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El autoexamen de Quico Catalán

4/01/2022 - 

VALÈNCIA. Quico Catalán se autoexaminará a final de temporada. Es el resumen más práctico de lo que trató de trasladar este martes el presidente del Levante UD tras la debacle deportiva del equipo en Villarreal y después de que plantilla y cuerpo técnico protagonizaran un careo con un centenar de aficionados a la llegada de los autobuses a la ciudad. Todo se resume en un autocontrol de conciencia ante el descontento general y en el momento de mayor impopularidad de su figura en el levantinismo. Quico Catalán anunció, tras una primera alocución en que no dejaba claras sus intenciones, que pondrá su cargo a disposición de la Fundación, máxima accionista del club, al final del presente curso. El mismo ente que, hace escasas dos semanas, aprobó con su aplastante rodillo las peores cuentas de la 'era Catalán' en Orriols. La misma Fundación, presidida por Vicente Furió, que anuló fulminantemente los votos en contra de la Delegación de Peñas y el FROG (Foro de Responsabilidad y Opinión Granota) en la pasada Junta General de Accionistas de la entidad. 

Al final del camino, Quico Catalán decidirá si Quico Catalán sigue en el cargo en función de si la temporada acaba con susto y milagro, muerte en la orilla o descenso sin resistencia. Lo que quiso transmitir el presidente del Levante es un paso, una notificación ante aquellos granotas que piden su cabeza de manera inmediata: hay posibilidades reales de que deje de ser presidente del club antes de que concluya su mandato. Si en la pasada Junta emitió su compromiso de que el actual Consejo de Administración completara legislatura, ayer dejó la puerta abierta a un fin de ciclo tras 12 años en los despachos del Ciutat. Arrojó alguna luz a sus detractores y advirtió a sus fieles de que necesitará "sentir el respaldo" para que, si no se obra el milagro deportivo, continúe sentado en el sillón del presidente. Eso sí, se cargó de razones para argumentar que "ahora mismo" y "por responsabilidad" no puede abandonar el barco. Y pidió, por enésima vez, apoyo a unos jugadores también con cotas mínimas de aplauso entre la hinchada y un entrenador que nada tiene que ver con el agujero en el que se ha metido el club, más allá de su responsabilidad por sacarlo a la superficie. 

Aún así, Catalán dejó en el aire cómo será ese examen, si lo consultará él mismo con la almohada y su Consejo o si de verdad pondrá su cargo a votación del levantinismo. Si será por cuenta propia (y de la Fundación) o no dependerá de él la decisión. He ahí la cuestión. Quico pasó como una ola por sala de prensa y, al acabar, dejó sobre la arena la sensación de que será él mismo su propio verdugo o quien se quite el hacha de la nuca. No obstante, insistió en una idea que se mantiene en su discurso en la práctica totalidad de sus últimas comparecencias públicas: como "máxima autoridad del club" pidió apoyo a jugadores, huir de una "autodestrucción" que después matizó y reiterar que el presidente del Levante "no busca nada en esta historia" y no está "agarrado a ningún sillón".

Acto de presencia tras las protestas del Ciutat

Pese a que, tras su primera intervención, dio forma al discurso y a la idea del autoexamen de final de curso, las primeras líneas del alegato de Catalán parecieron seguir los derroteros del mero acto de presencia. Una forma de dar la cara después de que fuera el propio entrenador y sus capitanes quienes actuasen como escudo en las revueltas de la noche en el Ciutat de València. El presidente no estuvo en las protestas y comparecer al día siguiente, tras conversación con su Consejo, era la mejor forma de poner la cara en medio del terremoto. Aseguró que los jugadores no se sintieron solos, que la idea fue no organizar un búnker, pero sí estaban protegidos, y que es un gesto que honra a aquellos que se quedaron a vérselas con los que acudieron al estadio. 

Entre ellos, un Alessio Lisci al que volvió a apoyar públicamente el presidente. Lo hizo en Junta y lo volvió a hacer en su nueva comparecencia, porque confía en el proyecto y porque "la idea no pasa por otra cosa que no sea que Alessio continúe hasta final de temporada". Hoy, cesar al italiano tiene consecuencias añadidas más allá de la tercera destitución en el banquillo en una campaña y el enésimo peinado en un mercado de técnicos que ya ha dejado tiritando los ases bajo la manga del presidente. Actualmente Alessio cocina el mercado de fichajes del Levante y, si para Quico Catalán es poco menos que una estupidez contratar un director deportivo en mitad de la ventana de traspasos, echar a uno de los componentes de la improvisada Área Deportiva no parece una solución mayor. 

El romano tiene contrato, además, hasta final de temporada y antes del pasado verano algunos clubes, como el Real Madrid, tocaron fuerte -con ofertas y propuestas de altura- a su puerta para que formara parte de su escuela. No salió al tener contrato en vigencia, ante la obligación de abonar una cantidad que pusiese fin a su vinculación y por formar parte de una oportunidad que ningún otro club le brinda: entrenar en Primera División. En Buñol saben que Alessio es "el entrenador del futuro" y, aunque la bala del italiano pueda estar en proceso de quemazón por parte del club ante la grave deriva general, moverle del banquillo del primer equipo sin prescindir de sus servicios ya no es una posibilidad. Alessio tiene ojos de otros clubes en el cogote y, por si fuera poco, la escuela ya está regerada con Adrián Esteve, Eugenio Ribera y Alberto Zacarés en las categorías inferiores. Sergio Gómez, director de la escuela granota, ha reestructurado los escalones de entrenadores, ha promocionado técnicos e incluos ha visto cómo uno de los preparadores, Salva Yago, ha presentado su carta de renuncia que le desvinculó del club el pasado 31 de diciembre.

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