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El pastor mentiroso

26/02/2021 - 

VALÈNCIA. En los casi siete años en los que Peter Lim es el máximo accionista del Valencia el club ha vivido en una mentira permanente, un estado creado por sus dirigentes para ocultar sus verdaderas intenciones: exprimir el club hasta la última gota. Las mentiras han ido creciendo con los años, en cantidad y volumen, hasta convertirse en algo cotidiano, una costumbre más en los hábitos de quienes gobiernan, como comer y beber en el Bar La Deportiva. Comenzaron siendo sutiles y disimuladas, cuando apostaron por una línea de continuidad en la gestión deportiva a su llegada, pero terminaron por instalar un mundo paralelo construido sobre las mentiras que sirve a su objetivo final, a pesar de que ese mundo contraste con el real.

Para construir ese gran edificio de mentiras se han basado en las redes sociales y los medios de comunicación. Las redes sociales, como bien sabemos, son excelentes conductores de la mentira, pues la amplifican hasta extremos insospechados, e incluso han deformado hasta su nomenclatura: ahora denominan a la mentira pura y dura posverdad. Por parte de los medios de comunicación, tal y como está el periodismo hoy en día, en muchos casos estos privilegian la inmediatez y la exclusividad sobre el rigor y la verdad, lo que los convierte en fácilmente manipulables. Así, por ejemplo, desde el club inventaron esa especie de tebeo llamado Batzine que nos divierte porque parece remitir a un mundo de fantasía que ni Roald Dahl podría haber imaginado, aunque pueda haber gente que se crea sus delirios. Del mismo modo, tejieron una red de medios “afines”, a los que conceden favores en forma de privilegios que niegan a otros canales de comunicación a cambio de que se hagan eco de filtraciones interesadas, pese a que sean mentiras flagrantes. Esta maquinaria funciona mejor que nunca en los mercados de fichajes, cuando la prensa está ávida de novedades que llevarse a la boca y el nutriente de Meriton les da de comer con falsos rumores. Algunas veces se les va la mano, como cuando anunciaron interés por futbolistas como Icardi o Eriksen, pero les da igual porque están tan convencidos de sus propias trolas que creen que nos lo tragamos todo.

Con el tema del nuevo Mestalla han operado de la misma manera. Se han dedicado a lanzar informaciones sobre una presunta puesta en marcha del proyecto o la reanudación de la actividad cuando, en la práctica, su actitud ha sido más pasiva que la de Mariano Rajoy en la mayoría de temas candentes que se le presentaban. Ahora anuncian un nuevo plan, después de más de dos años de silencio en los que han considerado el estadio como una molestia que es mejor olvidar que afrontarla. Como esa visita al dentista que vas prorrogando hasta que la muela toma la delantera y te obliga a ir de urgencia para ser reparada cuando el dolor es insoportable. En este caso, la muela dolorida se llama Ayuntamiento de Valencia y al consistorio le urge una solución para finalizar una obra que, involuntariamente, se ha convertido en todo un símbolo de los tiempos del pelotazo inmobiliario y el ladrillo desbocado. Ante las apreturas, Meriton ha filtrado ahora que el ser supremo, el propio Peter Lim, avalará el proyecto con su dinero para poder acabar el estadio.

Pero a Meriton ya no se lo cree nadie, o casi nadie, porque han puesto en práctica esa fábula de Esopo en la que un pastor gasta la broma de que viene el lobo a devorar a su rebaño a los habitantes de su pueblo tantas veces que estos acaban por hacer caso omiso de sus gritos de auxilio, incluso cuando aparece el lobo de verdad y se come a todas sus ovejas. Es lo que tiene vivir instalado en la mentira.

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