pues lo normal, estás sumergido en la lógica del descenso. Estos trompicones, de ahora gano dos, pierdo uno y empato otro, es lo esperado. Lo irreal es persistir en el autoengaño, en vernos ya jugando la Europa League por sumar seis puntos. Para tales menesteres se requiere de una potencia de salto de la que se carece. Este equipo compite con dificultades, o directamente no lo hace, padeciendo unas taras físicas, mentales, tácticas... que mientras no las corrija la proyección más optimista no va más allá del decimosegundo lugar.

La suerte es haber encontrado tres o cuatro equipos peores, y que coincidan en un curso donde, a tal ritmo, la permanencia estará algo más barata de lo habitual. Lo triste es que el panorama no invita a pensar que el próximo curso vaya a ser muy distinto al actual.

Para evitarlo hacen falta tantos cambios, acertar en tantas cosas, en cosas que no se han tomado en serio durante años, un trellat y una coherencia tan ausentes, que a primeros de febrero se me hace difícil creer que pueda ser posible tal viraje sin salirse de la curva. Ahí reside la importancia del cambio de estructura. O se hace bien y de forma rigurosa, o el Valencia quedará atrapado en el bucle en el cual cayó el curso pasado. Y una eternidad como los últimos dos años, yo no la aguanto.

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