VALÈNCIA. El brillo en los ojos de Paco Borao vale tanto como el millón de euros que un risueño Juan Roig anunció que dará a aquel atleta (o aquella, supongo) que bata el récord del mundo en el Maratón de Valencia Trinidad Alfonso. Qué rápido se calaron estos dos veteranos hace años. El empresario vio en Borao a un hombre honesto, un ‘socio’ que jamás le entrará con juegos de trilero, Borao se ganó su confianza con hechos y palabras. Y el maratón salió beneficiado. El presidente de Correcaminos, a cambio, encontró en Roig a un amante del deporte que se quedó encandilado con lo que es un maratón. Porque no hay nada como un maratón: la energía que mueve, la preparación que exige meses de esfuerzo y abstinencia, las emociones que despierta, la pasión en las calles de una ciudad que ruge de pura felicidad…
El domingo volvió a pasar. València vivió otra día mágico. Parecía insuperable lo del año pasado y aún fue mejor. Yo no sé qué tipo de hechizos practica Borao en privado. Pero el domingo hizo mucho mejor tiempo que el sábado y que el lunes. Casi todo salió redondo. Luego, si escarbas, sale algún defecto, sólo faltaría, como la realización de televisión, que siempre tiene carencias y que este año nos privó de la entrada en la meta de Tariku Novales, el nuevo plusmarquista español, uno de los momentazos de la mañana. Y alguna cosa más, propia de la dimensión que ha adquirido esta carrera y que la organización tendrá que sopesar en las próximas ediciones si no quiere llevarse un disgusto y alimentar a los rivales que esperan un traspié del Maratón de València, el ‘séptimo’ major, el que más y mejor ha crecido en esta década. No hay ningún otro maratón en el mundo que maneje a 400 atletas de (más o menos) élite.
A cambio, la gente merece saber que algunos de los mejores periodistas del mundo especializados en atletismo aplaudieron el domingo lo que les ofrecía el maratón de Valencia: retransmisiones en ‘streaming’ en varios idiomas, resultados en directo, pantalla partida para ver de manera simultánea la carrera femenina y la masculina…
Hay decenas de cifras deslumbrantes. Cinco mil personas bajaron de las tres horas. Eso significa que si en València se volvieran locos y cerraran la meta del maratón a las tres horas, aún tendría más ‘finishers’ que en San Sebastián, Málaga, Castellón y Zaragoza juntos con el doble de margen. El total, por encima de los 26.000, es prácticamente la misma cantidad que la suma de los finishers de Barcelona, Sevilla y Madrid en 2023. Valencia dobla a Barcelona y triplica a Madrid, las dos grandes capitales españolas. Alucinante.
O que hubo más de 4.000 franceses inscritos. No sé cuántos maratones, aparte de París, llegan a esta cifra en su país. Lo de los vecinos fue algo totalmente insólito. Veinte de los cien primeros clasificados fueron franceses. Y los mejores de todos se fueron de València después de firmar la segunda, tercera, quinta, sexta y octava mejores marcas de Francia de todos los tiempos. No sé si somos conscientes de lo excepcional que es esto, del respeto que tiene el atletismo francés por el Maratón de Valencia.
Esta parte, la de la élite, es el legado de Juan Botella, el discreto director general de Correcaminos. Él ha asumido el liderazgo después de que Borao, de 77 años, se hiciera a un lado y delegara muchas de sus funciones. Botella es un pirado del atletismo y sabe que un maratón como el de València se parte en dos. Por un lado están los atletas de élite y por otro, los 26.000 corredores populares. La organización presta atención a las dos partes, pero Botella, como le gusta y es un tipo inteligente, afina mucho con el atletismo.
Después de muchos años de aficionado y los últimos de gestión desde Correcaminos, incluida la organización del Mundial de medio maratón, Botella se ha convertido en uno de los mayores expertos de maratón que hay en España. Mira mucho a quién contrata y cuando lo hace es como si le cayera encima una maldición a su representante, que a partir de ese día se verá sometido a una presión casi diaria. Cada mañana, Juan le escribirá un mensaje para preguntarle por el entrenamiento del día. ¿Qué ha hecho? ¿En qué tiempos? ¿Siente alguna molestia? Y además tiene un caballo de Troya en Kenia que se llama Marc Roig, su aliado en los fichajes del extranjero.
Botella es muy consciente de su papel y tiene bien amarrado al fanático que lleva dentro, el loco del atletismo que se sentaría sin miramientos al lado de Kenenisa Bekele y empezaría a darle la turra durante la cena con mil preguntas sobre carreras añejas. Pero sabe que no y se reserva, como mucho, a la tarde del domingo, como aquella de 2021, tras el medio maratón, en la que, entre juegos de su hija, iba soltándole preguntas deportivas a Letesenbet Gidey.
Su afición por este deporte hace que tenga una visión diferente a la de muchos organizadores. Botella piensa que un maratón con muchos atletas en la organización será un maratón deportivamente más sabio. Por eso enganchó a José Antonio Redolat, todo un campeón de Europa ‘indoor’ de 1.500, para que se encargara de la contratación de los corredores españoles, o incorporó a Andrés Vera, que corrió la final de los 1.500 de los Juegos de Los Ángeles, la que elevó a José Manuel Abascal al podio. Este año ha sumado a Liv Westphal, una atleta que tiene el récord de Francia de 10 K. ¿Alguien cree que es casualidad que haya añadido a una francesa en el año que 20 franceses han cruzado la meta entre los 100 primeros?
Los atletas españoles, algo reacios a venir aquí años atrás, han acabado rendidos. Nadie les paga mejor. Nadie les cuida mejor. La Federación Española, en su voluntad, buena y lícita, por promocionar su Campeonato de España, regala una de las tres plazas para los Juegos de París para aquel atleta que gane el Maratón de Sevilla y tengan la mínima olímpica. Así se genera lo que a mí me parece que es competencia desleal entre dos maratones comerciales. ¿Para cuándo unos ‘trials’ para todos los atletas españoles en el Maratón de Valencia?
El mundo maratoniano asiste a la irrupción de València como el circuito más rápido del mundo, un título honorífico que hasta hace tres años parecía ser exclusivo de Berlín. Ahora, después de años de faroles absurdos, València si está capacitada para acoger un nuevo récord del mundo. La otra parte no tiene mucho más margen. La organización tiene previsto poner a la venta 35.000 dorsales para la carrera del 1 de diciembre de 2024. La capacidad hotelera no da mucho más de sí. Pero no corramos; disfrutemos del presente. Porque el Maratón de Valencia se ha convertido en uno de los orgullos de la ciudad. El maratón se codea con la Lonja o el Mercado Central.