VALÈNCIA. 30 goles en cuatro temporadas. Son los mejores registros anotadores de Vicente Iborra desde que salió del Levante el verano de 2013. En Sevilla y a las órdenes de Unai Emery, con quien también ha continuado en Villarreal, el de Moncada vivió la etapa más dulce de su carrera. Primero con el técnico vasco y después bajo el manto de Jorge Sampaoli, aunque con el argentino y las nuevas incorporaciones que entonces acometió el cuadro hispalense le costó más trabajo hacerse con un hueco titular.
Sin embargo, desde su llegada fue un hombre con un rol importante para un Emery que este verano le ha comunicado que no iba a gozar de los minutos deseados -una de las claves para su salida del conjunto amarillo-. A los 4 tantos marcados en su primera campaña, se le sumaron 9 en la segunda entre todas las competiciones, incluida una Europa League que preside la lista de trofeos en el palmarés del moncadense. Otros nueve anotó en la 15/16 y 8 en la 16/17, antes de volar rumbo a Leicester para iniciar su primera aventura internacional.
En su periplo en el Pizjuán llegó a ser el acompañante de Ben Yedder en la cabeza de máximos goleadores del equipo a lo largo de una temporada. De hecho, en ese mismo curso logró un hito especial: fue el primer jugador de la historia de La Liga en anotar un hatt-trick saltando al campo como suplente y siendo visitante. Ocurrió en Balaídos después de sustituir a Nico Pareja, lesionado. Y es que Iborra fue en Sevilla todocampista. Jugó como pivote, como mediocentro y también en una posición adelantada, por detrás del punta y como amenaza en ataque. Incluso llegó a actuar como parche en el central.
Pese a alzarla en cuatro ocasiones y ser pieza relevante en cada una de ellas, el valenciano tiene una espina con la Europa League. Del póker de finales en la segunda competición continental, Iborra ha sumado un total de 2 minutos jugados. En la primera, ante Benfica, no fue de la partida a pesar de haber acumulado minutos en el camino hasta el título. En las dos siguientes -alcanzadas en temporadas consecutivas- solo logró jugar un minuto frente al Dnipro y otro ante el Liverpool. Ya en las filas del Villarreal, el moncadense no jugó la final de 2021 tras la rotura de ligamentos que padeció a finales del año anterior y por la que se perdió 39 encuentros en el Submarino.
Fue en su segunda temporada en la Premier League, en las filas del Leicester, cuando empezó a decaer su ritmo de minutos a las órdenes de Claude Puel. Aquel se convirtió en el único lugar en que el valenciano no lució el brazalete de capitán. Dejó Orriols con él abrochado y tras una primera temporada como sevillista, se hizo con galones suficientes como para capitanear a los hispalenses en La Liga. Allí fue uno de los portadores principales del brazalete, tanto que se alzó como un valuarte representativo de los valores del club.
Incluso en el Villarreal, prácticamente recién llegado, lució como capitán en la competición doméstica y en Europa. Es una de las cualidades que Iborra impregnará en el Levante y que han impactado con fuerza a la hora de acelerar su regreso. Un equipo huérfano de capitanes -solo queda Postigo y, de momento, Roger, respecto a los futbolistas que figuraban en cabeza en este sentido la pasada temporada- ve cómo llega al vestuario un hombre que, con el brazalete en su poder o no, actuará como tal en un curso con retos diferentes, en una nueva categoría y con la imperiosa necesidad de retornar a la élite de manera inmediata. Nafti tiene otro capitán.