VALÈNCIA. Asunto 1. Mostrar mínimos cuestionamientos respecto a quienes han cuestionado a la Administración Lim no supone, ni por asomo, mostrar coincidencias con la Administración Lim.
Asunto 2. Aquello que se hunde… puede seguir hundiéndose.
Asunto 3. Lo peor de los tiempos de miseria no solo tiene que ver con la carencia, sino con acabar asumiendo la miseria como un hábito confortable.
Asunto 4. Javi Gracia tenía, al poco de llegar y descubrir el pastel (la cereza estaba en realidad sobre la nariz de Murthy), dos posibilidades: subyugarse y ser un mantenedor de la Orden del Bar La Deportiva, o desmarcarse por completo y separar su suerte de la de aquello. Hizo lo segundo. Desactivó el primer explosivo. En realidad Gracia llevaba desmarcándose desde el día de su presentación, cuando ante las acusaciones preventivas de si venía para ser un funcionario se acordó de sus padres y dijo que el de funcionario es un noble oficio. Touché.
Asunto 5. Detecto cierta sensualidad con el descenso. La permanencia ha saltado como el resorte de un amortiguador defectuoso. Como el dolor que siempre avisa de una enfermedad sepultada. Nos protegemos con las llamaradas de la bajada a los infiernos. Claro, es que es nuestro protector de estómago. De paso, amagamos con el precipicio porque, acostumbrados a esta letargo bajo mínimos, creemos que reventar las costuras, reventar el club, tal vez sea una escapada digna. Cuanto peor, un poco mejor. Algunas generaciones estrenadas buscan su acto catártico. Otras, melancólicas, juguetean con repetir la liturgia del renacimiento. Depurarse tras la Segunda (lo que ocurrió después de las finales de Champions, señala Murthy). La generación intermedia, la mía, basculamos entre ambas sin prevenirnos de que aquello que se hunde, en efecto, puede seguir hundiéndose más y más.
Asunto 6. Javi Gracia no debe atrincherarse tras el desastre de la Administración Lim. Ya mostró sus cartas. Ya está. No se entenderá muy bien si prolonga el lamento. Tampoco si se escuda en las bajas expectativas. El objetivo del Valencia no es la permanencia. O dicho a la inversa: no bajar no será un logro. Los condicionantes hacen que el grupo esté menos bregado que otros para acostumbrarse a su realidad. Pero será ahí cuando demostrará el entrenador el color de su condición. Este club tendrá suficiente con salvarse de sí mismo, pero a este equipo no le basta con flotar entre la penumbra ajena.
Descender, se ha visto tantas veces, no depende solo de los jugadores que se tenga, sino de la suma entre el empaque y la actitud proactiva hacia el fatalismo. De lo primero vamos justos, no hagamos entonces apología de lo segundo.