VALÈNCIA. Para qué te voy a engañar: me da lo mismo que Denis Suárez se haya ido al Celta de Vigo. No lo veo con ese perfil de futbolista que sea capaz de cubrir muchas facetas dentro de un equipo, más allá incluso de su polivalencia dentro del terreno de juego. Ya no es cuestión de versatilidad, sino de estabilidad y, sinceramente, creo que Denis Suárez, por ficha, coste y personalidad, la rompía o, al menos, la podía poner en jaque dentro del vestuario. Confío plenamente en aquellos que nos han traído hasta este maravilloso espacio de confort en el que ahora mismo está el club, y estoy seguro de que ha visto que lo mejor para todas las partes es que no venga este jugador. Algo habrá intuido Marcelino que no le ha convencido o, simplemente, ha pensado que no iba a mejorar realmente lo que había en la plantilla porque, por contra, hay otras muchas posiciones donde sí se puede ampliar la nómina e, incluso, mejorar sustancialmente. Si te digo la verdad, cotejo su trayectoria y me parece sobrevalorado como jugador, aunque tiene muy buenas condiciones técnicas y muy malas prestaciones en la mayoría de equipos con una alarmante falta de regularidad.
Tampoco hay que rasgarse las vestiduras por Maxi Gómez: nadie duda de que se trata de un buen jugador, pero no de un futbolista determinante que está a la máxima altura de rendimiento. Y no dudo de que seguramente haría muy buenos números, pero el propio club celtiña se ha venido arriba y da por seguro que Santi Mina va para allá mientras que el uruguayo todavía se está sorteando por media Europa, y eso no es así. Para que el Valencia CF pague unos diez o quince millones por un futbolista y meta en la operación a otros dos más (es decir, hacer que todo, en su conjunto, esté cerca de los cincuenta millones), debe ser bajo una garantía muy clara sobre la mesa. Y en este caso no está siendo así.
Ya lo decía el bueno de Benjamin Franklin: “es mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas”. Y es que la operación de Maxi Gómez me ofrece muchas dudas. Y no quiero que acaben siendo muchas deudas, porque al final el riesgo lo está asumiendo el equipo valencianista al desembolsar una importante cantidad económica y dejando salir a un futbolista que tenía mercado, como es Santi Mina. Pero digo yo: si en diciembre nos daban cuarenta millones por el delantero gallego… ¿por qué ahora lo devaluamos incluyéndolo por un valor mucho menor? Algo me falla de toda esta operación y no me gustaría ver cómo el Valencia CF dilapida su estabilidad económica por este tipo de fichajes que no tienen tanta fiabilidad como para lanzarse a la piscina tan alegremente. Prefiero quedarme con lo que tengo, perfilar un poco la plantilla con lo que puedo y que los demás se apañen, porque una cosa sí tengo clara: si Santi Mina se queda en el Valencia CF no lo va a hacer a disgusto ni lamentando que ha pasado su gran oportunidad; en cambio, sí puedo pensar que Maxi Gómez no se quedará muy tranquilo sabiendo que los objetivos de su club son, en el mejor de los casos, clasificarse para la Europa League. Porque, hasta donde yo sé, el futbolista que está en alza es aquel que juega Champions y ha ganado un título este año, mientras que Maxi Gómez, inédito y olvidado durante el último torneo Sudamericano, ha hecho lo que ha podido para evitar que su equipo este año bajase a segunda, con un baile de hasta tres entrenadores. No sé si tengo que decirlo más alto o qué, pero creo que no lo puedo decir más claro. Así, con el baile de números que tenemos y con el sonsonete de condiciones que estoy oyendo, prefiero que no venga Maxi Gómez, aunque sea un buen futbolista y con cierta proyección. Casi mejor si hace dupla con Denis Suárez en su Celta de Vigo, que se ha gastado un buen pico en fichar al exbarcelonista, pero que necesita reforzar toda la defensa de arriba abajo y buena parte del medio campo. Todo lo que sea superar los veinte millones de euros por este delantero será endeudar innecesariamente a este club frente a una operación no tan fiable en su rendimiento. Y ojalá me equivoque si no es así y todo salga rodado, aunque, como dije, tampoco lo veo un atacante tan decisivo en el juego, pero sí aprovechable y con proyección.
En fin, espero que todo vaya bien con la decena de operaciones que debe afrontar el combinado valencianista en los próximos días y que los que vayan a venir nunca conviertan las dudas en deudas, porque eso será un primer paso hacia la incertidumbre y la desestabilización institucional. De paso, vamos a ver también cómo vendemos, porque hay una deuda terrible todavía que afrontar precisamente creada porque, a la hora de fichar mucha medianía, no se tuvieron las dudas necesarias. Desde luego, nuestro equipo debe saber medir muy bien los tiempos ahora que todo tener sentido y formar parte de un convincente y consolidado proyecto.