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opinión

El poder de la mente

9/02/2019 - 

VALÈNCIA. Todas las catastróficas estadísticas que, hace bien poco, ensuciaban la temporada del Valencia CF han cambiado como por arte de magia. Los números rojos se han convertido en números negros y los resultados catapultan al equipo de Marcelino hacia la parte alta de la tabla y hacia una final en Sevilla que cada vez se ve más real. Desde todos los ángulos del ‘entorno’ valencianista se apuntan decenas de argumentos capaces de explicar el cambio: los mismos futbolistas, con el mismo cuerpo técnico y haciendo -prácticamente- lo mismo tácticamente hablando... parece otro equipo. ¡Es! Otro equipo. Desde algunas decisiones de Marcelino encaminadas a mejorar el clima del vestuario: como la salida de Bathsuayi hasta el crecimiento exponencial de rendimiento en jugadores como Parejo, Rodrigo o Gameiro, pasando por el estado forma física que hace que el equipo llegue a los finales de partido con fuerzas suficientes para resolverlo o la evidente mejora del propio entrenador que cambia partidos sobre la marcha con sus decisiones cuando, no hace mucho tiempo, no acertaba a hacerlo... Son, todos ellos, argumentos que vienen a explicar el renacimiento del equipo y entiendo que no se explica el cambio desde sólo uno de ellos y sí desde la suma de todos ellos. De la misma manera se apuntaba a diversas razones que tratasen de explicar lo que parecía inexplicable cuando las cosas rodaban francamente mal, cuando el equipo zozobraba lastimosamente. Por aquel -no tan lejano- entonces, eran: los errores del entrenador, la rigidez del sistema de juego, el mísero rendimiento de futbolistas importantísimos para el equipo, los fichajes erráticos, las lesiones, los campos helados, la falta de gol y la endeblez mental de un grupo que se venía literalmente abajo ante la más mínima adversidad. Seguramente había mucha verdad en muchas de ellas pero lo que le estaba sucediendo al equipo -desde mi humilde punto de vista- seguía sin tener un fundamento claro y todo sonaba a excusa. Porque el cambio principal que yo veo en este Valencia con respecto a aquella caricatura de Valencia es... que ahora juega al fútbol con verdad y entonces no lo hacía. Hoy -y ojalá que sea por mucho tiempo- el Valencia CF es el que su afición quiere. El que nace a cada partido con la inequívoca decisión de controlarlo y ganarlo, el que no desaparece del terreno de juego por cualquier contratiempo y el que antepone el concepto grupal por encima de cualquier veleidad individual. Es la Fe del propio equipo en sí mismo la que ha convertido la calabaza en una carroza esplendorosa y no tengo la más remota idea en cuanto al ‘cómo’ se activa la revolución pero sí creo que el poder de la mente está detrás de ella. 

Dijo una vez el enorme centrocampista transalpino Andrea Pirlo que "Al fútbol se juega con la cabeza, los pies son solo herramientas" y creo que el italiano tiene mucha razón. El Valencia que jugaba amedrentado ahora lo hace sin complejos y esa, desconociendo el ‘porque’ se ha producido, es la razón del cambio. Porque no comulgo con la versión de que “el Valencia juega igual pero ahora marca goles y antes no”. El Valencia, ni muchísimo menos, juega igual. Ahora... juega al fútbol. Antes... no lo hacía o, cuanto menos, no lo hacía de manera continuada.

Y ahora es cuando hay que dotar de sostenibilidad a esa Fe y esa confianza porque , aunque todo está más cerca, nada se ha conquistado. Toca perseverar y mantener las espadas en alto porque Nadia nos va a regalar nada. Con toda la esperanza depositada en la vuelta de la Copa, con la nueva ilusión que se enciende en Glasgow de la Europa League y, sobre todo, con la necesidad de seguir escalando posiciones en la clasificación liguera y... mañana hay partido.

Desde que Imanol Alguacil se hizo con las riendas del banquillo de la Real, el conjunto vasco ha experimentado una metamorfosis que hace del choque del domingo en Mestalla una cita complicada. Es cierto que este Valencia que estamos disfrutando a día de hoy nada tiene ver con el de 2018 pero nos equivocaremos muy mucho si pensamos que el partido de consiste en un trámite sencillo con el que sumar tres puntos.

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