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El New York Times se hace eco del buen hacer del Valencia CF

El club de fútbol español redujo las actividades del equipo mucho antes de que las autoridades españolas prohibieran las aglomeraciones masivas -y recibió muchas críticas por ello

15/04/2020 - 

LONDRES. Anil Murthy ya había enfrentado un aluvión de críticas. Pero como exdiplomático de Singapur, Murthy -ahora presidente del Valencia CF, uno de los mejores equipos del fútbol español- estaba preparado para la mayoría de las pullas que iba recibiendo por haber puesto restricciones a los periodistas en su acceso a los jugadores del club.

Sin embargo, el 29 de febrero, las quejas se volvieron más personales. Su hijo de 13 años, Aditya, estaba furioso porque su padre no le permitió asistir al partido de LaLiga contra el Real Betis esa noche. Fue en Mestalla, el estadio del que Aditya se enamoró después de que Peter Lim, el empresario singapurense propietario del club, le entregó las riendas del Valencia CF a su padre.

El Valencia CF estaba empezando a recibir críticas tanto de los medios locales como de algunos equipos rivales, por lo que ellos consideraban una reacción exagerada a la amenaza planteada por una misteriosa enfermedad que se había extendido a Europa desde Asia. Ningún otro equipo en España se había atrevido a imponer medidas tan estrictas.

Murthy, que había hablado con amigos y familiares en Asia, sabía que el brote del coronavirus era grave y que estaba en camino a España -sin importar cuál se viera en España en ese momento.

Impuso medidas estrictas: El primer equipo del club debía estar aislado de los demás. No debía haber contacto con los aficionados. Todas las entrevistas, incluso aquellas consideradas obligatorias como parte del contrato de la retransmisión del fútbol español, fueron prohibidas. A los empleados que no tenían buen motivo para estar en el estadio, se les prohibió asistir a los partidos. La prohibición también se extendió a los miembros de la familia. Incluso los más fieles, como Aditya.

"No lo podía entender", dice Murthy, describiendo la discusión que tuvo con su hijo. El mérito de su argumento se ha vuelto mucho más evidente. España tiene el segundo número más alto de casos de coronavirus, después delos Estados Unidos.

“¿Por qué? Estamos sentados separados. Estamos sentados en otro lado. Está bien." Murthy recuerda a su hijo diciendo esto. "Y yo dije: “No, tomemos la máxima precaución."

Murthy no quería asistir al partido esa noche tampoco. Pero con las autoridades españolas aún sin haber prohibido las aglomeraciones masivas y LaLiga aún siguiendo su calendario, sintió que no tenía otra opción que ir.”

"No puedo esconderme", dijo Murthy en una entrevista telefónica. “Para mí, tener 30-40,000 personas en el estadio, cuando la infección está en aumento, es una bomba relojería. ya sabes. Pero hay un límite a lo que un club puede hacer.”

Murthy llegó un minuto después del arranque del partido, atrayendo atención en el palco de los directores. "Pensaron que no iba a venir,", dijo. Le había explicado a Ángel Haro, presidente del Betis, que la comida tradicional para los directores no se llevaría a cabo. También se saltarían otras tradiciones típicas de los partidos de LaLiga, como aquella enlaque los niños acompañan a los dos equipos cuando saltan al campo. Haro no estaba totalmente convencido, pero no se quejó.

No se puede decir lo mismo de los medios de comunicación, que dedicaron a Murthy una ola de titulares negativos hasta poco antes de que LaLiga suspendiera todas las actividades.

Murthy, que pasó casi 16 años trabajando con el gobierno de Singapur, estaba atento a lo que estaba sucediendo allí en el país asiático, mientras el máximo accionista del equipo, Peter Lim, le enviaba actualizaciones diarias.

"Me estaba diciendo ‘Es mejor que hagáis lo que sea posible en este momento, porque viene hacía donde estáis", recuerda Murthy, que había recibido ese mensaje en una llamada telefónica de Lim.

"Tuvimos advertencias en toda Asia, y el mundo está tan conectado; todos viajan, ¿cómo que no puede ser posible que esto también nos afecte?"

Los empleados del club se pusieron a trabajar, preparándose para el brote en parte comprando ropa y equipos de protección. "Si intentas comprar una máscara hoy, es imposible," dice Murthy. Gran parte de los equipos de protección que compraron ahora ha sido donado al sistema local de salud, mientras sufre por hacer frente a los casos del coronavirus.

La esposa y los tres hijos de Murthy ahora están en Singapur. Llegaron poco antes de que el país impusiera controles fronterizos estrictos. Murthy permaneció en Valencia. El equipo se encuentra en el ojo del huracán de la relación entre el fútbol y el coronavirus: No solo fue el Valencia CF el primer equipo de España en imponer medidas de distanciamiento social, sino que también salió al campo para disputar un partido de la Liga de Campeones en Milán contra Atalanta el 19 de febrero -un partido que desde entonces se ha descrito como una "bomba biológica." Algunos expertos médicos ubican el partido como un factor clave en el primer gran brote europeo del Covid-19, en la región italiana de Lombardía.

"No hay duda de que era una bomba biológica, pero todo eso se dice en retrospectiva," dice Murthy. Desde entonces, el 35 por ciento del primer equipo del Valencia CF ha dado positivo por el coronavirus.

Cuando los equipos se volvieron a enfrentar, el 10 de marzo, el partido tuvo lugar entre un silencio inquietante, desconocido para Mestalla, porque España había restringido las aglomeraciones. El Atalanta ganó 4-3, en lo que sería el último partido del Valencia CF antes de que su temporada se detuviera.

"No estamos contentos de haber jugado ese partido a puerta cerrada," dice Murthy.

Aún así, cuando el fútbol regrese, es casi seguro que será sin público, ya que las ligas de toda Europa y más allá miran como volver a la acción en un mundo cambiado por el coronavirus.

"Cuando juegas a puerta cerrada el estadio está vacío, se siente como un partido amistoso,de entrenamiento,” dice Murthy. "Una de las mayores ventajas que tenemos jugando en casa es que nuestro estadio es famoso por la intimidación que da a los equipos rivales, debido a que nuestra afición se vuelca con nuestro equipo.”

Si bien el fútbol "realmente no debería jugarse de esa manera,” Murthy admite que económicamente es mejor para el club que al menos juegue -incluso si los partidos no tienen público. "Si no terminamos, el impacto será enorme".

El Valencia CF está tratando de mitigar el dolor de la suspensión de la competición, reduciendo los gastos donde puede. Pero, igual que los equipos en la mayoría de las ligas más grandes de Europa, todavía tiene que encontrar una manera de reducir su mayor gasto: Los salarios de los jugadores.

En España, como en Inglaterra e Italia, LaLiga no logró llegar a un acuerdo con el sindicato de jugadores para un recorte salarial general. Ahora, Murthy está negociando directamente con su plantilla, en conversaciones que han sido dirigidas por los cinco capitanes del equipo. No ha sido fácil.

El club hadado acceso a sus cuentas para mostrar a los jugadores lo que está en juego, y para convencerles "de que no estamos tratando de venderles la moto para reducir sus salarios y aprovechar de la situación", dice Murthy. "Al final, tiene que ser una situación que no es ‘el club contra los jugadores’ y ‘los jugadores contra el club".

Mientras las conversaciones siguen, los jugadores permanecen en casa, lejos de sus compañeros de equipo, lejos de la Ciudad Deportiva y lejos del trabajo.

Las sesiones de entrenamiento en la Ciudad Deportiva han sido reemplazadas por un entrenamiento de una hora, dirigido por el entrenador físico del Valencia CF a través de videoconferencia. Las comidas son preparadas por un nutricionista y enviadas a todos los jugadores del club, incluidos los de su cantera. Un psicólogo también está puesto a su disposición.

El protocolo de trabajo desde casa se resolvió mucho antes de la suspensión de la competición, aproximadamente en el momento en que se ridiculizaba la precaución de Murthy.

Ahora, el destino del Valencia ya no está en sus manos.

"Al final, es el gobierno español que tiene que dar el visto bueno,” dice Murthy. "Esa es otra gran incertidumbre."

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